Capítulo 11

361 25 11
                                    

Estaba paseando tranquilamente por el paddock. Hacía un día estupendo, así que decidí estirar las piernas un poco para ver las instalaciones.

Llevaba andando por lo menos una hora, de aquí para allá, cuando empiezo a notar algo de cansancio en las piernas. Como no ví ningún banco o especie de asiento, decidí apoyarme en el motorhome de McLaren para tomar algo de aire y reponer fuerzas.

Estaba mirando a mi alrededor con curiosidad, viendo a las personas pasar de un lado para otro, cuando alguien me habla:

—Oh, hola Odette— miro a la dirección de donde procede la voz y me encuentro con Kiara, la cual salía de su motorhome.— ¿Está todo bien?

—Sí, sí, no te preocupes. Solamente estaba retomando fuerzas para seguir con la caminata— le contesto con una sonrisa, apoyando las manos sobre mi barriga mientras que ella se aproxima hasta mí.— ¿Tú qué tal estás?

—Bien, bien, sin más— me contesta con una pequeña sonrisa.— ¿Quieres que vayamos a dentro a sentarnos? Seguramente estarás más cómoda en una silla que aquí apoyada.

—Oh, no, por favor, no quiero molestar— contesto yo, negando con la cabeza.

—Mujer, ¿Pero cómo vas a molestar?— dice ella.— Y en el caso de que lo llegaras a hacer, la que se molestaría sería yo con la persona que está molesta porque estés aquí.

Yo suelto una risilla al escucharla.

—Bueno, vale, está bien— digo con una sonrisa, dejándome de apoyar en la pared del motorhome.

—Muy bien, vayamos adentro entonces— dice ella con una sonrisa, para luego guiarme hasta dentro del hospitality.— ¿Quieres beber algo o comer algo? Cómo dato importante, aquí los chocolates calientes o ColaCaos están de muerte.

—Me iba a negar, pero lo del chocolate caliente no pinta mal— digo con una sonrisa.

—A la orden— mientras que me siento en la mesa esquinera con bancos acolchados, ella va a la barra y pide lo que queríamos, para luego de cinco minutos venir con ellos en la mano. — Aquí está su chocolate con churros, señorita.

—Muchas gracias— digo con una sonrisa, cogiendo mi taza. Después de soplar, le doy un sorbo al chocolate y me doy cuenta de que sí que está de muerte.— Wow, vaya, sí que tenías razón.

—Ya lo sé, aquí me conocen como la adicta al chocolate en taza, así que sé de lo que hablo— dice entre risas.— Por cierto, ayer no me dio tiempo a decírtelo: felicidades por la niña.

—Ay, muchas gracias— digo con una sonrisa.— Pienso que se notó bien que conseguí lo que quería cuando empecé a saltar.

—No fuiste la única que saltó, que Lando y yo también lo hicimos al ganarle la apuesta a Sainz, Russell y Albon — dice Kiara, haciendo que me riera al igual que ella.

—¿Lando era el que iba de morado, verdad?— le pregunto.

—Sí. No tenía nada rosa que ponerse y, por no querer ponerse una camisa rosa mía, fue con la suya morada— dice ella, meneando la cabeza.— Fue el más hortero de la fiesta y más de una persona le preguntó si había entendido la temática.

—No puede ser— digo riéndome a carcajadas.

—Pues lo fue y fue muy divertido— dice ella entre risas.

Ambas nos reímos y seguimos hablando sobre la fiesta de la tarde pasada. Estuvimos charlando bastante, hasta que a mí me dieron ganas de ir al baño (como siempre me pasaba cada veinte minutos) y tuve que ir a él.

Cuando volví a la mesa, se encontraba sentada al lado de ella una chica rubia, la cual no pude ver muy bien ya que estaba de espaldas.

—Oh, ya llegó— comenta Kiara cuando me vé.— Odette, te quería presentar a mi mejor amiga, Nadia.

—Un gusto— saludo yo, dándole un pequeño abrazo a la chica.

—Igualmente digo— me contesta.— Me contó Kiara que ayer fue tu fiesta de revelación de sexo: felicidades por la niña.

—Muchas gracias— contesto con una sonrisa, sentándome de nuevo en mi sitio.

