6."Bye bye, L.C."

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—Todavía no entiendo cómo te encerraste en el baño.—dice mi hermana cuando nos sentamos juntas en su habitación y comemos en la enorme mesa del comedor.

Las habitaciones del profesorado aquí son tan elegantes, más allá de cualquiera que haya visto, sin contar que pasé casi toda mi vida existiendo en pequeños apartamentos horribles que eran la mitad del tamaño de mi dormitorio actual, con piscinas que siempre estaban fuera de servicio y vecinos que hacían trabajos cuestionables en la oscuridad de la noche; claro, todo eso antes de que la vida me uniese a Lucía.

Aún así, esto es como un maldito palacio para mí, este cuarto que se asemeja más a un apartamento, grande como una casa, con techos altos, chimenea del tamaño de una persona y candelabros hechos con piezas realmente preciosas y brillantes.

Quiero decir, es rústico como la mierda, y por lo tanto no es mi estilo, pero no es que no pueda apreciarlo. Las habitaciones de las profesoras están en la primera planta del edificio de las chicas y son mucho más amplios que las habitaciones estudiantiles. Estoy indignada de que Lu tenga seguramente un jacuzzi escondido en el baño, mientras que yo sólo una simple cama que le perteneció a una chica muerta.

—Te lo dije: algunos chicos me encerraron.—me quejo, pero mi
hermana suspira y baja el tenedor, levanta la servilleta de su regazo y se limpia la boca.

—Stela...—comienza, pero lo interrumpo.

—Olivia. Es solo Olivia, sobre todo mientras esté aquí, ¿de acuerdo? Sabes que odio ese nombre.

Me mira con sus ojos azules luciendo decepcionados hasta que también dejo el tenedor.

—¿Qué?

—No quiero que uses el baño comunitario. No es apropiado.—
hace un enorme gesto de poner los ojos en blanco a la vez que me reclino y cruzo los brazos sobre mi pecho.

Lo primero que hice cuando llegué aquí fue ir al baño y quitarme la cinta de mis pechos. Me duele mucho usarlo por un segundo más de lo que tengo que hacerlo durante clases.

—Hermana, no voy a caminar hasta aquí solo para mear.

—Lenguaje, Stela.—dice, sin tener ni remotamente en cuenta mi solicitud.—No está bien que estés allí, especialmente no con los chicos de tu residencia. Puede que no se sientan cómodos con una chica en el baño y, francamente, cariño, aunque me gustaría pensar lo mejor de mis alumnos, no es seguro. ¿Qué pasaría si alguno de ellos no tuviese buenas intenciones y estuvieses acorralada en ese baño sola?

Mis ojos se entrecierran.

—Eres tan anticuada. Al igual que este dinosaurio de academia. Todos aquí son raros, groseros y tan privilegiados que tienen cucharas de plata metidas en el culo. No uses mi maldito trauma para explicar tu punto, menos si te preocupa que se sientan incómodos por una jodida vagina en el área.—arrojo mi servilleta sobre la mesa y me levanto tan rápido que mi silla chilla a través de los brillantes pisos de mármol.—¿Les molesta sólo mi jodida vagina? Porque en esta escuela hay mínimo cien más como la que tengo. ¿O es porque soy la nueva y tienen la estúpida idea de sentirse amenazados, porque sus complejos de niños ricos les impiden pensar como alguien común y corriente? Todos son tan...tan...agh.—gruño, frustrada.—Odio este lugar, realmente lo odio.

—Apenas le haz dado una oportunidad, Stela.—dice Lucía, su voz firme pero baja en volumen. He pasado años tratando de hacer que este mujer se enfurezca, pero ha sido en vano. Nunca muestra pasión por nada, no importa cuánto lo desafíe o cuán furiosa me sienta en respuesta a su interminable pozo de calma, no he llegado más allá de un simple enojo.—Han pasado dos días.

—Sí.—le espeto, poniéndome sarcástica. Es esa chica de las calles de Madrid que hay en mí la que sale.—Dos días de mierda y bastante miserables.—Pongo mis manos sobre la mesa y me inclino, mirando a mi hermana más allá del parpadeo de un candelabro. Éste se encuentra muy pretenciosamente en el medio de la mesa. ¿Quién come a la luz de las velas a menos que estén en una cita romántica o algo así?

JUEGOS DE PODERWhere stories live. Discover now