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En los últimos meses habían sucedido demasiadas cosas; múltiples ataques a nacidos de muggles, Howarts apunto de cerrar y para rematar Lucius Malfoy había conseguido que suspendieran a Albus Dumbledore de su puesto como director.

-Será mejor que te muevas.-Dijo Peter.-Son casi las once..., el partido.

Casiopea corrió a la carrera la sala común de Hufflepuff, cogió su Nimbus 2.000 y se mezcló con la gente que se dirigía hacia el campo de juego. Pero su mente se había quedado en el castillo, donde sonaba la voz que no salía de ningún sitio, y mientras se ponía su túnica de juego en los vestuarios, su único consuelo era saber que todos estaban allí para ver el partido.

Los equipos saltaron al campo de juego en medio del clamor del público. Cedric Diggory despegó para hacer un vuelo de calentamiento alrededor de los postes, y la señora Hooch sacó las bolas.

Los de Hufflepuff, que jugaban de color amarillo canario, se
habían reunido para repasar la táctica en el último minuto.

Casiopea acababa de montarse en la escoba cuando la profesora McGonagall llegó corriendo al campo, llevando consigo un megáfono de color púrpura.

-El partido acaba de ser suspendido.-Gritó por el megáfono la profesora,
dirigiéndose al estadio abarrotado.

Hubo gritos y silbidos. Oliver Wood, con aspecto desolado, aterrizó y fue corriendo a donde estaba la profesora McGonagall sin desmontar de la escoba.

-¡Pero profesora!-Gritó.-Tenemos que jugar... la Copa... Gryffindor...

La profesora McGonagall no le hizo caso y continuó gritando por el megáfono:

-Todos los estudiantes tienen que volver a sus respectivas salas comunes, donde les informarán los jefes de sus casas. ¡Vallan lo más deprisa que puedan, por favor!

Luego bajó el megáfono e hizo una seña a Casiopea para que se acercara.

-Black, creo que será mejor que vengas conmigo.

Preguntándose por qué sospecharía de ella en aquella ocasión, Casiopea vio que Peter se separaba de la multitud descontenta y se unía a ellos corriendo para volver al castillo.

Para sorpresa de Casiopea, la profesora McGonagall no se opuso.

-Sí, quizá sea mejor que tú también vengas, Pevensie.

Algunos de los estudiantes
que había a su alrededor rezongaban por la suspensión del partido y otros parecían
preocupados.

Casiopea y Peter siguieron a la profesora McGonagall y, al llegar al castillo, subieron con ella la escalera de mármol. Pero esta vez no se dirigían a ningún despacho.

-Esto les resultará un poco sorprendente.-Dijo la profesora McGonagall con voz amable cuando se acercaban a la enfermería.-Ha habido otro ataque... Un ataque doble.

A Casiopea se le detuvo durante unos segundos el corazón. La profesora McGonagall abrió la puerta y entraron en la enfermería.

La señora Pomfrey atendía a una muchacha de quinto curso con el pelo largo y rizado.

Y en la cama de al lado estaba...

-¡Hermione!-Gimió Peter.

Hermione yacía completamente inmóvil, con los ojos abiertos y vidriosos.

-Las encontraron junto a la biblioteca.-Dijo la profesora McGonagall.-Supongo que no podrán explicarlo. Esto estaba en el suelo, junto a ellas...

Levantó un pequeño espejo redondo.

Peter nego con la cabeza, mirando a Hermione. Ya que Casiopea está completamente inmóvil con los ojos vidriosos observando a su hermana.

-Los acompañaré a la torre de Gryffindor.-Dijo con seriedad la profesora McGonagall.-De cualquier manera, tengo que hablar a los estudiantes.

Casiopea siquiera pregunto por qué a la torre de Gryffindor y no a la sala común de Hufflepuff, seguía en estado de shock.

-Todos los alumnos estarán de vuelta en sus respectivas salas comunes a las seis en punto de la tarde. Ningún alumno podrá dejar los dormitorios después de esa hora. Un profesor los acompañará siempre al aula. Ningún alumno podrá entrar en los serviciossin ir acompañado por un profesor. Se posponen todos los partidos y entrenamientos de quidditch. No habrá más actividades extraescolares.

Los alumnos de Gryffindor, que abarrotaban la sala común, escuchaban en silencio a la profesora McGonagall, quien al final enrolló el pergamino que había estado leyendo y dijo con la voz entrecortada por la impresión:

-No necesito añadir que rara vez me he sentido tan consternada. Es probable que se cierre el colegio si no se captura al agresor. Si alguno de ustedes sabe de alguien que
pueda tener una pista, le ruego que lo diga.

La profesora salió por el agujero del retrato con cierta torpeza, e inmediatamente los alumnos de Gryffindor rompieron el silencio.

-Han caído dos de Gryffindor, sin contar al fantasma, que también es de Gryffindor, uno de Ravenclaw y otro de Hufflepuff-Dijo Lee Jordan, el amigo de los gemelos Weasley, contando con los dedos.-¿No se ha dado cuenta ningún profesor de
que los de Slytherin parecen estar a salvo? ¿No es evidente que todo esto proviene de Slytherin? Los herederos de Slytherin, el monstruo de Slytherin... ¿Por qué no expulsan a todos los de Slytherin?-Preguntó con fiereza.

Hubo alumnos que asintieron y se oyeron algunos aplausos aislados.

Percy Weasley estaba sentado en una silla, detrás de Lee, pero por una vez no parecía interesado en exponer sus puntos de vista. Estaba pálido y parecía ausente.

-Percy está asustado.-Dijo George a Casiopea en voz baja.-Esa chica de Ravenclaw.., Penélope Clearwater..., es prefecta. Supongo que Percy creía que el monstruo no se atrevería a atacar a un prefecto.

Pero Casiopea sólo escuchaba a medias. No parecía poder olvidar la imagen de Hermione, inmóvil sobre la cama de la enfermería, como esculpida en piedra.

Se sentía culpable, ella sabía dónde se encontraba la camara secreta y aún así no dijo nada.

Y aunque quiso no pudo, era como si estuviera hechizada; cada vez que intentaba mencionar el asunto de la camara a alguien se quedaba sin voz.

-¿Qué vamos a hacer?-Preguntó Ron a Casiopea al oído.

-No lose.-Contesto con voz triste.

























































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Es corto pero es por qué quise dejar toda la acción para los próximos capítulos.

Maratón 1/3

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