V e i n t i s i e t e

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Cuando el cabello de Harry se alborotaba, podría jurar que se volvía más largo y a la vez, más cautivador

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Cuando el cabello de Harry se alborotaba, podría jurar que se volvía más largo y a la vez, más cautivador. Mis manos se aferraban a esa vaporosa melena como si fuera lo más preciado en la tierra y mis dedos daban vueltas, disfrutando de su sedosa textura.
Sus ojos eran otro asunto con la misma fuerza de abrumarme, de excitarme tanto mientras se movía suavemente por encima de mí y yo sentía venirme de nuevo.

Había pasado un rato sin que dijéramos nada, el silencio es el lenguaje de quienes se tienen tanto deseo que las palabras sobran, así que en lugar de usar la comunicación verbal, nos decíamos muchas cosas a través de las miradas y de las manos y de los besos.

Con una caricia bajé una mano a lo largo de su nuca mientras él deslizaba suavemente su lengua en mi boca. Luego, mi mano lo recorrió otro poco hasta su hombro y por ahí, sentí de pronto con los dedos la textura rugosa de la herida que en otras ocasiones le había visto, pero que hasta ahora nunca tuve el atrevimiento de mencionar.
La palpé tímidamente pero Harry tomó esa mano de inmediato y también la que jugaba con su cabello, para llevar ambas por encima de mi cabeza.

Tuve la corazonada de que le había resultado incomodo que tocara su herida y por eso tomó posesión de mis manos, aunque él no dijo nada y continuó besándome por un minuto antes de detenerse, tan solo para envestir rápida y profundamente contra mí.
Gemí curvando mi cuerpo y sus manos apretaron otro poco las mías que continuaban bien puestas sobre mi cabeza sin poder escapar.
Harry jadeó, su aliento acarició mi mentón, su lengua se deslizó fugazmente por mi cuello y luego mordió el lóbulo de mi oído con un ronroneo.
Empujó su pelvis con fuerza otro par de veces, frotó en círculos, gimió suave y tendido contra mi oído y vibró de pronto, demostrándome que estaba en medio de un orgasmo.

Con un suspiro en voz baja dijo mi nombre y salió repentinamente de mí, quedándose quieto por un momento.
Soltó mis manos que esta vez tocaron su pecho duro, húmedo y caliente, donde también podía sentir el latido alborotado de su corazón. Después me miró de nuevo y tomó mi cintura firmemente para ayudarme a rodar junto con él.

Ambos estábamos excitados aún y la noche era larga.
El canto de un grillo se escuchó al otro lado del ventanal cuando me senté sobre su regazo y él, recostado por debajo de mí, me miraba con esos intensos ojos verdes, analizando mi cuerpo.

Sentí un cosquilleo por dentro.
Me halagaba verle admirarme de esa forma, pero algo más fuerte que mi autocontrol me impulsaba a buscar la manera de cubrirme al sentirme tan observada como en ese momento.
Dejé caer mi cabello por encima de mi pecho, tratando de que eso pareciera un acto natural para que Harry no se diera cuenta de mi timidez.
Jugué luego con la cadena de plata en su cuello, de la que colgaba una cruz y él acarició mi cintura.

―¿Estás cansada, mi amor?― preguntó.
―No― respondí y me incliné para besarlo.

Sabía que era su intención seguir otro rato más y tan solo bastaban unos besos y un poco de contacto físico para comenzar de nuevo.
Se deshizo del condón y se colocó otro.
Entró a mí y con ambas manos en mis caderas, se limitó por un rato a disfrutar de lo que yo hacía al estar sobre su cuerpo.

Solté una risita cuando sus parpados se cerraron un poco y sus pupilas desaparecieron por un microsegundo.
Me encantaba que los estuviera disfrutando tanto.
Harry también sonrió y jadeó.

―Así, nena, ven, acércate a mí― suplicó, jaló de mí y me abrazó con fuerza.

Yo aun buscando mantener el control, continué moviéndome pero los suaves gemidos que salían de la boca de Harry estaban debilitándome, haciéndome temblar como gelatina y experimentar intensas oleadas de placer.
Estaba haciéndole el amor a mis oídos con todo eso.

