Capítulo 17

27 8 0
                                    

—Tenemos que celebrar jugando básquetbol en la casa de Seb.

¿Es una buena propuesta? Para Anh sí. Con la excepción de qué no tiene idea de cómo se supone se juega el básquet.

Matt y Seb asienten. Les gusta el plan.

¿Tirar una pelota a un aro? Debería ser fácil. En teoría.

El problema es que de la teoría a la práctica hay un mundo de diferencia.

Y lo termina entendiendo al lanzar el balón y que este termine rebotando contra la pared y saliendo disparado lejos de su alcance. En dirección opuesta al aro.

Seb suelta una risita y Anh lo fulmina con la mirada. Matías está a su lado, y ella suspira.

Recuerda las palabras de Josh.

"Nadie nace siendo un experto".

Vuelve a intentarlo.

El balón rebota en el borde del aro y sale disparado. Anh gruñe por lo bajo, corre a tomar el balón y se lo lanza a Seb. Acierta sin siquiera pestañear, sigue Matt. Él falla el tiro.

Anh se alegra de no ser la única principiante al menos.

Es su turno de lanzar otra vez. Vuelve a fallar. Lo intenta una vez más. Vuelve a fallar. Lo intenta otra vez. Vuelve a fallar. Seb le pasa el balón de nuevo y lo vuelve a intentar.

"Para lograrlo necesitas intentarlo. Necesitas fracasar. Necesitas caerte de la tabla más de cien veces para luego lograr subir una ola al menos una vez."

Le lanza el balón a Seb y de nuevo un tiro perfecto. Sigue Matt, está vez acierta.

Llega su turno. Toma una bocanada de aire y observa el aro. Luego el balón. Las palabras de Josh vuelven a resonar dentro de ella.

Lanza el balón.

Cae adentro del aro.

La chica salta de alegría y chilla, Seb sonríe.

—¡No puedo creer que seas mejor que yo en esto!

Protesta Matt. Anh solo ríe.

Lanza el balón múltiples veces al aro y acierta. Más de diez veces. Las veces que fracasa siguen siendo más que las que gana. ¿Eso le quita mérito al logro? No. En absoluto. Lo hace más emocionante. Y ella disfruta cada segundo. Matt se queja de que tiene mejor puntería que la de él. Seb parece orgulloso y la enseña a driblar, no logra dominar la técnica pero al menos logra reírse de lo mala que es.

Sigue siendo su primera vez, y ambos le repiten que lo hace bien a pesar de ello.

Siente su corazón acelerado por el esfuerzo. En algún punto empiezan un juego, debe de atrapar el balón y desde donde lo atrape debe lanzar. Es por turno. Salta en el aire para atraparlo no tan lejos del aro. Lo alcanca y desde ahí lo lanza, acierta dos veces. Siente la emoción florecer en su interior con cada tiro. Sus piernas duelen, todo duele. Y aún así quiere más, siente que rezuma energía. Se siente viva.

En el fondo, no lo atribuye del todo al juego. Más bien a la compañía.

Un 50/50.

Regresa exhausta a su casa. Ya ha empezado a anochecer. Matt y Seb se fueron a las clases de música.

Se encuentra caminando con parsimonia, con sus audífonos puestos reproduciendo Jesus Can de Austin French. Se mueve con la música, canta le letra en susurros con la intención de no llamar demasiado la atención.

Piensa en que le encantaría jugar básquetbol con el castaño arrogante.

Hoy no hablo casi con él durante el receso, le permitió descansar así que no recibió tutorías. Se olvidó por completo de darle el peluche del hombre araña. Mañana es su próxima prueba de matemáticas y podrá ver que tanto ha aprendido, y si de verdad el castaño es tan buen maestro como proclama ser. Además, le dará el pequeño regalo.

Colisión Where stories live. Discover now