Capítulo 15

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Maratón 2/4

Capítulo 15 | "Carreras ilegales"

**Tiempo después**

Alek Morosov

Me tambaleo cuando la falta de sangre me adormece, creo que aún no me recupero de la enorme donación de sangre que le he dado a mi hermana.

No importa, le daría incluso mi vida si ella la necesitara.

— ¿Te he dicho que tus ojos me gustan mucho? — balbuceo.

Yulia suelta a reír mientras acaricia mi rostro con sus dedos. Oliver me ha ayudado a llegar aquí, dado que aún me mareo un poco por la falta de sangre. Yulia está en una camilla de hospital, luego de que ambas batallaran por librarse de mi padre quien finalmente ha sido capturado.

Su mano tiene una intravenosa clavada que le suministra medicamento, su rostro está lleno de un par de moretones y tiene una sutura en la cien.

Aun así, sigue siendo la chica más preciosa que he visto.

Me ha hecho un espacio en su camilla, por lo que prácticamente estoy sobre ella, he intentado levantarme al menos un poco puesto que creo que la estoy lastimando, o incomodando tal vez, pero cada vez que lo intento me mareo y caigo de vuelta justo donde estoy.

Yulia suelta una pequeña risa por lo bajo nada más me escucha.

— No, nunca lo has dicho — habla.

— Pues me encantan — continúo — Son bonitos. Preciosos. Preciosísimos.

— Cariño — sonríe divertida —Descansa un poco. Te hará sentir mejor.

— No puedo — hago una mueca que le saca otra sonrisa — Tengo que cuidarte.

— Descansa, que te cuido yo a ti — acaricia mi cabello, trato de mantener mis ojos abiertos cuando el sueño comienza a invadirme.

— ¿Y quién te cuida a ti? — me quejo.

— Me cuidarás luego. Ahora yo cuidaré de ti — se inclina, dejando un pequeño beso sobre mis labios aun cuando eso tironea sus heridas.

La siento sonreír contra mi piel cuando muevo torpemente mi brazo hasta acunar su rostro.

— Te amo, Yuls.

Puedo sentir claramente cómo se le corta la respiración, como parece que se le acelera el pulso mientras me observa fijamente. Demonios, es preciosa.

— Alek...

— Y no te lo digo sólo por mi estado lamentable — le sonrío bobamente — Cuando me sienta mejor te lo diré de nuevo.

Consigo hacerla reír de nuevo. Es mi segundo sonido favorito.

El primero es ella gimiendo.

— De acuerdo, cuando te sientas mejor, espero escucharlo de nuevo.

— Lo harás — asiento, perdido en el sueño que me invade.

— Y cuando eso pasé, yo podría decirlo de vuelta.

Espera, ¿de qué hablábamos?

— ¿Decir el qué? — me confundo, preso del sueño.

— Que te amo, Alek.

— Ah, eso.

Intento dormir, aunque la sacudida que me da en los hombros me sobresalta.

— Dijiste que podía dormir — me quejo.

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