Se rompió en la espera

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Conoces esa sensación, cuando quieres que el tiempo pase más rápido y parece que no avanza, también cuando quieres que se detenga y todo sucede como en un instante; ella la conoce bien, la siente. Sabía que algo llegaría, pero no el qué.

Correría hacia él, lo abrazaría fuerte y no lo soltaría; si hablaba, lo mandaría callar y seguiría allí abrazada hasta que todos los besos, las caricias, los momentos que se había perdido quedaran fundidos en ese único y necesitado abrazo. De alguna forma, fusionar todos los días perdidos en esa gran ocasión y sentir que nunca había dejado de abrazarlo.

Correría hacia él, lo cogería de la cara y lo llenaría de besos, saltaría encima de él y le haría tambalearse quizá hasta caer; así podría besarle mejor, abrazarlo mejor, sentirlo al fin. Sentir lo que había siempre entre ellos, algo físico, algo químico, algo mágico cada vez que se rozaban.

Correría hacia él y gritaría fuerte 'Sí, joder, por fin, cómo lo he echado de menos'. Para que todo el mundo se enterase, para que todo el mundo pudiese saber que todo ese tiempo sin él había sido la mayor locura que había cometido en su vida. Gritar a pleno pulmón que después de tanto tiempo reprimiendo las ganas, podría estallar en mil pedazos y volver a recomponerse porque ella es así, porque resiste los balazos en el pecho. Siempre lo hace.

Correría hacia él y lo abrazaría tan fuerte que todos los huesos le crujirían. Él se asustaría y luego se reirían, cogería su cara entre las manos y la besaría tiernamente, casi de puntillas para llegar a él y poder acariciar sus labios como tantas veces había soñado. Al fin, como recompensa, sentir su calor.

Correría hacia él y le diría las palabras que tanto tiempo llevaba guardándose para sí, esperando que él sintiese lo mismo. Porque ella es tan masoquista que siempre siente que deja algo pendiente, amor por dar, oportunidades de disparar al centro de la diana por fin.

Correría hacia él, esperando que ambos cayesen de rodillas, dándose cuenta de que todo había sido un grave error, y que podrían rehacer las cosas de nuevo. Darse cuenta de que la vida era más sencilla que todo eso, que las personas pueden equivocarse, meditar y rectificar; que nunca se dejarían ir el uno al otro.

Pero en realidad no corrió. ¿Cómo se abraza a alguien a quien amas cuando sabes que deberás dejarlo ir? Ella no lo sabía. Nunca había vivido eso, algo tan fuerte que debes... ¿Olvidar? Era ridículo. Pero ella era la reina de la contención, de hacer lo que se debe, de respetar y de ser cabal. De calmar sus piernas temblando y seguir hablando. Recordándose que la vida suele entregarle experiencias únicas que nadie más se atreverían a probar.

Tras una larga conversación pudo contemplar que aquella magia no había desaparecido, aquel magnetismo que le llevaba a su boca, a su pecho; la sensación de quedarse sin aire cuando él resplandecía hablando de todas aquellas cosas que siempre les han hecho felices. Pensaba tantas cosas, no podía decir ninguna. Recordaba todas las promesas sin cumplir, propias y ajenas. La efusividad con la que se toman las cosas y se dejan. Ella aprende poco a poco que, aunque lo parezca, nunca se pelea a muerte.

Al final, se quedó esperando en la calle, con la llovizna cayendo sobre ella como un murmullo tenue de la oscura noche. Miró el reloj, había pasado mucho tiempo, seguía pensando con impaciencia en todos aquellos recientes recuerdos. Puede volver, pero no quiere. Él dice que pronto vendrá eso que ella tanto ansía, pero él no sabe que a ella le da lo mismo, que ella ya tenía justo delante lo que quería. Pero entra en casa, sabiendo que a pesar de los buenos deseos la resignación será su camino. Que la vida no es justa, dándote lo que más quieres y poniéndole infinidad de espinas para acabar hiriéndote. La resignación será su camino, se dormirá pensando en aquellos gritos; en toda mentira hay siempre una verdad. Todo pasa por algo. Algo mejor vendrá. Cuando aprendes a vivir sin nada, a no necesitar nada, el todo parece idílico pero alcanzable; pero la verdad es que a pesar visualizar cómo acabaría tuvo el valor de intentarlo. Deshace las lágrimas en saliva, traga y continúa, porque en un tiempo vendrán más historias de las buenas, de las que aprender y disfrutar, quizá alguna de esas que le hagan volver a vibrar de verdad. Ella sonríe, sabe que su amor no lo merece cualquiera y que de todo se aprende. Que cuando dos personas deben coincidir, siempre se acaban cruzando, pese a que algo se rompa en la espera.

El Blog de Aura BlueWhere stories live. Discover now