Lucha a muerte

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Sentí como los brazos de Oliver me sacudían con fuerza pero casi no podía divisarlo. Era solo una figura borrosa frente a mí, toda frente comenzó a sudar y mi cuerpo tembloroso estaba a punto de derrumbarse en el suelo. La voz de Oliver se desvanecía en mi cabeza y mi mente permaneció confusa hasta que la palma de Oli aterrizó en mi mejilla. Fue un golpe sutil pero suficientemente fuerte para despertarme—¡Despierta Anton! ¿Qué te pasa?—me gritó confundido.

—¡Es que este lugar está lleno de humo no lo vez!¡El fuego va a alcanzarnos y entonces esta vez moriré!—estaba tan ida que ni siquiera me había percatado de lo que estaba diciendo.

—¿Que dijiste Anton?—podía ver cómo en sus ojos se despertaba una curiosidad.

—¿Como que esta vez morirás?—cuando me di cuenta de lo que había dicho ya las miradas de los que estaban a mi alrededor habían caído sobre mí.

—Yo...Yo—no sabía como justificarme y por suerte no tuve que hacerlo porque el chico de la tarima gritó sus nombres.

—Gatitas y gatitos callejeros que han venido hasta el sitio a ver la sangre correr. ¡Permítanme presentarles a la campeona del año pasado Nikita Garras de diamante y el ganador de tres años consecutivos Oliver el puño de acero!—si Oliver lleva ganando desde hace 3 años entonces ha estado metido en estas peleas callejeras desde los 16 años. ¿Como es posible que haya elegido esta vida tan violenta?

—Parece que el chico de la tarima los está llamando—aproveché las palabras del chico para no tener que contestar nada. No tenía ninguna forma de explicar la estupidez que dije arrastrada por el miedo.

—Te salvaste por esta vez Anton pero esta conversación no ha terminado aquí—Oliver me lanzó una mirada penetrante. Parecía que estaba dispuesto ha averiguar mis secretos, esos que tanto me negaba a revelar. Por suerte aun me quedaban algunas horas para pensar en algo que pudiera decir para justificar mis palabras.

Oliver y Nikita se subieron al ring y todos los que estaban allí comenzaron a ovacionarlos. Se sentía como si ambos fueran dos super estrellas. Sobre todo Oliver que con ese porte de chico incomprendido y esos ojos intensos que brillaban de un modo cegador. ¡Qué chico tan perfectamente esculpido! Tan hermoso que dolía mirarlo. Me había quedado perdida, todos a mi alrededor habían desaparecido excepto él y no sabía por qué me daba la sensación de que él también me observaba pero toda esta complicidad que teníamos terminó cuando el chico del ring anunció a sus contrincantes.

—Ahora recibamos con una gran bulla a los retadores atrevidos que osan quitarles sus títulos a los campeones—la gente comenzó a gritar como salvajes. El lugar parecía una selva llena de monos. —¡Que suba al ring Guido mano veloz!—jamás me habría imaginado que me encontraría aquí a mi enemigo declarado. El chico que vencí por pura suerte. Cuando subió al ring y puso sus ojos en mí me puse tensa. La sonrisa que me dedicó junto con esa mirada cortante era un poco escalofriante, sabía qué él nunca iba a perdonarme por haberlo vencido.

—El siguiente contrincante es Xavier la Peste Negra—el público se quedó silencioso cuándo entró el chico de cabello oscuro largo y cuerpo fornido con un tatuaje de un tatuaje de una parca con una guadaña en la mano. Su presencia me causó escalofríos, sobre todo esos ojos pintados completamente de negros como si fuera un demonio. Era difícil saber hacia donde miraba con tanta oscuridad en sus ojos.

—¿Por qué le dicen la Peste negra a ese chico?—pregunté con una mezcla de miedo y curiosidad a Francesco quien seguía a mi lado.

De venganza y otros placeresWhere stories live. Discover now