Capítulo 12

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**ADVERTENCIA DE CONTENIDO**

Capítulo 12 | "El secuestro, Parte II"

Alek Morosov

En una tortura.

Estar aquí encerrado es una auténtica mierda.

El desespero no abandona mi cuerpo en lo que mi mente trata de idear alguna idea sobre cómo sacar a Annika de aquí. Sobre cómo puedo hacer pasa salvarla, sin embargo, nada se me ocurre.

No puedo hacer nada.

Su cuerpo se aferra al mío mientras duerme y las pesadillas la invaden. La culpa pesa en mi sistema al igual que el dolor de verla lastimada. La piel de su espalda está hecha un desastre, sé que le duele, y no puedo hacer nada para aliviar su dolor.

No ha dejado de insistirme en que cure mis heridas también, a lo que me he negado rotundamente, no gastaré los escasos medicamentos que nos entregan en mí, lo único que me importa es que ella esté bien.

El lugar donde nos mantienen encerrados ha comenzado a bajar la temperatura y, en vista de que Annika no puede mantener nada apretado a su espalda, le he dado mi camiseta para que se cubra. Siento mi cuerpo titiritar conforme la temperatura aumenta, mis dientes castañean sin que pueda evitarlo, sin embargo, únicamente me encargo de que ella no pase frío.

Mis manos gotean sangre, no sé si se debe a mis nudillos completamente destrozados o es por la sangre de las víctimas a las que he asesinado mientras mi padre me obliga a pelear en la jaula mortal.

Odio como los hombres de mi padre alientan la pelea. Me siento asqueado de mí mismo, es como si volviera a esa etapa en mi adolescencia donde lo único que hacía era pelear en estas jaulas mientras mi padre ganaba dinero a mi costa y yo me encargaba de acabar con sus víctimas. Esos tiempos en los que no era más que un perro de pelea, encerrado en una jaula con el único objetivo de devorar a las presas que entraban. Soy una máquina asesina, él me convirtió en esto, porque es para lo único que le sirvo.

Acabo con todos los hombres que ingresan a la jaula, mi respiración se agita con el cansancio que me invade, seguido de la falta de comida y agua, la falta de descanso y en las pésimas condiciones en que nos encontramos.

Mi padre y sus hombres abren la jaula, formando una especie de pasillo con sus cuerpos mientras dejan la jaula frente a mí, seguido de instrucciones absurdas que me ponen los pelos de punta cuando escucho el grito de dolor de mi hermana, seguido de ver como agua comienza a caer sobre ella.

La ansiedad me corroe, ingreso mi mano a la caja en busca de las llaves que liberan a Annika, consiguiendo cortarme cuando la caja está llena de cuchillas.

No me interesa, aprieto la mandíbula con fuerza mientras millones de cuchillas me rompen la piel, en lo que busco la llave que libere a mi hermana, no importa cuánto tiempo tenga que hacerlo.

Mi cuerpo se tambalea por el dolor y la enorme pérdida de sangre. Son cortadas profundas, de reojo veo como cuelga la piel de mi mano y es un auténtico desastre. Se me nubla ligeramente la vista y pierdo el sentido de la ubicación. El sonido a mi alrededor se opaca, dándole paso a los propios latidos de mi corazón que se esmera en conseguir que no me desmaye.

Y finalmente consigo abrir la cerradura.

Tiro del cuerpo de Annika hacia el mío, siseando de dolor cuando el agua con sal impacta contra la miel magullada de mi mano, haciéndonos caer al suelo.

— Alek, vamos, no me hagas esto.

Annika golpea mi mejilla suavemente intentando que no pierda el conocimiento, pero siento mis ojos cerrarse y su imagen se me difumina.

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