Dos semanas después del enfrentamiento con All Might, Izuku decidió que no era suficiente.

Con ánimos renovados, rediseñó su horario en busca de algo más práctico.
Como sus clases iniciaban a las ocho de la mañana, se levantaría a las cuatro. Eso le daba una ventana de tres horas de entrenamiento matutino con Toshinori y una hora extra para arreglarse antes de las clases.

La jornada solía terminar a las tres, tomando en cuenta el horario de comida. Eso significaba que a partir de las cuatro, dejando una hora por si debía hacer alguna tarea, podía hacer su rutina personal sin problema y luego correr antes de acostarse.

Necesitaba mejorar en el uso de su particularidad dentro de una pelea, ese entrenamiento específico lo haría con All Might. Debía aprender a incorporar su kosei de otras formas en un enfrentamiento, no solo con golpes.

Por otro lado, en su entrenamiento personal, decidió mejorar su fuerza. Por el momento solo levantaba unos ciento cincuenta kilos con sus brazos y unos doscientos cincuenta con sus piernas, quería doblar ese peso para dentro de tres meses. Esa era su meta.

Cuando terminó el día de estudio, se acercó a hurtadillas a la oficina de su maestro y abrió la puerta con sigilo. El adulto lo miró extrañado mientras corregía algunos exámenes de otros años en su escritorio.

— ¿Qué se supone que haces? —la mueca confundida se dejaba ver en el rostro maduro mientras veía a Izuku acercarse con una sonrisa emocionada después de cerrar la puerta a sus espaldas.

Las cariñosas manitos tibias del menor acariciaron su cabello y el mocoso caminó a su alrededor como un depredador.

Los labios del zagal tocaron suavemente los suyos en un encuentro efímero, una acción que salió tan rutinaria y normal que hizo al corazón de Shota dar un vuelco. Podía imaginarse besando de esa forma al menor cada día, sin problema.

— Hola. —la sonrisa parecía no querer abandonar el rostro del adolescente, lo observó con sus ojos brillosos y alegres, hipnotizando a Aizawa.

— Hola... —fue lo único que alcanzó a decir el adulto antes de saltar a los labios del mocoso nuevamente. Necesitaba más de ese toque adictivo.

Sonrió en medio del contacto al verse bien recibido por el mocoso. Sintió la mano con cicatrices pasar por su espalda y cuello, afirmándose en su nuca y enredando sus dedos en las hebras de cabello de forma distraída mientras se besaban superficialmente.

— ¿Sabe? Creo que encontré la solución al problema de la otra semana... —Izuku sonrió con entusiasmo al mayor, disfrutando los mimitos que los largos dedos dejaban en su cadera.

— ¿Enserio? —Shota prestaba atención, enserio lo hacía, pero mientras lo escuchaba quería sentir un poco de su calor. Escondió el rostro en el cuello del mocoso, sacándole una pequeña risa por los mimos que dejaba al pasar la punta de su naríz por la piel desnuda.

— Claro... —dejando unos últimos mimos en el cabello azabache, Midoriya tomó un poco de distancia, riéndo al ver el rostro disconforme de Aizawa. Una de sus manos voló al bolsillo de su chaqueta y extendió el nuevo horario al mayor.

Solo una de las grandes manos del mayor liberó su cadera y con gracia extendió sin problema la hoja, comenzando a leer su nuevo plan.

Cuando terminó, se quedó en silencio.

— Estás loco. —los ojos negros miraron a Izuku con cansancio. El ceño joven se frunció— Vamos, no me veas así, Izuku.

Antes de poder decir algo más, el menor se alejó varios pasos, terminando el contacto. Aizawa suspiró, ese mocoso era un maldito caprichoso.

Ilícito °AiDeku° Donde viven las historias. Descúbrelo ahora