La verdad de Vincenzo

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Salía de mi última clase evitando mirar hacia algún algún lado, caminaba con mi rostro apuntando hacia el frente enfocada en el miedo que me estaba acorralando y en la advertencia del padre de Oliver. Sentía esa necesidad de alejarme de Oliver y por eso traté de evitarlo lo más que pude. En las practicas de lucha y de educación física cuando me tocaba elegir a una pareja elegía a cualquier otro que no fuera él para mantener la distancia pero eso no parecía agradarle. Me di cuenta por la línea recta marcada en sus labios y su ceño fruncido. Al terminar el día mi miedo más grande se hizo una realidad, Oliver me perseguía y sus pasos cada vez eran más rápidos. Tan rápidos que por más que traté de huir logró alcanzarme. —¿Que te pasa Anton? ¿Me estás evitando?—me detuvo agarrándome del brazo con fuerza.

—¿Cómo crees? Yo no te estoy evitando—respondí con un poco de nervios tratando de evitar la confrontación.

—Si sigues molesto por lo que pasó en las peleas clandestinas ya te prometí que volvería a pasar—aseguró.

—Ya te dije que no estoy molesto por eso—traté de evadirlo pero se me hizo imposible con tanta insistencia.

—Si no estas molesto, ¿entonces por qué me has estado evitando todo el día?—no podía decirle que me había amenazado. Simplemente no existían las palabras para explicar algo así y además dudaba que me creyera porque a pesar de la maldad que albergaba en su corazón se trataba de su padre.

—Ya te dije que no te estoy evitando, esas son ideas tuyas—le respondí tratando de sonar convincente.

—Aunque digas que no me estas evitando, estoy seguro de que te pasa algo—insistió.

—¿Por qué piensas eso?—quería saber cual acción mía me había delatado.

—No me has hablado en todo el día, ni siquiera en el almuerzo y además en la clase de lucha elegiste al imbécil de Vincenzo para hacer el maldito calentamiento. ¿Como pudiste hacer eso? ¡Sabes muy bien que no lo soporto al engreído ese!—me reclamó molesto mientras su respiración se aceleraba. —Pensé que tu prioridad era pertenecer a mi grupo.

—No me importa si no lo soportas Oliver Dupont porque por más que lo detestes Vincenzo es mi como mi jefe y si para conservar mi empleo debo elegirlo a él ten por seguro de que lo haré—le dije con seriedad y un dolor en el pecho que no me dejaba respirar. —Así que no me digas con quien debo juntarme...—No sabía ni siquiera de donde saqué las fuerzas para enfrentarlo, lo único que tenía certero es que dolía ver que mis palabras lo estaban molestando.

—¡Con que eso es lo que quieres! Que te deje el camino libre para que puedas juntarte con ese raro—me reclamó como si andar con Vincenzo se tratara de lo más bajo del mundo.

—¡Pues para tu información ya tengo un amigo raro!—la discusión se volvió más intensa.

—Sí pero Adam no se metió con mi chica—argumentó. En ese momento comencé a entender su desprecio hacia Vincenzo y de pronto ya no me parecía tan irracional. Si alguna chica se metiera con el chico que amo, yo también la odiaría.

—Lo siento, no sabía que él había hecho algo así. Siempre me ha parecido tan buena persona—bajé el tono de mi voz.

—Pues ya vez que las apariencias suelen ser engañosas. Así que no te dejes engañar por esa carita de cachorro herido que tiene porque ese idiota se pinta tan perfecto pero a la hora de la verdad te apuñala por la espalda con la sangre fría. Así que piénsalo bien Anton porque si estás con él, eso significa que vas a estar en mi contra—apretó mi brazo de nuevo y me miró con una furia irracional. Sabía que me iba a doler toda la vida pero esta era mi oportunidad para alejar an Oliver de mí para siempre, si quería sobrevivir debía hacerle creer que no deseaba tener ninguna amistad con él.

De venganza y otros placeresWhere stories live. Discover now