Negociación

1 0 0
                                    


Este relato a modo de diario ha aparecido ante mí como una anécdota digna de compartir. Si tienes tiempo quizá te entretenga este escrito que habita en borradores desde agosto del año pasado, cuando, mi enérgico optimismo de escritora me llevó a relatar días en los que sentí que por fin vendría el cambio que esperaba, porque llevaba tiempo trabajando en mí misma, y había sido firme en mis decisiones para alcanzar un propósito mayor, más allá de mi simple existencia. El tiempo, coloca cada cosa en su lugar, macera los pensamientos para aportarnos una enseñanza de valor. Y aunque el fracaso llegó a mí más pronto que tarde, me río de aquello porque sin duda fue una gran lección.

Era sé una vez... En las aventuras de Alba...

Día 1 de agosto de 2019: Llegó el día, tenía una idea desde hacía un año en la cabeza que a veces me quitaba el sueño. ¿Mi problema? Que no confío en mí lo suficiente como para creer que soy capaz de hacerlo sola. ¿Y si encuentras a alguien? ¿alguien que tenga ideas como tú? ¿alguien que quiera lo que tu quieres y vaya a tu ritmo, y te apoye y te de ánimo cuando a ti te falte? Pero eso me parecía algo imposible. Hasta ese día llevaba meses repasando mi lista de candidatos, buscando alguien que encajase con el proyecto, con quien no me importase trabajar 'codo con codo'. Me lancé, era el momento de madurar y de tener iniciativa. Y no con ansias de protagonismo o reconocimiento, sino porque realmente creo que si no lo intentas, nunca sabrás dónde puedes llegar. Le di a enviar mi briefing resumen a mi posible nuevo socio, y recé por que se ilusionase tanto como lo estaba yo.

Día 6 de agosto de 2019: Reunión de equipo. Quedamos en un bar y hablamos del proyecto, apunté todo lo que habíamos dicho. Lo que tenía claro es que ser metodológico y ordenado era esencial. Ese día demostré mi teoría de que mi compañero encajaba con la marca y el cliente, y que podía ser un gran socio.

Día 7 de agosto de 2019: Me encontraba en el centro comercial con mi familia, había cogí el teléfono con la esperanza de poder parecer profesional entre el gentío en el que estaba. Me fui a un lugar apartado y llamé a nuestro posible cliente a la hora que habíamos acordado. No contestó, tampoco a mi mensaje. Paciencia, me dije, tan solo es una llamada, no te agobies. Casi una hora después estaba en la zona más apartada de la tienda, entre bicis de niños y juguetes de playa, dando vueltas por el pasillo, intentando evitar a la gente. Finalmente, me decidí a volver a llamarlo y contestó. La conversación no duró mucho, un ¿Cómo estás? ¿Qué es de tu vida? ¡ah, por cierto! ¿Qué te parece si organizamos una reunión y te presentamos un proyecto? Todo salió bien, habíamos fijado el día, la hora y el lugar, y entre tanta informalidad formal, atisbé la esperanza de que aquello saliese bien. Si tú no lo haces no lo hará nadie, me repetí. Estaba eufórica por enfrentarme a aquello que más temor me producía: hacer.

Día 13 de agosto de 2019: No creo en los malos augurios, pero era martes 13. Había pasado toda la mañana planteando el planning para presentar, sabiendo que solo sería un papel inservible si no sabíamos negociar, pero estaba poco preparada para improvisar, y eso lo sabía perfectamente. ¿Lo que más me preocupaba? Que mi compañero decidiese tomar el control y salirse del guion establecido, o por el contrario decidir allí mismo que no le convenía y se fuese por donde había venido; pero lo cierto es que confiaba más en él que en mí misma. Salí de mis prácticas, fui a casa casi corriendo, comí y me fui directa a la ducha, necesitaba estar fresca y sentirme segura de mí misma. Mi compañero pasó a buscarme en coche, tras un recibimiento como siempre cariñoso, alardeamos de nuestra buena presencia y nuestra valía para la aventura. Por un momento me pregunté a mí misma: ¿te da seguridad? Y me respondí sinceramente: tanta como me la doy yo misma. Dos personas con grandes ambiciones, con raíces y valores símiles y con mucho que aprender, adelante. Fuimos a imprimir nuestro planning y fuimos al lugar donde había concertado la reunión. ¡Cerrado!

El Blog de Aura BlueWhere stories live. Discover now