La habitación

1 0 0
                                    

Cuando se abrieron las puertas una ráfaga de aire invadió sus pulmones. Podía ver una gran habitación blanca con abundantes molduras de escayola, ventanales por los que la claridad no permitía ver el exterior, y una pared de frente que parecía susurrar. Había música, pero no sabía cuál era su origen. Necesitaba entrar. Al dar el primer paso notó los pies desnudos, ligeros, que se posaron sobre lo que parecían millones de cristales rotos. Pero necesitaba avanzar. La pared hablaba, de la pintura intentaba salir un rostro que mudo, gritaba. A cada paso podía oler la sangre que dejaba atrás y que continuaba saliendo de las millones de heridas, pero no importaba. El rostro estaba cerca, casi podía tocarlo con los dedos de las menos, pero como si notase su presencia, el rostro desapareció. La pintura comenzó a fundirse, a caer hasta el suelo, dejando ver un profundo y oscuro agujero. La oscuridad era tal que le dio miedo seguir mirando, prefirió seguir el recorrido de las gotas de pintura hasta el suelo, donde advirtió que lo que creyó que eran cristales eran espejos, mezclados con la sangre, lo cual no ocurría con la pintura blanca, ésta evitaba la sangre, en realidad, intercambiaban su lugar. Aquel fluido rojizo ascendía por la pared, se adentraba en el agujero, lo alimentaba. Daba igual de dónde saliese la música, daba igual si le dolían los pies, daba igual si todo estaba impoluto; el abismo reclamaba su presencia.

El Blog de Aura BlueWhere stories live. Discover now