Las tres comenzamos a mantener una conversación, esta vez con temas triviales para conocernos mejor. Descubrí que ellas eran amigas desde pequeñas y que ambas se habían acompañado desde siempre, cosa que me pareció bastante tierna y un poco envidiable, ya que yo nunca había podido tener una amistad tan fuerte como la de ellas (o tan siquiera una amistad con todas las de la ley).

Después de casi una hora hablando con ellas y tomando más chocolate caliente, decidí que ya era hora de irme, ya que seguramente Charles se estaría preocupando por mi tardanza.

Después de pagar mi parte (a pesar de la insistencia de ellas en qué me invitaban) me dispuse a irme.

—Bueno, chicas, pienso que ya es hora de irme— digo, levantándome despacio.

—Si te vas porque piensas que molestas, te puedes quedar más tiempo, eh— me dice Nadia.

—No, tranquila, me voy porque le dije a Charles que solo iba a tardar media hora y ya van casi dos— contesto con una sonrisa.

—Bueno, pues cuando quieras volvemos a repetir… lo que sea que fuera esto— dice Kiara entre risas, levantándose de su sitio para darme un abrazo.

—Por supuesto, cuando queráis— contesto yo con una sonrisa. Le doy un abrazo a las dos y me despido de ellas, pero cuando estaba a punto de cruzar por la puerta, me acuerdo de que tenía que decirle algo a la piloto española.— ¡Kiara!

En cuanto escucha su nombre, gira la cabeza y me mira.

—¿Qué pasó?— me pregunta preocupada, aproximándose hacia mi.

—¿Hoy estás libre por la tarde? Era por si querías venir a mi casa, que te tengo una propuesta que hacer y quiero enseñarte lo que tengo preparado— le comento.

—Sí, claro, estoy libre— contesta con una sonrisa.— ¿A qué hora quieres que vaya?

—A las… ¿Cinco de la tarde te viene bien?— le pregunto.— Si quiere venir Nadia, también puede.

Ella mira a su amiga y, como si fuera por telepatía, le pregunta (o eso pienso yo) y la rubia le contesta asintiendo.

—Si no hay acontecimientos inesperados de por medio, estaremos allí las dos— me contesta con una sonrisa.

—Muy bien, nos vemos allí. Hasta luego— me despido, con una sonrisa, abriendo la puerta mientras que ella se alejaba poco a poco.

—Hasta luego— se despidieron las dos a la vez.

Yo cierro la puerta y me encamino hacia el box de Ferrari, donde allí me esperaba un inquieto Charles:

—¿A dónde has ido a dar la vuelta para que vengas a estas horas?— me pregunta, inquieto, mientras que yo me aproximo a él.

—He parado en el motorhome de McLaren y he estado hablando con Kiara y su amiga, no te preocupes— le contesto, posando mis manos sobre su pecho y dándole un pequeño beso.

—Pues madre mía, ya pudo ser buena la charla para que os tirárais casi dos horas hablando— dice él de broma.

—Ya ves— contesto con una sonrisa.— Por cierto, hoy por la tarde van a venir a casa para poder enseñarles la colección que tengo preparada para Kiara.

—Vale, me parece bien— contesto con una sonrisa.— Para no sentirme solo e ignorado por mi futura mujer, ¿Te importa si invito a Pierre a jugar a la Play?

—Oye, que soy tú novia y futura esposa, no tu madre para permitirte o no jugar con tus amigos a los marcianitos— digo entre risas.

—No sé, no quiero que te parezca mal— me contesta.

—Pues no me parece mal, tranquilo— le contesto.— Y ahora me voy al baño, que tu hija no me para de presionar la vejiga y hace que vuelva a tener ganas de mear.

—Muy bien, pues vete— contesta con una sonrisa.

Nos dimos un pequeño beso y ya luego cada uno se fue por su camino: él a mirar unas pantallas con sus ingenieros y yo al baño.

Parecerá una tontería, pero que Kiara y Nadia vinieran a nuestra casa esta tarde, me hacía mucha ilusión, ya que por fin consideraba que tenía dos (medias) amigas.

Little accident ||Charles Leclerc||Where stories live. Discover now