Capítulo 3

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Capítulo 3 | "¿Alguna vez has matado a alguien?"

Alek Morosov

― ¿Entonces qué se supone que haga? 

Gruño con indignación mientras vuelvo a apuntar el arma y disparo, dando perfectamente en el blanco.

Yaroslav y Yasir me miran por varios segundos sin nada más que decir, saben que no tengo otra opción.

― Debo ir por ella ― me desespero ― No hay otra opción, se me han acabado los planes al igual que las ideas.

― ¿Entonces eso es lo que queda? ― se queja Yasir ― ¿Buscarla y ya está?

Asiento solemne mientras le entrego el arma a Yaroslav, quien replica el tiro perfecto que realicé a la perfección.

― Vaya plan de mierda ― se queja Yasir.

― ¿Se te ocurre una mejor idea?

Se callan abruptamente.

No tienen ideas, no tienen nada, al igual que yo.

Sólo sé que no puedo esperar más, ya no tengo más planes de escape, más planes de rescate, no tengo nada.

Me estoy pudriendo en este maldito campamento militar ideando planes con los hermanos Ivanov a espaldas de Egor, dado que él no tiene ni idea de que los Ivanov también están acá, pero no he llegado a nada. No me han enseñado nada que no sepa ya, sólo estoy perdiendo mi maldito tiempo que podría estar invirtiendo en finalmente buscar a Annika.

― Vale ― gruñe Yaroslav ― Te ayudaremos a escapar.


Llevo una semana fuera. Una semana donde sé papá no ha dejado de buscarme. Sus hombres están rastreándome, pero yo no puedo dejarme encontrar.

Llevo una vieja foto de Annika en mi billetera, la única que tengo, que tampoco me sirve de mucho dado que en la foto ella tiene diez años, que fue la última foto que mamá me dio.

Ahora tenemos dieciocho años, estará totalmente cambiada, pero una parte de mí me dice que no necesito una foto, que sólo con verla sabré quién es.

Pero, como normalmente ocurre, mis planes nunca salen como lo espero.

Es a la segunda semana cuando se me acaban las provisiones y los planes, es cuando papá finalmente logra dar conmigo, cuando me atrapa no sólo escapando de él, si no también buscando a mi hermana.

La he jodido.


― ¡Lo siento, ¿vale?! ¡Lo siento!

Nada funciona, los hombres de mi padre comienzan a golpearme de nuevo, me quejo de dolor con cada golpe que le proporcionan a mi muy maltratado cuerpo.

Es el quinto día en esta bodega de mierda, donde no tengo comida ni agua, simplemente estoy aquí con el único objetivo de serviles a los hombres de mi padre como su nueva maldita pera de boxeo.

Jadeo de dolor cuando otro golpe cae sobre mi estómago y siento como el aire me abandona, un hilo de sangre corre por mi boca sin poder controlarlo, ya me he acostumbrado al sabor de la sangre que constantemente invade mi boca al igual que al asqueroso olor que desprende.

No sé si pierdo el conocimiento o es que mi corazón finalmente ha decidido dejar de latir y darme el merecido descanso que necesito. Ojalá eso hubiera sucedido, porque cuando despierto... la agonía no hace más que continuar.

Royal FlushWhere stories live. Discover now