34.

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Los ojos de Suguru se abrieron débilmente. Con el rabillo del ojo miró hacia la ventana y se dio cuenta de que era de noche. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se durmió antes de su transplante?

Al lado de la ventana estaba Satoru mirando el cielo, la expresión del albino hizo que Suguru deseara estar fuera de ese lugar. No era la energía que estaba acostumbrada a desprender el albino y Suguru se sintió mal. Se sintió mal por pensar en que, probablemente, estaba siendo el causante de pensamientos depresivos por parte de Satoru. Suguru quería estar fuera de todo esto.

El pelinegro bajó un poco su mirada hacia su pecho y se dio cuenta de que su catéter central era el causante del malestar que sentía ahí. Supuso que ahí era donde había pasado lo del transplante.

— Suguru. — la voz del albino hizo que Suguru levantara la mirada. — Ya despertaste. — Satoru subió su mascarilla y se acercó a la mesita de noche para tomar unos papeles.

— ¿Por qué la máscara? — dijo Suguru mirandolo confundido.

— Los pacientes después de un transplante están expuestos a muchísimas infecciones. Por tu seguridad, solo podré estar yo aquí y Silvia. — Suguru frunció el ceño.

— ¿No puedo ver a Umiko? — Satoru hizo una mueca bajo su máscara.

— Si nos encargamos de que esté limpia, puede hacer una visita en unos días. — Suguru apartó la mirada, claramente, triste. — Pero solo será una o dos semanas, se supone que después tu cuerpo comenzará a producir él mismo las célula sanas y podrás volver a casa. — Suguru lo miró.

— No me siento bien. — susurró el pelinegro.

— Es normal, vas a estar muy cansado durante estos días y, probablemente, te den nauseas o sientas malestar en la garganta y ojos. Por favor, dime cada vez que sientas algo como eso, lo de la garganta y los ojos no es muy buena señal. — Suguru asintió lentamente.

— ¿Puede salir algo mal? — Satoru se encogió de hombros.

— A veces el cuerpo rechaza las células sanas, pero no creo que ese sea el caso. — Suguru no dijo nada y Satoru se sintió un poco mal por no saber qué decir para aliviar los ánimos de Suguru.

Satoru siempre estaba expuesto a este tipo de situaciones donde los pacientes tenían que afrontar enfermedades o verdades imparables, pero nunca había sido un paciente que amara con todo su corazón como lo hacía con Suguru.

— Son casi la 10 de la noche, creo que debería dejarte un momento para que...

— No me debes solo, Satoru. — susurró Suguru sin mirar al albino. Los ojos del pelinegro estaban clavados en una esquina de la habitación. — Por favor.

El corazón de Satoru comenzó a golpear fuertemente contra su pecho. Odiaba tener que sentir el miedo en las palabras de Suguru. No era justo.

— Solo... creí que querrías descansar. — Suguru lo miró.

— Acabo de despertar. — Satoru curvó una sonrisa.

— Cierto, ¿quieres ver una película o algo así? — Satoru miró hacia el televisor que estaba en la pared frente a la camilla de Suguru. — Creo que esa cosa tiene netflix o Disney. — Suguru sonrió.

— Sí, está bien, pero me gustaría comunicarme antes con Mahito, quiero saber que esté bien cuidada Umiko. — Satoru asintió.

— Claro. Ya te paso tu celular.

Mientras Suguru hablaba con Mahito, Satoru buscaba alguna película en netflix, pero todo le parecía muy aburrido.

— Oye, llevas un buen rato en eso. — la voz de Suguru llamó la atención de Satoru. Ya había terminado de hablar por celular y ahora miraba a Satoru sonriendo.

— Es que no encuentro nada bueno. Iré a Disney. —
Suguru lo miraba con cariño. — Aquí solo hay Marvel, no hay una... uh, me encanta esta, tenemos que ver Juego de Gemelas. — Satoru sonreía, pero su sonrisa desapareció de golpe cuando se dio cuenta de lo que acababa de decir.

— ¿Qué pasa? — preguntó Suguru sin comprender porqué Satoru lo miraba con culpa.

