19.

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El cigarro en la mano de Itadori desgastado dejó caer un par de cenizas en la acera que estaba fuera del restaurante. El pelirrosa curvó una sonrisa cuando volteó a mirar nuevamente a Satoru, pero esta vez ya no estaba vomitando.

— ¿Mejor? — preguntó el menor. Satoru aclaró un poco su garganta para intentar borrar el sabor del vomito de su boca y asintió.

— Qué pena contigo, no tenías que... — Itadori chasqueó sus dientes.

— No te preocupes, si tienes que vomitar más, adelante. — Satoru se sentó en el andén y miró hacia el cielo.

Se había levantado de la mesa a vomitar e Itadori lo siguió porque Satoru a duras penas podía mantenerse de pie.

— Oye, hablándote serio y sin intenciones de coquetear, creo que deberías superar a ese chico. — Satoru volteó a ver a Itadori. — No sé nada de lo que haya pasado entre ustedes, pero el ghosting es absurdo y para nada maduro. — Satoru volvió a ver el cielo.

— Supongo que... — relamió sus labios y tragó saliva un poco asqueado por el sabor del vomito. — Supongo que tienen razón.

Itadori se sentó junto a él ignorando que a menos de un metro estaba el vomito del albino. Satoru miró hacia al frente y se encogió de hombros.

— Quizá solo no quería aceptar que todo se tornara raro de la nada y seguía excusando sus acciones. — Satoru miró a Itadori. — Creo que hay alguien más.

— ¿Qué? — Satoru hizo una mueca.

— Es un amigo de su infancia. Es bastante lindo y ahora pasan mucho tiempo juntos. — Satoru pasó una mano por su cabello. — Justo como solía hacerlo conmigo.

Itadori mordió su labio inferior sintiéndose un poco mal por Satoru y no dijo nada. Lo único que podía hacer en este momento era brindarle sus oídos para escucharlo.

— Ya no quiero sentirme así. — Satoru miró al pelirrosa con sus ojos cristalizados. — ¿Por qué debo sentirme así? — Itadori abrió sus ojos como plato. El chico no esperaba que Satoru se pusiera a llorar.

— Yo... yo no lo sé. — Satoru bajó su cabeza y soltó una lágrima. — Solo sé que parece que lo quieres mucho y no es justo que te esté haciendo sentir de esa forma. — Satoru hizo puchero.

— Es que... Suguru le dio color a mi vida. — cerró sus ojos con fuerza. — Podía sentir que estaba volviendo a ser feliz si lo tenía a mi lado, me sentía fuerte si estaba a su lado. — limpió otra lágrima que se le escapaba. — Supongo que ahora debo ser fuerte por mi cuenta. — Itadori asintió.

— Es cierto, no puedes poner tu felicidad en manos de las demás personas...

Los dedos de Suguru estaban quedando, prácticamente, sin huellas. El pelinegro se había cansado de mandarle mensajes a Satoru y no tenía ni una repuesta. ¿Estaba tan ocupado el albino que no tenía tiempo para responderle?

— ¿Por qué tan ansioso? — Mahito lo miraba desde la cocina. Estaba preparando una lasaña.

— Satoru lleva días sin responderme. — Mahito enarcó una ceja.

— Tú lo ignoraste una semana. — Suguru volteó a mirarlo con odio.

— Estaba mal esa semana, tú mismo tuviste que lidiar con mi fiebre y mis dolores de cabeza. — Suguru regresó la mirada a su celular. — No quería que él me escuchara mal, no quería enviar un mensaje sabiendo que estaba mintiéndole con respecto a mi salud.

— Pues, es normal que no quiera hablarte. — Mahito se encogió de hombros. — Solo espera a que vuelva y resuelven. — Suguru suspiró. — Aunque... ¿no dijo que sólo eran pocos días? Ya van como 15 días.

Cornelia Street. [SatoSugu]Where stories live. Discover now