Una cita amarga

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El día de la cita finalmente había llegado y yo me encontraba super ser nerviosa porque pronto estaría a solas con Nikita. Me daba mucho miedo quedarme con ella porque siempre era muy intensa y terminaba acosándome pero aunque no deseaba salir con ella se lo debía por lo que hizo el día de la pelea. Si tan solo Adam me hubiera ayudado primero no estaría metida en este lío, aunque también es un poco mi culpa por haber aceptado. Ese sábado trabajé en la mañana y luego regresé a mi cuarto para cambiarme. Ella fue muy específica con Vincenzo, le dijo a la hora que debía liberarme y que me diera tiempo para ponerme lindo. Traté de verme lo más decente posible, me puse una camisa de botones ancha para que no se notara mucho mi pecho hasta me apreté las vendas un poco más fuertes por si acaso, luego busqué mi pantalón más nuevo que era uno color caqui de tela de vestir y me puse los únicos zapatos que tenía que eran los converse que me regaló Oliver. No me veía tan grandioso pero al menos lo intenté, después de todo no era un chico. No sabía como se debía ver un chico en sus días elegantes. Cuando ya estuve casi lista como toque final me unté un perfume bastante oloroso y me peiné el cabello de lado con gelatina de pelo. Al salir del baño Oliver quien todavía estaba en el cuarto se quedó mirándome fijamente, sus ojos estaban muy serios y me perseguían por todo el lugar pendientes a cada movimiento que hacia. —¿Por qué andas vestido así?—me preguntó con seriedad. —¿Acaso vas a tener una cita con el depravado de Vincenzo?—dejó escapar una media sonrisa.

—Pensé que ya no querías hablarme—respondí secamente.

—Aun no quiero hablarte pero se me hace raro verte vestido así—comentó. —Tu nunca te pones esas cosas.

—¿Estás tratando de decirme que me veo bonito y que por eso estas sorprendido?—dije a modo de broma. Aunque sabía que se molestaría no me pude resistir.

—Alguien parece que quiere llegar a su cita con un ojo morado—agarró la almohada y me la lanzó.

—No lo tomes tan personal, solo estaba bromeando un poco para limar asperezas—respondí esquivando el golpe.

—Pues esa no me parece una muy buena broma tonto, sabes muy bien que yo no bateo de ese lado—me aseguró con los ojos llenos de furia. Era como si los comentarios que pusieran en duda su sexualidad realmente le molestaran.

—Lo sé, eso no lo pongo en duda—dije desanimada porque eso me recordaba que mientras tuviera este disfraz jamas podría ser vista de otro modo por él. En estos momentos deseaba tanto ser Antonella, quería gritárselo pero tenía miedo de las consecuencias que habrían por eso. —Creo que mejor me voy antes de que mi cita se enoje porque llegué tarde—agarré mi abrigo y me lo puse.

—¿Entonces sí tienes una cita?—volvió a preguntar curioso.

—Sí pero no es con quien piensas—respondí rápidamente. —Yo no voy a salir con ningún chico, mi cita es con una chica femenina y guapa.

—Si es chica obvio que debe ser femenina idiota.

—Yo sé pero es que ella es bien pero bien femenina.

—¿Y se puede saber quien es esa chica con la que vas a salir? Seguro la conozco porque aquí no hay muchas—ese era el problema aquí todos conocían a Nikita porque era la chica bonita del colegio y si se enteraban de iba a tener una cita con ella eso iba a generar mucha conversación en el Colegio. Entonces todos me bombardearían con preguntas difíciles, sobre si nos acostamos o hicimos algo de eso y yo no sabría que contestar porque si digo que no hice nada me llamarían gay porque nadie le dice que no a una chica así pero si miento entonces ella me desmentiría y pienso que eso es mucho peor así que para evitar alguna de esas dos posibilidades lo mejor es callar mientras menos sepan mejor.

—No puedo decir su nombre porque soy un caballero y ya saben lo que dicen de los caballeros.

—Que no tienen memoria...

De venganza y otros placeresWhere stories live. Discover now