D i e c i o c h o

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NARRA HARRY

Cuando vi a Alika alejarse rápidamente por el jardín sentí mi corazón encogerse y me arrepentí de haber mantenido la boca cerrada todo ese tiempo.
Sentí tristeza y enojo, mucho enojo... o quizás era furia.
-Te dije que hablaría contigo mañana- bufé de mala gana y con pasos iracundos me dirigí hacia mi casa.
Anna me siguió rápidamente y yo no tenía la intención de permitirle pasar a mi casa, lo había hecho otras veces.
El verano pasado cuando vino a hablar conmigo. Las cosas no terminaron bien y de alguna forma ella llegó hasta mi cama.
No quería que eso sucediera de nuevo.
Estuvimos reteniendonos de forma insana por mucho más tiempo del que debímos. Encontrándonos esporádicamente desde que ella se marchó a Nueva York, algunas veces yo iba por ella o ella llegaba por mi y la excusa era hablar del divorcio, pero eso nunca nos funcionaba.
Era más fácil mantenernos firmes cuando hablábamos por teléfono. Éramos maduros, decididos y juraría que hasta habíamos dejado de amarnos cuando tan solo podíamos escuchar nuestras voces por el teléfono, pero al estar uno frente al otro nuestra determinación duraba poco, luego llegaban las lágrimas, las palabras hirientes, las disculpas, más llanto y luego abrazos, besos, sexo.
No podíamos seguir así.

-Ese fue el acuerdo, que hablaríamos mañana en un lugar público- repetí obstinado.
-Lo sé- respondió.
-Entonces, ¿Qué haces aquí?- le interrogué y me parecía absurdo hacerlo porque yo sabía perfectamente la razón por la que estaba ahí, comencé a sospecharlo desde que me envió una serie de mensajes unas semanas atrás, diciendo que debíamos hablar "urgentemente".
-Bueno, pensé que no importaría hablar ahora, llegué temprano hoy y no conozco a mucha gente...
-No podemos seguir así- la interrumpí.
La chica calló y nos miramos fijamente por un momento.
Estábamos al pie del pórtico.
Yo tenía la puerta abierta a mis espaldas y no quería permitirle pasar pero tampoco me atrevía a dejarla ahí afuera.
Sus ojos siempre tuvieron el talento de hacerme sentir culpable con una sola mirada.
Me di vuelta y me alejé, haciéndole comprender que podía seguirme si así lo deseaba.
En efecto, cruzó la puerta, la cerró con cuidado y caminó conmigo hasta la cocina.

-¿Quien era ella?- preguntó al alcanzarme. Quería hablar de Alika ahora, pero yo no permitiría que desvíe la conversación.
-¿Estás aquí para que suceda lo mismo de siempre?- le interrogue y ella parecía molesta pero también nostálgica.
Anna sabía que me refería al sexo.
-¿Es tu novia?- insistió mientras yo tomaba el café de la alacena. Estábamos compitiendo por ver quién hacia la pregunta más atrevida y yo le daba la espalda para evitar perder otra batalla más con sus ojos.
-Eso que importa.
-¿Eso que importa?- exclamó- perdóname Harry, quizá no estás bien enterado, pero yo sigo siendo tú esposa y al salir con otras mujeres me estás siendo infiel, eso tiene un nombre, es adulterio.
-Como si tú no hicieras lo mismo con otros hombres- ataqué- ¿O me dirás que estos últimos años me has sido fiel?- la miré sobre el hombro y ya comenzaban a aparecer las lágrimas en sus ojos- no, claro que no- confirmé.
-¿Por qué me estás tratando así? Si no querías verme pudiste decirlo.
-Lo dije- me di vuelta sobre los talones- te dije que no aquí, no ahora- miré la hora en mi reloj y luego levanté la muñeca para enseñarselo- son las diez treinta de la noche, hablar a las diez treinta de la noche en mi casa no nos va a llevar a nada más que a la misma estupidez de siempre y ya estoy cansado, se que a eso has venido y no puedo más, no puedo creer que sigas buscándome ¿Por qué? ¿Por qué lo haces?
-levante la voz y ella con las lágrimas rodando sobre sus mejillas frunció el ceño ligeramente y negó con la cabeza.
-¿No lo sabes?- me preguntó y mi lengua se atoró, mi respiración, el latido de mi corazón... todo.
Suspiré y llevé una mano a mi rostro.
Reposado de espaldas a la barra de la cocina y con la cabeza abajo, trataba de mantener el control, trataba de decir lo correcto, lo que le hiciera a Anna entender.
-Mi am...- me detuve.
De nuevo, estuve muy cerca de llamarla «mi amor» aunque ya no lo era. Era la costumbre, que por alguna razón no se perdía a pesar de los malditos años que estuvo lejos.
La chica se quedó mirandome sin hablar y yo traté de reanudar lo que iba a decir.
-Hace mucho tiempo que debimos terminar con esto- murmuré y ella deformó el rostro tanto que creí que comenzaría a llorar a gritos, pero no lo hizo, se resistió y aspiró profundo antes de darse vuelta y caminar velozmente hacia la sala.
-Anna- llamé y la seguí hasta donde estaba.
Ahí, la encontré sentada en un sofá con los codos en las rodillas, la frente en sus palmas y lloraba en voz baja.
Me sentí mal por verla así.
No entendía lo que pasaba por su mente, lo que en aquella ocasión la hizo volver.

Querida mía | Harry Styles |Where stories live. Discover now