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Casiopea ya estaba acostumbrada a entrar en el andén nueve y tres cuartos. No había más que caminar recto a través de la barrera, aparentemente sólida, que separaba los andenes nueve y diez. La única dificultad era en hacerlo con disimulo, para no
atraer la atención de los muggles.

Aquel día lo hicieron por grupos.

Casiopea, Ron y Hermione (los más llamativos, porque llevaban con ellos a Pigwidgeon, Copito y a Crookshanks) pasaron primero: caminaron como quien no quiere la cosa hacia la barrera, hablando entre ellos despreocupadamente, y la atravesaron... y, al hacerlo, el andén nueve y tres cuartos se materializó allí mismo.

El expreso de Hogwarts, una reluciente máquina de vapor de color escarlata, ya estaba allí, y de él salían nubes de vapor que convertían en oscuros fantasmas a los numerosos alumnos de Hogwarts y sus padres, reunidos en el andén.

Casiopea, Ron y Hermione entraron a buscar un sitio, y no tardaron en colocar su equipaje en un compartimiento de uno de los vagones centrales del tren.

No habían visto a los Weasley o Scamander aún, pero le restaron importancia y bajaron del tren para saludar a los Weasley que los acompañaron.

-Quizá nos veamos antes de lo que piensas.- le dijo Charlie a Ginny, sonriendo, al abrazarla.

-¿Por qué?- le preguntó Fred muy interesado.

-Ya lo verás- respondió Charlie-. Pero no le digas a Percy que he dicho nada, porque, al fin y al cabo, es «información reservada, hasta que el ministro juzgue
conveniente levantar el secreto».

-Sí, ya me gustaría volver a Hogwarts este año -dijo Bill con las manos en los bolsillos, mirando el tren con nostalgia.

-¿Por qué?- quiso saber George, intrigado.

-Porque van a tener un curso muy interesante- explicó Bill, parpadeando-. Quizá podría hacer algo de tiempo para ir y echar un vistazo a...

-¿A qué?

Pero en aquel momento sonó el silbato, y la señora Weasley los empujó hacia las puertas de los vagones.

-Gracias por la estancia, señora Weasley- dijo Hermione después de que subieron al tren, cerraron la puerta y se asomaron por la ventanilla para hablar con ella.

-Sí, gracias por todo, señora Weasley- dijo Casiopea.

Las cosas con Remus se habían complicado, no era un simple resfrío, pero tampoco sabían que tenía realmente, tuvieron que internarlo en San Mungo. Sirius no tenía tiempo para trabajar, cuidar a las niñas y de Remus. Por eso mismo los señores Weasley se habían ofrecido para cuidar de las chicas durante las vacaciones.

-El placer ha sido mío- respondió ella-. Las invitaría también a pasar la Navidad, pero... bueno, creo que preferirán quedaros en Hogwarts, porque con una cosa y otra...

-¡Mamá!- exclamó Ron enfadado-. ¿Qué es lo que saben ustedes tres y nosotros no?

-Esta noche lo entenderán, espero- contestó la señora Weasley con una sonrisa-. Va a ser muy emocionante... Desde luego, estoy muy contenta de que hayan
cambiado las normas...

-¿Qué normas?- preguntaron Harry, Ron, Fred y George al mismo tiempo.

-Seguro que el profesor Dumbledore os lo explicará... Ahora, portense bien, ¿eh?
¿Eh, Fred? ¿Eh, George?

El tren pitó muy fuerte y comenzó a moverse.

-¡Digan lo que va a ocurrir en Hogwarts!- gritó Fred desde la ventanilla cuando ya las figuras de la señora Weasley, de Bill y de Charlie empezaban a
alejarse-. ¿Qué normas van a cambiar?

Always WolfstarWhere stories live. Discover now