Cincuenta y cuatro

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Al día siguiente de emborracharme con el vino, no me levanté para ir a clase

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Al día siguiente de emborracharme con el vino, no me levanté para ir a clase. El día entero estuve en cama, componiendome de la resaca y poniendo a prueba el lado más bonito de Harry. El de un hombre atento y hogareño que al llegar del trabajo trae analgésicos como una vez lo hice yo por él y prepara la comida.

Una sopa de fideos y camarones rellenos de queso y vegetales. Laborioso y delicioso. Lo llevó todo a la cama y comimos juntos mientras nos reíamos del ridículo que hice la noche anterior.
Luego, salió a comprar viveres, volvió más tarde con helado y vimos la película de Titanic por la noche.
La había visto novecientas mil veces a lo largo de mi vida, pero siempre se me erizaba la piel en las últimas escenas cuando Rose llegaba a Nueva York y bajo una melancólica llovizna adoptaba el apellido de Jack, luego, de anciana, arrojaba el corazón del mar de vuelta al océano y fallecía calientita en su cama como se lo prometió su gran amor.

-Dios mío, mira eso- levanté mi brazo para enseñarle a Harry mis bellos en punta mientras en la televisión Jack y Rose se daban un beso en la última escena antes de los créditos. Entonces Celine Dion comenzaba a cantar y a mí me daba un vuelco el corazón.

Harry rio y acarició mi brazo. Después, alcanzó el control remoto en la mesa de noche para apagar el televisor y antes de quedarnos dormidos hablamos un rato sobre las formas en que Jack Dawson hubiera sobrevivido.
Nadie me quitaría de la cabeza la idea de que la puerta era lo suficientemente grande para sostener a ambos.

-Una vez leí por ahí que James Cameron comprobó que en realidad no había forma de que la puerta sostuviera a ambos- dijo Harry.

-Podían intentarlo, podían turnarse de a ratos- insistí, pero él, con una sonrisa, se quedó pensando un minuto y para aumentar mi ansiedad añadió:

-Yo sé cómo podría haberse salvado Jack.

Nos miramos. Yo con la curiosidad latente y él con esa misma sonrisa de antes.

-Si Rose se hubiera subido al bote salvavidas cuando Jack se lo pidió, entonces él hubiera tenido la oportunidad de salvarse a sí mismo, la oportunidad de encontrarse con la puerta y no habría tenido que salvar la vida de nadie más que la suya. Jack le salvó la vida a Rose, pero ella al estar ahí lo estaba matando.

Hice una expresión de dolor, me llevé una mano a la boca y Harry se soltó a reír con fuerza.

-Ay no, Harry, si yo fuera Rose no podría vivir en paz. Seguramente ella también habría pensado eso en algún momento de su vida...

-Amor, Rose no existió ¿De qué hablas?

-Ash, sabes a lo que me refiero.

-No, realmente no- ronroneó al acurrucarse más cerca, apretandome entre sus brazos y besó mi mejilla ruidosamente, yendo luego hasta mi oreja para morderla.

Después, él durmió tranquilo y a mí me tomó otro rato salir de la impresión que la película me causaba siempre.

Al siguiente día, ya me sentía demasiado a gusto en esa cama, una sola con las sábanas. Amanecí entre los brazos de Harry y su cara estaba en mi nuca. Podía sentir su respiración acompasada contra mi piel, así que no me moví por unos minutos. Su respiración, ademas de acariciarme, producía un suave silvido que, por alguna razón, me pareció dulce. Fácilmente podría haberme quedado ahí otro día más, pero era sábado por la mañana y debía irme a la florería.

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⏰ Última actualización: Oct 02, 2023 ⏰

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