Un problema doble

32 21 0
                                    

El ruido de la ducha me levantó muy temprano en la mañana, al parecer mi compañero se había metido a bañarse antes de que yo pudiera adueñarme del baño. Me senté en la cama con mis cosas a esperar que Oliver saliera pero cuando al fin esa puerta se abrió casi se me cae la mandíbula al suelo al verlo. Oliver había salido secándose su hermosa cabellera plateada con el torso completamente desnudo. Su escultural cuerpo solo estaba cubierto por unos interiores ajustados Calvin Klein color negros que no dejaban nada a la imaginación. No había notado lo hermoso que era Oliver hasta este momento que pude verlo de ese modo, tan al descubierto y vulnerable. Su abdomen marcado era toda una tentación y esas líneas de sus verijas me indicaban el camino hacia el paraíso que escondía debajo de su ropa. Estaba estupefacta y sin aliento, era la primera vez que veía a un chico en ropa interior. Me puse tan nerviosa que desvié mi mirada hacia otro lado para que no viera mis mejillas enrojecerse como un tomate pero antes de que pudiera esconderme se fijó en mí—¿Si vas a ayudarme a pasar mis clases aún?—me preguntó y tiró la toalla en la cama.

—Sí ya dije que sí, ¿por por qué lo dudas?—respondí tratando de evitar mirarlo.

—Es que parecías enojado por lo de ayer, ya te expliqué que tuve que hacerlo—me siguió dando explicaciones cuando lo único que deseaba era que se pusiera una camisa y dejara de tentar mis ojos de ese modo.

— Ya lo entendí, todo eso ya quedó en el pasado. ¿Podrías solo vestirte y dejar la conversación para más tarde?—le dije sucumbiendo ante la desesperación sin poder dejar de concentrarme en el bulto que sobresalía de sus calzones.

—¿Que te pasa Antón por qué actúas tan errático? ¿Acaso te estoy poniendo nervioso?—caminó hacia donde me encontraba sentado y se detuvo frente a mí a propósito logrando ponerme más roja de lo que yo estaba.

—¿Yo nervioso?—respondí atolondrada. —Para nada, los hombres no nos ponemos nerviosos. Es solo que estoy algo sorprendido y celoso—traté de esconder mi mirada nerviosa debajo de mi flequillo.

—¿Y eso por qué? No hay razón para que estés sorprendido o celoso. No tengo nada que tú no tengas—si en realidad supiera que ai había razón para sorprenderme porque aunque me viera como todo un hombre yo en realidad era una chica con pechos y vagina.

—Yo sé que tenemos lo mismo pero es que wao tú te vez tan bien. Seguro vas al gimnasio todos los días—me sonrojé como una idiota y rasqué mi cabeza. —Yo no tengo ni la mitad de esos músculos que tú tienes.

—¿Así que te sorprenden mis músculos?—en sus labios se dibuja una sonrisa indescifrable.

—¡Sí!—dije emocionado y luego le bajé un poco a la felicidad. —Digo sí—me rasqué la garganta.
—Verte hace que me de envidia. Tan solo ver ese cuerpo tan escultural que parece haber sido esculpido por mano divina hace que muera de celos—en ese momento al ver esos músculos ser acariciados por las gotas de agua que seguían bajando de su cabellera volví a caer y terminé diciendo algo estúpido.

—¿Esculpido por mano divina? ¿Te pasa algo Antón? Me estás asustando un poco—se echó hacia atrás y arqueó una de sus cejas recordándome que yo era un hombre. Otra vez dejé que Antonella tomara el control de mí por un instante, debía hacer algo antes de que las cosas se volvieran más extrañas de lo que ya estaban.

—Lo siento Oliver, espero no me mal entiendas. No dije nada de eso con doble intención, es solo que soy un chico que puede reconocer cuando otro chico se ve bien pero eso no significa nada de lo que estás pensando—suspiré avergonzada. No sabía si los hombres estaban acostumbrados decirse cumplidos entre ellos.

—Tranquilo Antón—sonríe amablemente haciendo que me tranquilice. —Supongo que debo ser demasiado irresistible como para que un chico heterosexual me diga un cumplido como ese. ¿Por qué eres heterosexual o no?—me preguntó mientras se ponía una camisa color roja.

De venganza y otros placeresWhere stories live. Discover now