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— ¿Cómo te sientes para tus examenes? —Aizawa observaba desde la cama al pecoso estudiar en el suelo del cuarto. Lo que parecían ser miles de hojas tapizaban toda la alfombra.

— Tengo cubiertas todas las asignaturas o al menos la mayoría. —el cuerpo jóven se estiró con pereza, intentando relajar sus músculos— Estoy exhausto...

Shota sabía eso. El menor llevaba tres días estudiando a cada hora, sin dormir. No importaron todas las quejas que el mayor puso por eso, Izuku era obstinado y no tenía planeado fracasar en estos examenes.

Con sus semanas en la enfermería y el tiempo que pasó con su madre, Midoriya había estado demasiado retrasado con sus asignaturas y estudios.

— Ven, toma un descanso... —el hombre se acercó al borde de la cama y tomó la mano del menor para recostarlo cerca de él— ¿Por qué no esperas aquí mientras traigo algo de comer?

Las mejillas pecosas fueron besadas en múltiples ocasiones por los finos labios de Shota y las manos pesadas del mayor dejaron suaves apretones en los tensos hombros. Izuku sonrió medio adormilado, estaba tan cansado que sentía que podría morir.

— Claro... —Midoriya volteó su rostro y dejó un suave beso en los labios de Aizawa.

— Duerme un poco, te despertaré cuando regrese ¿Está bien? —el hombre acarició los bucles verdes mientras salía de la cama, sonriendo al ver como el cuerpo del pecoso se estiraba sobre las suaves sábanas.

— Gracias... —el susurro del menor fue lo último que escuchó el hombre antes de salir de la habitación.

Aizawa se dirigió fuera de la academia, el pecoso merecía una buena comida antes de presentar sus examenes. Realmente se había esforzado al máximo y, aun después de estar fuera varias semanas, había llegado a tiempo.

El hombre regresó al menos una hora después a su habitación, Izuku dormía en forma de bolita en su lado preferido de la cama.

Shota preparó la comida en una bandeja para que Midoriya comiera cómodamente. Los largos dígitos del hombre acariciaron el rostro suave del menor, intentando despertarlo.

— Izu... —el adolescente se removió incómodo antes de abrir sus ojos, frunciendo el ceño por la molesta luz— Arriba, bebe. Traje tu comida.

Midoriya besó suave al hombre antes de sentarse en la cama, estirando sus brazos sobre la cabeza para quitar la pereza de su cuerpo.

— ¿Trajo todo eso para mi? —las manos cicatrizadas recibieron con gusto la enorme bandeja llena de comida que Aizawa le ofrecía— Gracias.

— Creí que debías reponer energías antes de presentar tus examenes. —el mayor se recostó al lado del chico, aceptando en su boca la pieza de sushi que Izuku le tendía.

— No habría podido hacerlo si no me hubiese ayudado... —Midoriya estaba algo avergonzado. Aunque desde el inicio de su relación le había pedido a Shota que no se entrometiera en su educación, el hombre lo había ayudado demasiado en sus estudios.

Estudiaban largas horas en la cama, donde el mayor le explicaba con paciencia cada duda que tenía sobre los temas que debía presentar.

— Estar con tu maestro tiene ventajas. —Izuku soltó carcajadas ahogadas mientras comía un buen bocado de ramen, tosiendo un poco. Shota dió un par de palmaditas en su espalda.

— Lamento haber invadido su habitación tantos días, pero hoy debo volver a la mía. Ya no tengo ropa limpia aquí. —Aizawa admiró los felices ojitos verdes mientras recibía un nuevo bocado de comida del chico. El hombre estaba fascinado de haber convivido tanto con el pecoso los últimos días.

Ilícito °AiDeku° Donde viven las historias. Descúbrelo ahora