Cuando llegaron al hotel, Inko fingió sorprenderse al ver que el hombre curiosamente iba a hospedarse en el mismo lugar, pero no pudo dejar de ver el brillo que resaltaba en los ojos verdes de su retoño. La esperanza pintaba cada parte del ser de su hijo. Esperanza y amor, dos sentimiento que le ponían los nervios de punta. 

Más allá de sus inquietudes decidió seguir con su plan inicial, observar. Sin embargo, ese viaje no eran vacaciones para ella, así que nada más dejar el equipaje en su habitación tuvo que despedirse de Izuku y partir a la reunión que tendría con los extranjeros. 

Irse del hotel y dejar al pecoso solo con su maestro le dejó un mal sabor de boca, pero no podía reclamar nada sin que ellos se dieran cuenta que ya sabía sobre su relación. No quería invadir la intimidad de su hijo, quería que él mismo se diera cuenta que podía contarle las cosas a su tiempo. Aun con ese pensamiento en mente, las preocupaciones de madre retumbaban en su cabeza mientras manejaba en dirección a la sucursal de su empresa para encontrarse con su jefe. 

Un suspiro salió de los labios rosados de la mujer, no había nada que hacer. Izuku estaba en una edad complicada, en el limbo entre la adultez y la infancia. Si presionaba demasiado, su hijo perdería al confianza en ella y eso no sería fructífero para su relación. No estaba en contra de lo que sea que tuviera con su maestro, pero le gustaría confirmar que los sentimientos que veía reflejados en el menor eran correspondidos con la misma intensidad por su pareja. 

Inko no tuvo más opción que guardarse todas sus inquietudes al fondo de su cabeza una vez que puso un pie dentro de la empresa, no había lugar para situaciones personales mientras estaba en el trabajo. Se ocuparía de eso cuando estuviera nuevamente en el hotel, quizás este tiempo lejos de su casa era perfecto para charlar con su hijo más cómodamente. 

"¿Se supone que es disimulado quedarse en el mismo hotel, en el mismo piso y justo en la habitación de junto?" 

"No pude aguantarme. Además, así será más fácil estar juntos ¿No?"

Izuku reprimió una carcajada mientras leía la pantalla de su celular. En su boca tenía su cepillo de dientes, acababa de salir de una muy larga ducha reparadora para intentar quitarse las horas de vuelo de encima. 

"Puede cruzar si quiere. Mamá no volverá hasta pasada la medianoche, luego de su reunión tenía una cena de negocios."

Sin cuidado, el pecoso tiró el celular sobre la gigantesca cama de dos plazas que estaba en su parte de la habitación. El cuarto estaba separado en varios ambientes, dos dormitorios y una pequeña sala de estar. 

Los rizos verdes se vieron revueltos por una pequeña toalla de mano, secando las múltiples gotas de agua. Su cuerpo solo cubierto por una toalla en su cintura. Cuando la puerta sonó, Midoriya colgó la toalla en sus hombros y abrió, sonriendo al hombre. Sin poder evitarlo, los ojos verdes recorrieron ansiosos a su pareja, era como si nunca tuviera suficiente de la belleza de Aizawa.

El cabello de Shota también estaba húmedo, había tomado una ducha rápida luego de acomodar un poco su equipaje. El mayor entró detrás de Izuku, fingiendo no haber sentido la mirada curiosa sobre él que le había puesto los nervios de punta. Aun después de todos esos meses, estar junto al pecoso se sentía como el primer día, como si fuera un adolescente experimentando su primer amor. El hombre sonrió suave al ver las marcas un poco rojizas que había en las caderas de su chico, la forma exacta de sus manos se mostraba en la piel lechosa del mocoso y esa imágen le encantaba. 

— Pensé que tardarías más en venir. —el pecoso se alejó después de dejar un suave beso en los labios finos, buscaría algo de ropa cómoda para usar de pijama—¿Quiéres pedir servicio a cuartos? Todo corre por cuenta de la empresa...

Ilícito °AiDeku°Where stories live. Discover now