Capítulo 6

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Anh observó con detenimiento las nubes desplazándose por el cielo.

Otro recuerdo fugaz se deslizó, llevándola a otro momento en el que caminaba confiada, pensando en que las amistades eran duraderas, el "para siempre" era una realidad y no fantasías, las relaciones permanecían a pesar de las dificultades, las discusiones, los problemas ¿De eso se trataba no? ¿No era esa la magia de los corazones enlazados? Nadie rompía esos vínculos, ni la vida con esos problemas que ella era muy joven para comprender.

Hasta que entendió que los corazones enlazados eran apartados sin piedad, los lazos que te unen pueden ser cortados y pisoteados en segundos. Los vínculos llegan a su fin, las amistades eternas acaban, y lo que una vez inició termina con un abrupto punto y final lleno de dolor.

Ella supone que eso sucedió ese día. La realidad era que no, el desgaste de la cuerda que las unía crecía día a día y ella se aferraba con tanta fuerza que no lo notó. No notó que poco a poco el lazo se soltaba en vez de fortalecerse y ese día fue el que faltaba para que se rompiera.

Estaba acudiendo al encuentro con ella. Parecía molesta, el día anterior la acusó de hablar mal de ella, y Anh solo comentó algo sin sentido a una amiga. No dijo nada más. Solo que lucia nerviosa por la exposición que debían presentar y esperaba que lo hiciera bien. Supuso que las palabras se malinterpretaron y que era su culpa. Caminaba con seguridad, apresurada por aclarar el percance y poder volver a la normalidad.

Eso no sucedió.

Se encontraba su mejor amiga, ella y otra chica, Anh le habló a la chica y la chica aclaró el comentario de Anh. Algo inofensivo. No expreso nada más. No tenía un doble sentido. No esperaba que sonará como un insulto o una insinuación de que no era capaz de hacerlo bien.

Su amiga asintio y Anh sintió alivio al observar el asunto arreglado. Se volvió para irse con una sonrisa, y respiro al sentir que el nudo en su abdomen se aflojó. Detestaba los inconvenientes con las personas que le importaban.

—Espera.

El nudo se apretó.

—¿Sí?

—No estamos aquí solo por eso.

Y lo entendió.

La situación cambió. Ya no estaban ahí por su amiga. Era por Anh.

Las palabras empezaron a dirigirse hacia Anh. Sintió su corazón latiendo con frustración. La rabia atenazando su garganta y las lágrimas amenazando con escapar.

¿Por qué?

No lo entendía. No era su culpa. No había dicho nada. ¿Por qué ahora lo era? ¿Por qué lo seguía siendo? ¿Que había hecho mal?

—¿Siempre crees que todo se tiene que hacer a tu manera, no es así?

Estaba temblando. De la ira. La furia nublaba su visión, impidiendole ver con claridad. Restregaron cada pequeño defecto en su rostro, señalando cada error cometido y ella solo se había mantenido con la boca cerrada.

—¿Terminaron?

Inquirió, impaciente por irse. Por huir. Se sentía humillada. Como una presa a la que condujeron hasta la trampa y había caído.

Caído como una completa ingenua.

Al final todo era su culpa.

Siempre su culpa.

Eran sus errores lo que la llevaron hasta ahí ¿No? Tal vez si no fuera tan autoritaria, ¿Lo era? Ya no lo sabia, eso le habían dicho, recordó el desdén de cada palabra y lo que se esforzaba para que todo saliera bien.

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