24.

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La noche siguiente, Satoru estaba recostado en un sofá frente a Suguru. Como estaba mucho más estable que otro pacientes, lo cambiaron de habitación y ahora solo estaría ahí hasta la tarde siguiente que termine su periodo de observación.

En la cama donde estaba Suguru, estaba Umiko sentada junto a Mahito que le contaban todo lo que había pasado en el día al pelinegro. Umiko había ido al colegio y después había pasado al cine con Mahito a ver Barbie.

Suguru miró de reojo a Satoru y se dio cuenta de que estaba quedándose dormido.

— Satoru. — habló Suguru haciendo que el albino se sobresaltara. — No tienes que quedarte hoy, te veo muy cansado. — Satoru negó con la cabeza.

— No, no. Solo estaba descansando la vista. — Suguru enarcó una ceja.

— No seas tonto, estoy fuera de peligro. Ve a descansar a casa. — Satoru se levantó y se acercó al pelinegro negando con la cabeza.

— No, estaré aquí y me aseguraré de que estés bien. — Suguru rodó los ojos.

— Bueno... — Mahito miraba su reloj. — Van a ser las 9 de la noche, tenemos que irnos, Umiko. — la pequeña hizo puchero.

— ¿No puedo quedarme con Satoru a cuidar a papá? — Satoru sonrió y acarició los cabellos de la niña.

— Me encantaría tu compañía hoy, Umiko, pero mañana debes ir a la escuela. — la niña suspiró y volteó a ver a su padre.

— ¿No puedo faltar mañana? — Suguru sonrió negando con la cabeza. — Papá... — replicó la niña haciendo que Suguru pusiera los ojos en blanco.

— Debes ir a la escuela, Umiko. — la pequeña resopló para, finalmente, voltear a mirar a Mahito.

— Está bien, vamos. — extendió sus brazos hacia el chico para que la cargara.

— Espera, antes iré al baño. No creo aguantar las ganas de hacer pis un minuto más. — Mahito salió corriendo de la habitación para poder ir al baño.

Estando fuera, miró hacia ambos lados del pasillo y su respiración quedó contenida cuando notó que al final del pasillo estaba Nanami sirviéndose un poco de café.

Mahito tenía que ignorar el hecho de que, cada vez que veía a Nanami, sentía que las piernas le fallaban y se le olvidaba actuar como un ser humano normal.

Nanami levantó su mirada y se topó con los peculiares ojos de Mahito mirándolo fijamente. El rubio apartó la mirada rápidamente y camino hacia su consultorio ignorando por completo la presencia de Mahito frente a él.

Ingresó al consultorio y caminó hacia su escritorio poniendo el vaso de café sobre este. Fue el sonido de su puerta abriéndose lo que hizo que Nanami se volteara hacia esta para volver a encontrarse con Mahito, pero ahora a pocos metros de distancia.

— ¿Seguirás ignorándome? — Mahito lo miraba sin parpadear.

— ¿De qué hablas? — respondió Nanami como si no supiera perfectamente de lo que estaba hablando Mahito.

Mahito cerró la puerta tras de sí y suspiró. Desde el principio sabía que Nanami era una de las personas más frías e inexpresivas que iba a conocer en su vida, pero... Mahito también sabía que estaba actuando como si nada de esto le importara porque, en el fondo, le importaba.

— ¿Tan mal la pasaste conmigo que no quieres ni siquiera hablarme? — Nanami miró a Mahito con un poco de molestia.

— Sabes muy bien que no es el caso. — Mahito se cruzó de brazos. — Tenías pareja y no me lo contaste, Mahito. — el chico suspiró.

Cornelia Street. [SatoSugu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora