Capítulo 8

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Charles

Ya había acabado la carrera de esta semana y había estaba con mi equipo, en el motorhome, hablando con ellos sobre los fallos que había que pulir en el coche, ya que, desgraciadamente, había tenido que abandonar al poco de empezar la carrera.

Odette se había ido a descansar al hotel, ya que antes estaba que se caía dormida sobre mi hombro y no quería molestar (cosa que nunca hace, pero ella cree que sí).

Ahora estaba solo, en la habitación, jugando con una pequeña pelota de plástico cuando me acuerdo de una cosa, la cual necesitaba de la ayuda de Carlos.

Salgo de mi habitación y me voy hacia la cafetería, donde me lo encuentro sentado en uno de los sofás, atendiendo a la pantalla de su teléfono móvil.

—¡Ey, Carlos!— corro hasta donde se encuentra mi amigo. —¿Tienes un minuto? Es que quiero preguntarte algo.

—Sí, claro, dime— me contesta él, guardando su teléfono en el bolsillo de su pantalón.

—Prefiero que vengas a mí habitación un momento, para que haya más privacidad— le explico, señalando la pequeña habitación que tenía en el motorhome para mí.

—Sin problema, vayamos— me contesta.

Ambos vamos hacia allí y cuando los dos estamos dentro de ella, cierro la puerta. Nos sentamos en la pequeña cama individual que había en la habitación y yo comienzo a hablar.

—Primero que nada, te quería preguntar si estás bien… hoy te ví discutiendo con Isa— pregunto primero por él, ya que no quería que la conversación solo se dirigiera hacia mi.

—Supongo que estoy bien— contesta, encogiéndose de hombros.— Ya casi es habitual estar los dos discutiendo, así que estoy acostumbrado… ¿Tú qué tal estás?

—También estoy bien, aunque me hubiera gustado conseguir mejores resultados… Ya sabes, para dedicárselos al bebé o a Odette— le comento.

—¿Qué tal está ella?— pregunta él, ahora con una sonrisa en la cara.— Todavía no me creo que vayas a ser padre.

—Si te soy sincero, yo tampoco me lo creo— digo con sinceridad entre risas.— Ode está bien, de momento. Sí que es verdad que todavía está un poco con las hormonas revolucionadas y cambia de emociones más seguido que de ropa, pero se va llevando bien.

—¿Y ya se sabe que va a ser o todavía es temprano?— me pregunta.

—Todavía es temprano— le respondo.— Si no me acuerdo mal, como a partir de las ocho semanas se puede saber si es niño o niña.

—¿Ya tenéis los nombres? Porque si es un no, te sugiero que le pongas Carlos, porque es el mejor nombre para chico que ha existido en toda la historia.

—Desgraciadamente para ti, ya hemos elegido los nombres… de hecho los escogimos esta semana— le comento entre risas.— Si es niña la vamos a llamar Coral y si es niño, Alexander.

—Uhhh, bonitos nombres, la verdad— contesta. — ¿Sabes? Si este bebé sale niña y le ponéis Coral, el próximo bebé que tengáis le podéis poner Ariel y así tenéis la representación de La Sirenita en nombres.

Los dos nos reímos a carcajadas por el comentario del español.

—No creo que volvamos a tener otro bebé. Este ya está dando demasiada guerra— le contesto entre risas.— Pero, si lo llegamos a tener, le voy a poner de segundo nombre Ariel… No creo que Odette me deje, pero, por ti, lo intento.

—¿Cómo que de segundo nombre? ¡Ponlo de primero, que así queda más guay!— dice Sainz, haciendo que los dos nos volvamos a reír.

—No le puedo poner Ariel de primer nombre, que no quiero que le digan Sirenita en la escuela— digo yo entre risas.

—Haya tú, tú te lo pierdes— ambos nos volvemos a reír.— Pero bueno, dejemos el tema a un lado, ¿Qué era lo que me querías preguntar?

—Ah, eso… es verdad. Ya se me había olvidado para qué estábamos aquí— digo yo, todavía con una sonrisa en la cara. — Mira, te explico, quiero pedirle matrimonio a Odette…

—¿Ya? ¿Tan temprano? Pero, ¿Cuánto lleváis juntos?— me interrumpe con sus preguntas él, notablemente sorprendido.

—Llevamos poco más de un año y sí, tan temprano— le respondo. — Me he dado cuenta que estoy muy enamorado de ella y que quiero pasar el resto de mi vida con ella, así que quiero oficializarlo… O sea, con una boda y todo, no simplemente decir que es mi novia y ya. Quiero que todo sea por lo alto, así que, cuanto más grande mejor.

—¿Y ella quiere eso?

—Lo quiere desde que tiene uso de razón, así que sí— le contesto. — Lleva diseñando su vestido de novia desde que tiene como… diez, once años y desde aquella lo lleva perfeccionando, para que cada detalle sea perfecto y único.

—¿Te lo ha enseñado?

—No me deja verlo. Siempre que intento verlo, me aparta la libreta del medio, la cierra y luego me dice: “No lo puedes ver hasta el día que nos casemos”— digo, intentando imitar su tono de voz.— Así que no tengo ni la menor idea de como es.

—Y, sin ánimo de bajarte los ánimos y las ilusiones, pero, ¿Y si te arrepientes dentro de un año? ¿Y si después de un año quieres el divorcio?

—Primero, dudo mucho que me llegue a arrepentir, porque sino no tendría un hijo con ella; segundo, si nos queremos divorciar dentro de un año, nos divorciamos— le contesto.

—Nunca tan convencido te he visto, Charlie… Sí que estás enamorado— me dice Carlos, mirándome impresionado.

—Eso ya lo creo, hermano— le contesto.— Pero, lo importante, ¿Me ayudarías a reservar todo para la pedida de mano? Es que quiero que cada detalle sea perfecto y para eso necesito ayuda.

—Sin problema… pero, ¿Tú también me podrías ayudar en una cosa? Es que intento hacerle un regalo a una amiga mía y me está resultando más difícil de lo que me esperaba.

—Claro, sin problemas— contesto, chocando la mano con Carlos y luego dándonos un mini abrazo.— Así nos ayudamos mutuamente.

—Bien, me parece bien— me comenta.— Pero, primero, dime lo tuyo, que es más difícil.

—Vale, me parece bien— le contesto, sentándome mejor en mi sitio para poderle contar mejor mi plan.— Lo que tengo pensado es lo siguiente…

Little accident ||Charles Leclerc||Where stories live. Discover now