T r e i n t a

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Temprano por la mañana, abrí los ojos y a mi lado, el cuerpo desnudo de Harry me resultó uno de esos grandes deleites que no se puede evitar tomarse el tiempo de admirar por unos minutos

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Temprano por la mañana, abrí los ojos y a mi lado, el cuerpo desnudo de Harry me resultó uno de esos grandes deleites que no se puede evitar tomarse el tiempo de admirar por unos minutos.
Dejé un besito en su mejilla y luego en la comisura de su boca, donde le sentí moverse un poco.
Sus labios entreabiertos, se cerraron y luego volvieron a separarse cuando movió la cabeza y correspondió a mi beso con suavidad y calma.
Estaba apenas despertando.

—Hola— susurró y luego hizo un ruido con la garganta, similar al que haría un gato cuando le acaricias el lomo.

—Hola bonito— le respondí y acaricié su pecho, encontrandome en el camino con el collar de plata que colgaba de su cuello.
Jugué con él por un minuto mientras nos besabamos lento, dejando pasar suspiros entre nuestras bocas.
Un cosquilleo trepó veloz por mi espalda. Ese era el beso más bonito que nos hubieramos dado. No era desesperado, ni atrevido, parecía más un beso de cuento, tan delicado como la caida de una pluma en el aire y al ser de ese modo, me permitía disfrutarlo al cien, cada instante como si fuera una eternidad.

Sonreí. Estaba recostada parcialmente encima de su cuerpo, mi pecho sobre su hombro, mi abdomen sobre su cadera, mis piernas flexionadas por detras se columpiaban en el aire y su mano posada en mi espalda baja acariciaba mi piel de arriba a abajo con las yemas de los dedos, provocandome una sensación de hormigueo en todo el cuerpo.

—¿Que hora es?— preguntó cuando bajé a besos a su cuello.
Me incorporé un poco para alcanzar a ver la hora en el reloj de la mesa de noche.

—Las seis treinta, deberíamos levantarnos ya— dejé un último beso en su boca y abandoné la cama.
Harry en cambió soltó un quejido.

—No, ven, besame... hagamoslo un rato.

—No hay tiempo para hacerlo.

—Un rato— rezongó como un becerro y ese tono me resultó bastante adorable, pero no habia tiempo para esas cosas.

Reí y di vueltas por su habitación, buscando mi ropa entre el desorden que habiamos dejado la noche anterior alrededor de la cama. Parecía como si un torbellino hubiera cruzado por ahí.

Encontré mi ropa interior. El sostén y las bragas. Me las puse en ese orden.
Harry mientras tanto se estiró haciendo ruiditos y con esa voz ronca y atractiva, volvió a llamarme.

—No, no te vistas, vamos a hacerlo, será rapidito.

—Mi amor, no podemos irnos tan tarde. No quiero perder todo el dia en carretera. Si nos vamos ahora, llegaremos a mi casa como a las cuatro y podremos aprovechar la tarde ahí.

Soltó un quejido y se dio vuelta en la cama. Luego hubo silencio. Luego otro quejido más y se revolcó otra vez.
Me reí.
—No seas payaso.
El chico suspiró y se impulsó para ponerse de pie.

La noche pasada le habia ayudado a preparar su maleta para que pudiera ir conmigo a Carolina a visitar a mi familia y ahora todo lo que debia hacer era vestirse.

Querida mía | Harry Styles |Where stories live. Discover now