— Lo siento, no quise... no quise... — Suguru sonrió.

— Oh, no me digas que estás así por las gemelas. — Satoru hizo puchero. — Tranquilo, Umiko y Nanako siempre serán hermanas aunque una de ellas no esté en este mundo. — Satoru todavía se sentía culpable.

— Bueno, veamos otra cosa.

— No, si te gusta, podemos verla. — Satoru negó con la cabeza. — Aparte, nunca la he visto. — el albino lo miró sin poder creerlo.

— ¿Qué? — Suguru asintió. — Es un clásico. — volteó hacia el televisor y le dio play a la película. — Pon mucha atención, quiero que la disfrutes.

Suguru sonrió ante lo emocionado que estaba Satoru por ver una película. Aunque estuviese en una condición bastante incómoda, hacer algo tan cotidiano con Satoru como ver una película le recordaba los placeres de estar vivo. Suguru adoraba estar vivo.

— Oye, Satoru. — habló Suguru antes de que la película empezara.

— ¿Mhm? — dijo Satoru volteando a verlo.

— ¿Me das un beso?

Los ánimos de Satoru cayeron al piso. Ver a Suguru tan débilmente pedirle un beso, le rompió el corazón. Satoru no podía hacer eso.

— Lo siento. — la mirada de Suguru se desvió. — No puedo hacer eso ahora porque sería exponerte. — Suguru asintió sin ánimos.

Satoru bajó su mascarilla, tomó la mano del pelinegro y se acercó un poco a esta depositando un dulce beso.

— Prometo darte miles de estos cuando sanes, Suguru. — el pelinegro curvó una sonrisa.

— ¿Y si no sano? ¿Me muero sin beso? — bromeó Suguru haciendo que Satoru rodara los ojos.

— Cállete, por dios. — Suguru soltó una pequeña risita.

Ahora ambos tenían su mirada fija en la película. Satoru la amaba, Suguru estaba casi quedándose dormido del aburrimiento.

— De verdad, no puedo creer que tuviesen la misma cara y, hasta que vieron las fotos, fue que descubrieron que eran hermanas. — Satoru lo miró con su ceño fruncido.

— Oye, no cuestiones mi película. — Suguru sonrió.

— Solo digo que es un poco estúpido. — Satoru rodó los ojos.

— Cuando seas productor de películas, das tu critica. — Suguru sonrió aún más. Para Suguru, la compañía de Satoru era como un abrazo al corazón.

No dijeron nada más, siguieron enfocados en la película. Satoru iba a comentar algo sobre el final, pero cuando se dio vuelta, Suguru ya estaba dormido.

Con una pequeña sonrisa, Satoru se acercó al pelinegro y acomodó un poco su almohada para que pudiera descansar bien.

Sin pensarlo bien, bajó su mascarilla y le dio un beso en la frente. Se alejó lentamente y suspiró.

Satoru quería decirle a Suguru que habían otras complicaciones en su cuerpo, pero no quería darle más tristezas.

— Supongo que el otro transplante deberá esperar. — susurró acariciando los cabellos de Suguru.

El albino estaba considerando dejar el transplante de hígado para unas semanas más tarde, eso sería lo mejor para que el cuerpo de Suguru no estuviese tan agotado.

Silvia entró a la habitación y se asustó cuando vio a Satoru ahí.

— Doctor, Gojo. Venía a hacer chequeo de Suguru. — dijo intentando regular su respiración.

— Tranquila, yo me quedaré con él. — la chica asintió. — Ah, antes de irte. — Silvia lo miraba atenta. — ¿Podrías conseguirme juegos de mesas o libros para colorear?

— ¿Eh? — Silvia enarcó una ceja.

— Por favor. — Satoru miró a Suguru. — No quiero que se aburra aquí adentro.





Doble actualización porque quiero preguntarles una cosa 🤨

¿Si yo escribiera una fic Nanahito (Nanami x Mahito) la leerían? respondan o me mato y no hay más caps🙈

Cornelia Street. [SatoSugu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora