27.

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Suguru salió del cuarto de Umiko una vez esta se durmió. Eran las 9 de la noche y hace 2 horas Satoru había salido casi volando de ese lugar a recoger a Umiko en su escuela. La niña estaba llorando cuando Satoru llegó.

Ahora Suguru se había quedado a su lado mientras que esta se dormía y, después de un rato, por fin pudo salir a la sala donde Satoru lo esperaba con una sonrisa un poco culpable en su rostro.

— Lo siento. — Suguru frunció el ceño.

— ¿A qué viene eso? — Satoru apartó la mirada.

— Bueno, supongo que te distraje y por eso olvidamos a Umiko en la escuela. — Suguru sonrió y se sentó junto a Satoru tirando del brazo del albino para que este recostara su cabeza en su hombro.

— No te culpes por eso, Satoru. — el albino volteó a mirarlo con sus grandes ojos azules.

— Amo la forma en la que mi nombre sale de tu boca. — Suguru lo miró un poco sonrojado. — "Satoru, Satoru, Satoru" nunca había pensado que mi nombre era tan lindo hasta que tú comenzaste decirlo.

Suguru apartó la mirada intentando ocultar su sonrisa, pero fue en vano.

— Dijiste que estabas enamorado de mí. — dijo el albino tomando la cara de Suguru entre sus manos para que volteara a verlo. — ¿Qué pasa ahora que sé que estás tan enamorado como yo? — Suguru miró a los labios del albino.

— ¿Casarnos y mudarnos a Colombia para conocer los pueblitos bonitos? — Satoru sonrió y dio un pequeño beso en los labios de Suguru.

— Te estoy hablando en serio, Suguru. — Suguru sonreía.

— Yo también, ¿qué tiene de malo Colombia? — Satoru rodó los ojos. — Oh, vaya, eres un xenofobico. — Satoru lo miró horrorizado.

— ¿Qué cosas dices? — Suguru soltó una carcajada. — Solo... nunca pienso irme de aquí. — Suguru lo miró con ternura. — No me imagino dejando de caminar por esta calle.

— No tenemos que hacerlo. — Suguru sobaba la mejilla de Satoru con su pulgar. — Permanezcamos aquí juntos, después de todo, este es nuestro hogar.

— Papá. — la voz de Umiko hizo que ambos presentes voltearan a ver hacia la puerta de la niña.

— ¿Te despertamos? — Suguru iba a levantarse, pero la niña negó con la cabeza.

— No te hablaba a ti. — el pelinegro enarcó una ceja.

— ¿Eh? — dijo Suguru mientras la niña miraba a Satoru.

— ¿Puedes venir a acompañarme a dormir? tuve una pesadilla. — la niña hizo puchero mirando al albino.

Suguru miró a Satoru ofendido y este último solo levantó sus manos en su defensa.

— No he hecho nada malo. — Satoru se levantó haciendo que Suguru lo siguiera con la mirada.

— Estás robándome a mi criatura. — señaló el pelinegro a Satoru haciéndolo reír.

Satoru ingresó con Umiko a la habitación y, cuando esta estaba acostada, la mirada un poco perdida de la niña hizo que el albino se extrañara.

— Hey, está todo bien, ¿cierto? — Satoru terminaba de poner la cobija sobre la niña.

Umiko suspiró y miró a Satoru casi haciendo puchero.

— ¿Qué, qué pasa? — el albino se sentó junto a la niña mirándola con preocupación.

— En realidad... quería hablar contigo sobre algo. — Satoru la miraba atento.

— Claro, dime. — la niña relamió sus labios y cerró sus ojos por unos segundos.

Cornelia Street. [SatoSugu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora