Epílogo

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Maratón 4/4

Epílogo

**Años después**

Alek Morosov

— No estás dejándonos dormir — gruño contra el vientre crecido de Yulia, sin poder evitar que la sonrisa me perle el rostro.

— No ha nacido y ya estás discutiendo con él — se burla Yulia.

— Es que, si se dejara de mover, podrías dormir — refuto — Lo que consecuentemente me haría a mí dormir.

Yulia bufa mientras intenta acomodarse sobre la cama. Ya casi cumplirá los nueve meses de embarazo, sin embargo, Sergey se niega a nacer de una buena vez.

Ambos decidimos que tendremos sólo un hijo, una decisión personal dado que queremos dedicarle todo nuestro tiempo a Sergey. Así que aprovechando que Yulia estaba entrado a sus últimos meses de embarazo hace un tiempo, decidí operarme.

No hay fábrica de bebés disponible ahora. Pero hay diversión a montones todavía.

— ¿Y qué tal si naces de una vez? — le hablo de nuevo al vientre. Sonriendo cuando siento el movimiento bajo mis manos.

— Cuando nazca, dormirás aún menos.

— Mi hijo no será un bebé llorón, Yuls.

— Todos los bebés lo son.

— Pues el mío no lo será.

Voltea los ojos divertida por nuestra absurda pelea mientras continúo hablando con su vientre, hasta que logra quedarse dormida y, aun así, continúo hablando por un par de horas más.

**Dos meses después**

— Es horrible — se queja mi pequeño sobrino, Edmund, mientras observa la cuna donde se encuentra mi hijo.

Suelto un jadeo de indignación que hace reír a los malditos de mis cuñados tras de mí.

— ¿Los bebés siempre son feos? — se queja la copia demoniaca de mi sobrino, Elian.

— Ekaterina era linda — asiente Edmund.

— Annika, diles algo — me quejo, tomando a mi heredero en brazos — Están insultando a mi hijo.

— Cachorros — gruñe su madre, aun cuando detecto la diversión en sus ojos, su tono es severo — No hay que decirle groserías a Sergey. Es familia.

— Familia fea — se queja Elian.

— Pero familia, al fin y al cabo, cachorro.

— ¡Annika!

Se carcajea junto a sus esposos. La han corrompido, es una más de ellos.

Los gemelos del demonio, alias mis sobrinos, corren hacia sus padres mientras desaparecen de la habitación donde mantengo la cuna de mi hijo. Yulia me sonríe desde la esquina de la habitación, con mi sobrina Ekaterina, quien parece ser la más cuerda de mis sobrinos, plácidamente dormida entre sus brazos mientras el pequeño Nikolai la observa con el ceño fruncido.

— Nikolai — lo llamo — Deja en paz a Ekaterina, anda.

— Bonita — sonríe.

Tiene un pequeño enamoramiento infantil hacia ella. Pero nada de qué preocuparse.

— ¿Por qué no buscan a Elian y Edmund, cariño? — Annika le acaricia el cabello — Creo que irían a jugar con la nieve.

Nikolai asiente con una sonrisilla antes de correr tras los gemelos.

Royal FlushWhere stories live. Discover now