32.

526 110 53
                                    

Suguru estaba consciente ya. La enfermera le había puesto el catéter central y luego de un rato de haber despertado, le había dado un par de pastillas para que el malestar no fuese muy fuerte.

Suguru se preguntaba dónde estaba Satoru, Mahito estaba sentado en el sofá con Umiko a su lado. La niña había faltado a clase el día de hoy solo para acompañar a su padre y Suguru lo permitió, pero solo por hoy.

Suguru estaba consciente, pero no tenía muchas fuerzas para estar sentado, así que después de tomar sus pastillas, se recostó en la camilla y cerró los ojos aún despierto.

Entreabrió un poco sus ojos cuando sintió la puerta abriéndose. Era Satoru.

El albino caminó hacia la camilla y comenzó a sobar los cabellos sueltos de Suguru con una pequeña sonrisa en sus labios.

— Hola. – susurró Satoru haciendo que Suguru sonriera.

— Hola, tú. — Satoru se agachó un poco y besó los labios de Suguru. Medicina, sabían a medicina.

— ¿Me extrañaste? — preguntó el albino haciendo que Suguru soltara una pequeña risita.

— Siempre te extraño. — Satoru sonrió pasando su pulgar por la mejilla de Suguru.

— Cuando salgas de aquí, podemos ir a comer al nuevo KFC como lo prometimos. — Suguru asintió.

— Lo haremos. — Satoru volvió a dar un pequeño beso en sus labios y luego volteó a ver a Mahito que estaba con sus audífonos puestos mirando su celular mientras la niña dormía a su lado.

— Diles que vayan a casa. — dijo Suguru haciendo que Satoru volteara a verlo. — Cuídame tú hoy. — Satoru sonrió.

— No te dejaré ni un segundo solo, bonito. — Suguru apartó la mirada sonrojado. Todavía no se acostumbraba a los apodos cariñosos que Satoru usaba con él.

Al cabo de un rato, Mahito y Umiko se fueron al departamento a descansar. Ahora solo estaba Satoru junto a Suguru tomando su mano. Ya le había informado que mañana a primera hora empezaba con el tratamiento de eliminación de células infectadas y Suguru solo asintió nervioso.

Satoru miraba Suguru como si le estuviesen rompiendo los huesos. No había segundo del día en el que no deseaba intercambiar de lugar con Suguru y verlo fuera de todo eso.

Las primeras quimios siempre iban a ser más fuertes. Era un proceso nuevo al que nadie estaba acostumbrado y doloroso. Suguru siempre terminaba débil después de cada quimio, pero Satoru lo halagaba diciéndole que estaba haciéndolo muy bien y que estaba teniendo respuestas positivas.

Ya habían pasado 2 semanas y Satoru consideraba que era el tiempo adecuado para que hubiera suficiente espacio sano en su médula ósea para poder hacer el transplante de células madres.

— Hoy por fin vamos a hacer el transplante, Suguru. — informó Silvia sonriendo con emoción hacia Suguru.

— No sabes cuánto deseo salir de aquí. — susurró débilmente Suguru.

Silvia lo miró y curvó una sonrisa seguido de voltear a poner sus guantes para preparar la anestesia.

— También deseo que salgas de aquí. — dijo sin voltear a mirarlo.

Suguru se extrañó un poco por la falta de emoción que desprendieron esas palabras y frunció el ceño.

— ¿Por qué lo dices de esa forma? — Silvia volteó a verlo, pero antes de que pudiera responder, Satoru había entrado a la habitación.

— ¿Cómo estamos hoy? — hablaba emocionado con la mejor de sus sonrisas. 

— Me duele un poco la cabeza. — respondió Suguru con sinceridad haciendo que Satoru hiciera puchero.

— Es producto de las quimios de estas semanas, pero ya casi terminamos con todo esto. — Suguru asintió con una pésquela en sus labios.

Fuera de la habitación estaba Mahito que no se le permitía estar dentro mientras se realizaba el transplante de médula. El chico más ansioso no podía estar cada vez que tenía que ir al hospital ya que Nanami había actuado como si nada de lo que pasó entre ellos importara.

