Conversaciones Tras el Fuego

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Mientras que Link estaba en el Templo del Fuego, el tiempo pasó para los demás. Decir que era algo angustiante tener que esperar la llegada del muchacho, así como el saber que era lo que había pasado, era algo a lo que Zelda no se acostumbra.

A las pocas horas que él entro al Templo, un Goron llegó a la Ciudad a través de la entrada secreta que estaba en el cuarto de Darunia.

El Goron informó que Link lo había salvado y que había ido a salvar a los demás de lo que podía ser un terrible destino.

La princesa sabía que él haría eso, pero no podía evitar sentir que que él se estaba esforzando demasiado.

Tras ese Goron, vino otro, luego otro más. Y así, hasta que al final de todo, la ciudad de los Gorns ya estaba cada vez más llena de vida. Pero habían pasado exactamente 3 días y Link seguía ahí dentro.

Ya estaban en la mañana del día 4... y no había señales de él. Más allá que un Goron llegó muy herido, diciendo que Link había ido a por el Goron que quedaba y que de ahí ayudaría a Darunia a hacerle frente a Volvagia.

Zelda estaba tan nerviosa que estaba yendo de un lado a otro, en espera de que Link aparezca por esa entrada. Pero nada. Y ya lo ha pasado así esos días desde que regresó.

-Sabes, no deberías estar así. – Se giró para ver a Diana. – No ayudas en ese estado de ánimo.

-Lamento que no sea el mejor, pero es obvio porque lo tengo. – Era verdad. – Solo deseo que regrese con bien.

-Creo que todos... Shawn fue por la entrada secreta con Ciela a por mi madre y unos cuantos, para que traten a los Gorons más heridos. Aunque algunos ya están mejor. Alice está... haciendo vigía en la entrada con los que están mejor para que no haya visitas indeseables.

Zelda asintió, eso era un alivio. Uno muy grande. A su vez, ella volvía a ver la entrada...

-... Zelda, no debes de...

-Odio esto, ¿Sabes? Esta emoción que sé que está ahí. Pero que no la puedo decir, porque de hacerlo... solo estaría condenándome.

-No tiene nada de malo eso. – Diana se puso a su lado. – Es solo...

-Por más que lo odie, mi madre tiene razón en una cosa. Estoy dejando que mis emociones me dominen cuando antes no era así. Antes podía estar más calmada. Este mes que ha pasado, he mostrado más emociones de lo que lo he hecho estos 7 años.

-Puede ser. – Diana le sonrió. – Pero eso no es malo. Digo, es de esperarse que te sientas así. Es nuevo para ti.

-Quizás. O puede que piense que... no soy digna de estas emociones.

Ahí la muchacha vio a su amiga con el ceño fruncido. ¿No era digna de lo que siente? ¿Qué clase de razón es esa? Puede que sea algo que no todos pueden entender, ella puede ser que no lo entienda. Pero que la misma Zelda lo diga de ese modo, no le gusta.

-¿Dices eso por qué la gente lo dice o por qué lo sientes así?

-Los dos... creo.

Diana soltó un suspiro de exasperación, su amiga no la estaba ayudando y esto cada vez se pone peor. Tomó aire y...

-Sabes, a veces siento que eres estúpida a pesar de llevar eso en tu mano. – Zelda rio un poco, dado que ella también lo creía... - Piensas mucho, cuando lo que sientes es... tan simple en verdad.

-Porque tengo que pensar en varias cosas y tú lo sabes. – Zelda sonó algo molesta al decir ello. – Mis decisiones, todas, tienen un peso. Y las Diosas saben que un error, el más pequeño, puede ser el peor para que... - la chica solo deseaba que el mundo se apiade de ella de vez en cuando. De que...

The Legend of Zelda: Ocarina of Time REDUXWhere stories live. Discover now