V e i n t i s e i s

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En la misma avenida popular en donde se encontraba la cafebrería, había un parque grande que no había visitado nunca y me parecía un poco vergonzoso que así fuera porque era uno de los puntos más conocidos y bellos de la ciudad

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En la misma avenida popular en donde se encontraba la cafebrería, había un parque grande que no había visitado nunca y me parecía un poco vergonzoso que así fuera porque era uno de los puntos más conocidos y bellos de la ciudad.
En ese parque habían diferentes atracciones, áreas para hacer picnic en días soleados, para jugar golf, para ejercitarse, un lago artificial con puentes e incluso había una zona de comida con mesas y bancas de mármol bajo los árboles, a un lado de un puesto grande donde en esa época del año vendían chocolate caliente y bizcochos, además de su menú habitual de hamburguesas y hot dogs.

—No puedo creer que nunca hayas venido aquí, debí invitarte hace tiempo, es un buen lugar para una cita— pensó Harry en voz alta mientras caminábamos entre una multitud de personas en dirección a la pista de patinaje, situada cerca del área de comida.
—Cualquier lugar es bueno para una cita cuando estás tú en él— respondí con voz muy baja, no tenía la entera intención de que me escuchara, tan solo había sido algo que pensé y que sentí la imperiosa necesidad de decir, pero que produjo un leve rubor en mis mejillas cuando Harry volvió los ojos a mí.
Claramente, a pesar de mi tono de voz, me había escuchado.

—¿Qué?— preguntó con una risita.
—Nada, el lugar es lindo, no sé por qué no vine antes— traté de cambiar el tema y Harry tomó mi mano en la suya.
A pesar de que la gruesa capa de tela de los guantes que envolvían nuestras manos, ese contacto se sintió bien.
—Si te escuché— aclaró divertido— eres adorable, cariño.
—Ya lo sé— acepté sin modestia y Harry plantó un beso en mi mejilla al detenernos al frente de la pista de hielo.

Ahí, tal como lo prometió, intentó enseñarme a patinar en hielo.
Eso era algo que nunca había hecho, pero que me gustaba ver cuando visitaba algún centro comercial que tuviera una pista como esa.
Existía cierto encanto artístico en ese deporte, aunque estaba segura de que no lograría aprender nada en un solo día.

Tomar las manos de Harry, no era suficiente para que al andar no cayera precipitada al hielo.
Era más complicado de lo que creí, me costaba mantener el equilibrio y mi compañero se estaba divirtiendo bastante al verme resbalar incluso cuando me tomaba de ambas manos.

—¿Qué haces? Debes mover un pie a la vez— rió.
—Eso es lo que intento— chillé y luego también reí, dejando los pies inmóviles y las rodillas flexionadas deslizándome tan solo porque Harry me jalaba.

Al final volví a caer.
Era inevitable, cuando sentía que estaba cerca del desastre decidía no resistirme, así que me dejaba caer, pero esta vez fue un poco más violento que las veces anteriores y accidentalmente me sostuve del abrigo de Harry, jalándolo junto conmigo, causando que él también perdiera el equilibrio y cayera de rodillas.

—Estamos haciendo el ridículo— murmuré mientras Harry, con toda su actitud benevolente y la calma que lo caracteriza, me ayudó a ponerme de pie.
—Ridículo es salir desnudo a la calle y que nadie te voltee a ver— replicó Harry, sacándome una carcajada por ese extraño comentario— mi madre solía decirlo— aclaró.
—Que vergonzoso resultaría— opiné.
—Pero en tu caso estoy seguro que todos voltearían a verte, linda.
—No hablemos de eso— objeté e intenté soltarme de sus manos para intentar avanzar por mí misma.

Querida mía | Harry Styles |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora