Antes de la tormenta

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Capítulo 20: Antes de la tormenta

De camino a la clínica, la mente de Jon pensaba en muchas cosas. Él se encontraba en el asiento trasero del auto, mientras tenía a la bebé en brazos.

Jon era del tipo de persona que observaba por la ventana en un viaje largo, esa no iba a ser la excepción. Del otro lado del vidrio, él distinguía la silueta del sol saliendo por el horizonte; estaba amaneciendo. Él se la pasó la noche entera de un país, y el resto de la noche en otro, buscando a una persona. No descansó hasta que la encontró.

El hombre estaba sorprendido por lo que hizo, era extraño que hiciera tantas cosas por alguien más. Él todavía seguía sin distinguir el supuesto sentimiento de ser padre, pero de todos modos, se sentía raro teniendo a su hija en brazos. Hizo de todo por tenerla así, aun si eso significaba el haber entregado un tesoro tan valioso para el clan.

—¿Alguno de ustedes tiene un cuchillo?— le preguntó Jon a sus acompañantes. Había un hombre de piel clara y vestido de traje conduciendo, a la vez que otro hombre delgado y de piel morena iba en el asiento de copiloto; él le informaba sobre lo sucedido a Olive Meracena. Lo último que escribió fue un «ya vamos de camino», antes de dirigir toda su atención al líder —¿Con quién hablas tanto?— cuestionó meciendo a la bebé —¿Crees que no me he dado cuenta de que has dedicado todo el camino en enviarle mensajes a no sé quién?

—Me comunicaba con la señora Meracena, señor— él pensaba diferente de Jon, jamás supondría que su jefe estuviera pendiente de lo que hacía —Ella fue la que nos mandó, por lo que estoy obligado a responderle.

—Con lo que dices, dejas claro que... ¿Olive Meracena está por encima de mí?— levantó la ceja.

—No, claro que no— volteó negando con la cabeza.

—Señor Aracena— lo llamó el conductor con la vista en el camino —Usted pidió un cuchillo, ¿puedo saber para qué?

—¿Tienes uno?

—De acuerdo a sus necesidades, le podría conseguir algo similar.

—Quiero sacar las balas de mis piernas; impiden mi regeneración y molestan bastante.

—¿Con un cuchillo?— el hombre del asiento copiloto levantó las cejas. Por más que fueran inmortales, no había que ignorar el dolor tremendo que tal acción podría conllevarle —No falta mucho para que lleguemos a la clínica. Los doctores de allí le podrán sacar las balas sin el más mínimo dolor.

—No quiero que me vean así— frunció el ceño —Mucho menos Alich, ella debe estar afectada por el secuestro de Melody.

—Tal vez no lo sabe, pero la señora Aracena fue sedada porque sus heridas se abrieron debido a la impresión. Todavía ahora permanece dormida.

«¿Qué?».

No solo atentaron contra su hija, sino que también se metieron con su esposa.

Definitivamente, no echaba humo por las orejas porque no podía.

Los trabajadores pudieron convencer a Jon de que se atendiera en la clínica. Así que luego de esa breve conversación, el camino siguió silencioso. La mayor parte de la carretera quedaba con vista al mar, así que entre veces Jon miraba aquel enorme cuerpo de agua y recordaba la cola de sirena que les dio a sus nuevos enemigos.

¿Cómo notificar la noticia de la pérdida ante su clan? ¿Con qué valor lo haría?

«Al menos no pueden matarme», pensó frotando el dedo índice sobre la mejilla de la bebé. «Oh, qué bonita eres».

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