Aunque Izuku ya había despertado y todo parecía ir bien con él, la doctora Chiyo insistió en mantenerlo dos días más en internación para evitar cualquier inconveniente. El menor aceptó a regañadientes, siendo convencido por Aizawa.

En ese tiempo, el mayor no se alejó de él más que para dictar sus clases. Incluso un día había llegado a la enfermería con varios exámenes que debía tener listos para el día siguiente, se sentó junto a la camilla y corrigió toda la tarde, acompañando al pecoso.

Con paciencia, Midoriya había aceptado ser ayudado por el hombre para ducharse y cambiar sus vendas, justificándose diciendo que se sentía más cómodo siendo ayudado por un varón. La mujer no reprochó y simplemente les dió espacio, diciendo que vigilaría que nadie entre a la enfermería para que estén más cómodos.

Shota había quitado las vendas con calma, sosteniendo la mano temblorosa de Izuku mientras las lágrimas caían por las mejillas pecosas. El hombre acarició y besó los brazos marcados, repitiendo cientos de veces lo hermoso que era el zagal. Realmente era difícil para el chico ver su piel de esa forma, solo había podido lograrlo por el apoyo de su maestro.

Con cariño, Aizawa había enjabonado cada rincón del cuerpo joven. Secando con toquecitos suaves la piel lechosa y dando dulces palabras al mocoso. También era difícil para el hombre ver la tersa piel con esas marcas, pero nada podía quitarle belleza a Izuku.

Para cuando finalmente terminaron los días de internación, Shota había preparado un bolso con todas las pertenencias del menor. Su madre vendría a buscarlo esa misma tarde para llevarlo a casa a descansar por una semana, por recomendación de la misma Chiyo.

— Gracias por todo, Aizawa-sensei. —la dulce sonrisa parecía no querer abandonar los labios del zagal cuando estaba en compañía del mayor. Sentía que estaban más unidos después de todo el conflicto que habían vivido.

— Podrías llamarme por mi nombre cuando estamos solo ¿Sabes? —el pulgar del hombre acarició con cariño las caderas del pecoso, manteniéndose cerca todo el tiempo que podía— No tienes que agradecerme por nada...

— Tengo miedo de confundirme cuando estemos en público, por eso siempre lo llamo así. —Shota sonrió enternecido, dándose cuenta de lo cuidadoso que era el mocoso para mantener la intimidad de ambos— Mamá debe estar por llegar, será mejor que vayamos a la entrada...

Aizawa asintió y ayudó al chico a bajar de la camilla, exageraba en el cuidado del menor, Izuku ya se lo había recalcado muchas veces. Pero él no pensaba cambiar eso, quería cuidar, proteger y mimar al pecoso en todo aspecto mientras esté a su alcance. 

Sería discreto, cuidaría de ambos. Pero eso no significaba que fuera indiferente con Izuku y sus necesidades. Amaba estar cerca del mocoso, acariciar su piel y saber que era correspondido solo intensificaba las sensaciones. 

Aizawa ya no permitiría que nadie se entrometiera en su relación con el menor. Si algo les incomodaba, les molestaba o les daba miedo, era responsabilidad de ellos solucionarlo. Solo de ellos, no estaría pensando en qué podría pensar Todoroki o cuál sería el castigo si Toshinori se enteraba. Quería ver a Midoriya feliz y Shota haría todo lo humanamente posible para que siempre lo fuera. 

Ambos caminaron tranquilos por los largos pasillos de la escuela, rozando sus dedos de vez en cuando mientras charlaban tranquilamente. Sobre el hombro del adulto descansaba el bolso que él mismo había armado para el chico, no dejaría que hiciera fuerza en absoluto. Los ojos azabaches brillaban intensamente mientras escuchaba al chico hablar sobre una nueva serie que quería comenzar a ver, según él, para matar el tiempo libre que tendría.

— No iba a morir porque dejara que lleve mi propia ropa... —la voz del niño salió teñida de diversión— Mamá estará feliz de ver que mis maestros cuidan tan bien de mí.

Ilícito °AiDeku° Where stories live. Discover now