Ahora Ino sonreía mientras hablaba con el rubio, los ojos del castaño brillaban cada vez que algo se trataba de Nanami. Mahito lo sabía, Ino estaba enamorado.

La mirada penetrante de Mahito se desvió hacia otro lado cuando la rabia lo estaba llevando a su límite. Mahito estaba tan enojado con él mismo por haber llevado todo hasta la mierda. Si tan solo hubiese sido sincero con su esposa y hubiese hecho las cosas bien con Nanami, ahora no tendría que estar viendo cómo disfrutaba sus conversaciones con otra persona.

Nanami sonrió después de algo chistoso que había dicho Ino y su mirada aterrizó en Mahito. El chico miraba hacia la nada moviendo su pierna con impaciencia. Nanami sintió un bajón al verlo así.

— Ino, discúlpame un segundo. — dijo el rubio comenzando a caminar hacia Mahito.

— Claro. — susurró el castaño soltando un suspiro luego de que Nanami se alejara.

El corazón de Mahito casi se le sale por la boca cuando Nanami se sentó junto a él. La pierna le dejó de brincar y ahora su mirada estaba clavada en el piso.

— ¿Cómo estás tomando lo de Suguru?

— ¿Te gusta Ino? — la pregunta repentina de Mahito hizo que Nanami lo mirara sin entender.

— ¿Cómo? — Mahito lo miró con sus ojos llenos de tristeza.

— ¿Es por eso que no quieres ni verme a la cara? — Nanami enarcó una ceja. — ¿Es porque alguien más se ganó tu corazón? — Mahito rodó los ojos. — Espera, ¿qué cosas digo? es obvio que yo nunca lo tuve.

— Mahito, no te indignes como si la persona que actúa mal aquí fuese yo. — Mahito iba a hablar, pero Nanami continuó. — Te di mis tardes, mis noches, mis madrugadas. Te ayudé cuando estabas estresado, te abracé cuando los turnos nocturnos te consumían, incluso pensé en cambiarme de ciudad para poder estar allá contigo. — Mahito apartó la mirada. — ¿Y qué era lo que yo significaba para ti? nada. Solo te divertías conmigo y cuando los turnos acababan, volvías a casa con ella.

— No es a ella a quien quiero.— Nanami resopló.

— ¿Quieres que tome en serio las palabras de un traidor? — Mahito sintió como su pecho dolía. — No esperes que yo sienta alguna simpatía por una persona que fue capaz de traicionar a su esposa.

— Fue un error, un maldito error. Debí haberle dicho que ya no me sentía igual con ella, debí haber hecho las cosas bien contigo y no sabes cuánto me arrepiento de... — Nanami se levantó.

— Guárdate todas esas excusas para la siguiente persona que se atreva a ser tu juguete. — Mahito se levantó también.

— ¿Por qué no puedes creerme? — Nanami no dijo nada, solo lo miraba con su mandíbula apretada. — ¿Por qué no podemos volver a ser los de antes? ¿Es por Ino? — Nanami rodó los ojos.

— Deja de intentar buscarle otra razón a mi desamor por ti. — gritó Nanami haciendo que Mahito retrocediera mirándolo un poco en shock.

— ¿Desamor? — Nanami apartó la mirada. — ¿Ya no sientes nada por mí?

— No tengo tiempo que perder hablando contigo. Solo venía a decirte que espero que Suguru mejore un poco para que sus días aquí no sean contados. – dijo Nanami dándose la vuelta para comenzar a caminar.

— ¿Días qué? — Nanami enarcó una ceja. — ¿De qué estás hablando? — Mahito ahora estaba asustado.

— Pues sí, Satoru se los dijo. — Mahito tragó saliva.

— ¿Decirnos qué? — Nanami sintió como la vena de su frente iba a explotar en este momento y, finalmente, suspiró.

— Voy a matar a ese idiota.



HOLAAAA, he vueltooooo.
Me tomé un break pq estaba muy ocupada y tmb me daba pereza actualizar, pero aquí estoy otra vez pa hacerlas llorar😽 

Cornelia Street. [SatoSugu]Where stories live. Discover now