De pronto, no pude moverme más y Harry flexionó las piernas para poder impulsarse desde abajo, moviéndose rudamente y causando con esto que yo perdiera la cabeza al ritmo de ese golpeteo.
Escondí el rostro en su hombro, inundándome del rastro delicioso de su perfume y gemí débilmente, disfrutándolo bastante.

Continuó moviéndose desesperado y loco. Intentó rodar de nuevo, pero esta vez el espacio del sofá se nos agotaba y caímos como dos idiotas al suelo donde al menos los cobertores que Harry había arrojado ahí, amortiguaron nuestra caída.
Carcajeamos, intentando recuperar la estabilidad.
Harry me dio vuelta, esta vez de boca contra el suelo y experimenté una sensación de gran sensualidad.
Curvé mi cuerpo mientras él dejaba un camino de húmedos besos por mi espalda.
Deslizó una mano hasta mi vientre para levantarme un poco y volvió a tomarme por las caderas al entrar a mí.
El placer salió en forma distorsionada por mi boca, apoyé una mejilla contra el suelo de madera y estiré los brazos sobre mi cabeza mientras Harry por detrás de mí, envestía a un delicioso ritmo.

Creí en ese momento que podría morir a causa del placer que se propagaba por cada rincón de mí y me dejé caer sin más fuerzas al suelo.
Giré y acabé con los brazos abiertos mirando al techo y me pareció que había diminutas estrellas de neón brillando de diferentes colores por encima de nosotros, dando vueltas mientras lo único que podía escuchar era el sonido producido por los labios de Harry al besarme de aquí para allá, pasando por mi vientre, mi pecho, mi cuello y de vuelta hacia abajo, hasta llegar a mis muslos.
Mordí mis labios y le regalé una sonrisa cuando me miró.

―Eres hermosa― murmuró.
―Gracias.

Luego suspiró, me dio un beso en la mejilla y jaló de mí para ayudarme a levantarme.
No se interesó por el desorden que dejamos en la sala, tan solo tomó los cobertores.
Me llevó hasta su habitación para que pudiéramos disfrutar de la cama.
Ahí, su perfume flotaba por el rededor.
Me preguntaba si provenía principalmente de las sabanas de su cama, o si también las mesas, las puertas y paredes emanaban ese delicioso aroma.

Lo miré con una sonrisa cuando se dirigió al baño.
Yo en cambio, lo esperaba en la cama, sentada.
Lo esperaba como si no tuviera el atrevimiento de recostarme si él no estaba ahí para hacer lo mismo.
Lo observé mientras se empapaba la cara con agua. Deslizó una mano desde su frente hasta su nuca, regresando su cabello a su orden original, ese fantástico habito que tenía de despejarse el rostro, era como un acto reflejo, tenía una manera particular de hacerlo, no como cualquier otra persona se apartaría el cabello, él tenía un toque de glamour.
Tomó una toalla de un gabinete, se la pasó por el rostro, la dejó a un lado y apagó la luz justo un segundo después de que sus ojos hicieron contacto con los míos.

Aún entre penumbras, fui capaz de distinguir la sonrisa que apareció en su rostro cuando iba de camino a la cama.
Lo siguiente que sucedió, fue el toque de sus manos en mis tobillos, tomándolos firmemente para jalar de mí al subirse a la cama.
Reí fascinada por eso.
Era como estar a merced de un depredador, volvía a besarme en los labios y mis manos subían lento por su espalda, recordando la herida cerca de su hombro cuando uno de mis dedos lo tocó accidentalmente.

Apenas había sido un contacto fugaz, pero Harry tomó mi mano de inmediato y la entrelazó a la suya sin romper nuestro beso.
Sentí mayor curiosidad por eso.
No era mi intención incomodarlo, pero en algún momento tendríamos que hablarlo, sin embargo no tuve la capacidad de hacerlo y tampoco las ganas de interrumpir ese beso que me daba.
Era deliciosa la forma en que sus labios se abrían y cerraban, oprimiendo con los dulzura los míos.

♥️

Querida mía | Harry Styles |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora