39.

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1 de enero. Suguru había estado en observación durante el fin de año y tuvo que estar, injustamente, aislado de su hija durante estos días porque no podía arriesgarse a tomar algún tipo de infección si volvía a tener contacto con el exterior.

Mahito se sentía un poco culpable porque, gracias a él, Suguru estaba pasando uno de los fines de año más tristes que alguna vez tuvo, pero sabía que había actuado solo por su bien.

— Buenos días. — Nanami llegaba a su casa luego del turno de noche en el hospital. Eran las 7am y tenía mucho dolor de cabeza después de haber pasado la noche vieja y la madrugada de año nuevo atareado intentando salvar la vida de un chico que se vio involucrado en una pelea.

— Buenos días. — respondió Mahito mientras caminaba al comedor con el desayuno preparado. — Te he cocinado esto. — puso el plato en la mesa haciendo que Nanami lo mirara un poco extrañado.

— ¿Qué? — Nanami puso su maletín a un lado junto a su puerta. — ¿Por qué?

— Solo no quiero estar aquí sin hacer nada. — Nanami suspiró y se acercó al comedor.

— Te dije que no tienes que... — miró hacia su cocina. — ¿Cambiaste mis tenedores de lugar? — Mahito asintió.

— ¿Te molesta? — Nanami se encogió de hombros.

— No, de hecho creo que se ve más espacioso el mesón sin ellos ahí. — Mahito sonrió.

— Por eso los cambié de lugar. — Nanami puso su mano sobre los cabellos de Mahito y los revolvió suavemente.

— Gracias, pero ya te dije que no tienes que actuar como si fueses mi sirviente, puedes estar en casa el tiempo que quieras y descansar. — Mahito suspiró.

— Solo estoy un poco aburrido aquí. Es año nuevo, casi todo está cerrado y tomará un tiempo conseguir un trabajo. — Nanami se acercó al lavamanos para limpiarse antes de comer.

— Ya te dije lo que tienes que hacer. — Mahito rodó los ojos sentándose en el comedor.

— Odio no hacer nada. — Nanami ahora caminó hacia el comedor y se sentó frente a Mahito.

— Puedes hacer otras cosas. Puedes leer, hacer ejercicio, meditar. — Mahito lo miró con asco.

— ¿Soy un hippie acaso? — Nanami sonrió y comenzó a comer. — Es aburrido aquí. — el rubio enarcó una ceja.

— ¿Es aburrida mi casa? — preguntó después de haber tragado.

— Un poco, al menos Suguru estaba más tiempo en casa. — Nanami ladeó un poco su cabeza.

— ¿Te aburres porque no estoy aquí? — Mahito apartó la mirada.

— ¿Cómo está Suguru? — preguntó para cambiar el tema.

Nanami no respondió.

— ¿El tratamiento está mejorando sus hemorragias? — Nanami tragó la comida y se recostó un poco en su silla.

— No lo sé, sinceramente. — Mahito lo miró con tristeza. — Estamos en una situación complicada en la que Satoru está a punto de enloquecer, pero jamás lo admitirá.

— Pero... se pondrá mejor todo, ¿cierto? — Nanami suspiró.

— Mientras Satoru siga luchando por mantenerlo aquí, se vale vivir con la esperanza. — Mahito recostó su cabeza en la mesa.

— Pienso mucho en Umiko y en lo sola que estará después de... — cerró sus ojos. — Solo quisiera ayudarla mucho después de eso.

— Creí que tenía a su abuela. — Mahito volteó a ver al rubio.

— Bueno... hay cosas que Suguru no sabe. — Nanami enarcó una ceja. — Hace más de dos meses que la señora me contó que está muy mal del corazón.

— ¿La abuela de Umiko está enferma? — Mahito asintió.

— Umiko estará sola. — Nanami apretó su labio inferior sintiendo un poco de pena por la niña. — Igual, no es como si Suguru tuviese un cancer en etapa terminal. — sonrió débilmente haciendo que Nanami imitara su vaga sonrisa.

— Sí, todavía hay mucho por hacer para que esté bien. — Mahito asintió apartando su mirada.

Satoru miraba a Suguru mientras este dormía. Su mirada se quedó clavada en un par de cabellos que estaban sobre la almohada del pelinegro. Suguru estaba perdiendo cabello.

Pasó su mano lentamente por la almohada intentando limpiarla para que cuando Suguru despertara, no viera eso, pero el pelinegro abrió sus ojos inmediatamente.

— Lo siento, te desperté. — Suguru parpadeó un par de veces para que sus ojos se acostumbraran a estar abiertos y sonrió un poco ante Satoru.

— Está bien, de igual forma, el dolor iba a despertarme ahora. — Satoru tragó saliva.

— ¿Tu garganta sigue con mucha resequedad? — Suguru asintió acomodándose un poco en su camilla. — Debiste avisarme antes, Suguru. — el pelinegro gruñó.

— Lo último que quería era estar encerrado nuevamente y fue, exactamente, lo que pasó. — Satoru hizo puchero.

— Prometo que voy a quitarte ese malestar. — Suguru curvó una sonrisa.

— Es algo tierno el hecho de que tú sigas aferrándome a la vida. — Satoru enarcó una ceja.

— ¿A qué te refieres? — Suguru apartó la mirada.

— Nada, solo... feliz año nuevo. — Satoru sonrió.

— Creí que no lo dirías. — Suguru hizo una mueca.

— No tiene nada de feliz estar aquí encerrado. — Satoru rodó los ojos.

— Es por tu bien. — Suguru asintió.

— Sí, he escuchado mucho eso. — Susurró mirando hacia la ventana de la habitación. — Solo quiero estar en casa.

Satoru miró a Suguru cargado de tristeza. Suguru estaba cansado de todo y Satoru lo sabía, pero... ¿qué poder inhumano tenía que adquirir Satoru para arrancarle el dolor y hacerlo estar bien de un momento a otro?

— Tengo algo para ti. — Satoru se levantó y caminó hacia la salida haciendo que la mirada de Suguru aterrizara en él.

— ¿A dónde vas? — preguntó, pero Satoru ya había salido del lugar.

Luego de un momento, el albino apareció nuevamente en la habitación, pero estaba vez se quedó parado en la puerta.

— ¿Qué estás haciendo? — Suguru sonreía desde donde estaba viendo a Satoru pegar algo en su puerta.

— ¡Tadan! — el albino se apartó de la puerta para que Suguru podía leer lo que estaba escrito en el cartel que había pegado.

— ¿Cornelia Street? — Suguru lo miró confundido sin dejar de sonreír. — ¿Por qué?

— He decidido traer la calle donde está tu hogar hasta el hospital. — Suguru lo miraba con cariño. — Asegúrate de sanar para que podamos volver a la verdadera Cornelia Street. — sonrió orgulloso de su idea.

— ¿Y si no es así, qué? — la sonrisa de Satoru perdió fuerzas.

— Nunca volveré a caminar por esa calle.

Feliz 2024🎉
Agradezco mucho a mis pocas lectoras que me quedan por haber estado conmigo en el 2023. Desafortunadamente se vienen capítulos duros y el final, pero les prometo nuevos proyectos más felices💃

Cornelia Street. [SatoSugu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora