Capítulo 2

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2023

Ya estábamos en febrero, por lo tanto habían pasado dos meses y unos días desde aquel revolcón, y yo no paraba de encontrarme mal desde aquel día.

Hoy había vomitado por lo menos dos veces y no paraba de marearme. No era un problema con la comida, porque yo seguía comiendo con normalidad, pero algo me estaba pasando y me estaba preocupando mucho.

Estaba en casa de mis padres, por
que Charles y yo habíamos venido a por unas cuantas cosas mías a mí habitación, ya que me estaba mudando a su piso y necesitaba algunas cosas de aquí para llevar allí.

Acababa de salir del baño, después de haber vomitado la tercera vez en este día y mi intención era llevar al camión unas cajas con telas, pero de inmediato Charles me lo impidió.

—Cariño, siéntate un poco, que estás muy pálida y no quiero que te desmayes— me dijo él, poniendo una mano sobre mi espalda baja.

—No, puedo hacerlo, tan solo es una caja— dije levantándola. Ni siquiera dí dos pasos con ella entre mis brazos, cuando me entra un mareo terrible y pierdo el equilibrio.

Para mí suerte, mi novio estaba allí y sus reflejos me salvaron, ya que rápidamente me agarró de la cintura y evitó que me cayera.

—Anda, vete a sentarte, lo que queda es poco y puedo hacerlo solo, así que por favor vete a sentarte— dijo él, cogiendo la caja que tenía entre mis manos.

—Está bien...— dije desanimada, ya que no quería que el cargara con todo lo demás hasta el camión.

Me fui hacia el salón, donde se encontraba mi madre leyendo un libro. Al principio ella ayudó algo a llevar las cosas hasta afuera, pero en uno de esos viajes con cajas entre sus brazos, se torció un pie y la mandamos al salón a descansar.

Cuando llegué a la sala, nada más entrar a ella, me miró y al ver mi rostro paliducho, dejó a un lado el libro que estaba leyendo.

—¿Qué te pasó, hija?— me preguntó con un notable tono de voz preocupado.

—Me encuentro mal— le respondí.— Casi me caigo de un mareo y Charles, que por suerte me llegó a coger, me mandó a reposar aquí.

—¿Cómo fue ese mareo?— me preguntó, poniéndose ya en plan médico.

—Fue, tipo, como cuando te levantas rápido y te mareas, que ves borroso por un segundo y todo te da vueltas— le comenté.

—Hum, entiendo— me contestó, mirándome con los ojos entrecerrados.— Acompáñame a mí despacho, allí podremos hablar en privado.

Ella se levantó y esperó a que yo lo hiciera, para luego ir las dos a su despacho.

Abrió la puerta de este y pasamos las dos adentro. Ella se fue a sentar detrás de su escritorio, donde tenía un ordenador de mesa y papeles desorganizados encima del escritorio.

Yo me senté enfrente de ella y espere a que organizara todos esos papeles mientras que yo veía la sala. Hacía un montón que no tocaba aquella sala y la verdad es que lo agradecía.

El despacho de mi madre era como el despacho de un médico. A excepción de una camilla, tenía de todo en ella: aparatos de médicos, grandes vitrinas con carpetones llenos de papeles y con medicamentos, y más cosas de médicos que prefería no saber para qué servían.

—Bueno, a ver, dime, ¿Qué te pasa?— me dijo ella, cogiendo una libreta y abriéndola por la mitad, para luego coger un bolígrafo y comenzar a escribir en ella.

—Mamá, te lo acabo de decir— le contesté.

—Déjame meterme en mi papel de médico, hija— me respondió.— Te vuelvo a preguntar, ¿Qué te pasa?

Little accident ||Charles Leclerc||Место, где живут истории. Откройте их для себя