CAPITULO 2

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Dio media vuelta para caminar con prisa hacia la puerta principal. No había avanzado mucho cuando la voz de su madre se oyó desde fuera.

—¡Milo, abre la puerta no tengo las llaves! —

Milo se quedó helado, estaba tan ensimismado con su deseo que había olvidado que su madre regresaría. Nunca pensó que eso del ritual fuera a pasar, no estaba preparado para tener a una "mujer" en casa, aun menos presentársela.

—Que sucede, ¿Tienes miedo? —pregunto Bianca caminando hacia la puerta principal con total tranquilidad.

El joven de inmediato la detuvo tomándola por la muñeca, jalándola devuelta a su habitación.

—¿En qué estás pensando?, no puedes salir ahí, si mi madre te ve...—

—¿Tu madre? —pregunto Bianca que sin previo aviso fue callada por la mano de Milo en su boca

—shh no grites, debes esconderte —susurro

—Pero ¿por qué?, no entiendo... —

El timbre sonó nuevamente, esta vez con mayor intensidad.

Milo estaba al borde de un ataque de nervios, tenía que encontrar la forma de ocultar a esa tremenda mujer. Miro a su alrededor buscando un lugar para ocultarla, pero era tan alta que no había sitio especifico.

—Milo, ¡Abre la maldita puerta!, ¡Ya! —grito su madre desde afuera, ahora molesta.

—Bianca debes buscar un lugar para ocultarte, si mi madre te ve no sé cómo reaccionara—

—Umm, yo no sé...—

La puerta fue golpeada una vez más.

Milo se percató de una solución, pero se sentía un poco avergonzado y preocupado por lo que Bianca podría pensar.

—Por favor, deslízate debajo de la cama y quédate allí hasta que te lo diga, ¿de acuerdo? —

—¿Pero por cuánto tiempo? ¿No me vas a dejar sola por mucho rato, ¿verdad? — preguntó ella con un toque de inseguridad en su mirada.

—No, solo es para que no me vea mi madre. Te explicaré todo después, por favor... Bianca, hazlo, no me dejes en esta situación — susurró Milo, con una expresión casi llorosa.

Bianca, conmovida ante la expresión de Milo, obedeció sin dudar. Aunque su tamaño hacía que acomodarse debajo de la cama fuera un poco incómodo, se las arregló para deslizarse debajo de ella de la manera más discreta posible.

Milo esperaba con ansias que su improvisado escondite funcionara. Cubrió los espacios entre el colchón y el suelo con las sábanas y corrió apresuradamente hacia la puerta principal, donde una mujer de mediana edad, cabello teñido de rojo y ojos marrones, entró rápidamente.

—Hijo ¿Que estabas haciendo, no escuchaste la puerta?, si me están robando no vas a ayudarme—

Milo, se quedó un rato mirándola. Su madre lucia cansada, tenía una expresión que solo podría definirse como una mala jornada en el trabajo.

—Yo...lo siento madre, estaba en el baño y no oí...—

—Cállate, no me interesa. Pon agua para la cena y luego... —La señora se detuvo al notar la sala en un estado desordenado y frunció el ceño. —Limpia la casa, ¡qué desastre! ¿Qué has estado haciendo?

—Lo siento, lo arreglaré de inmediato —respondió Milo con una sonrisa amable.

La mujer mayor suspiró con resignación y comenzó a caminar lentamente hacia la cocina, sin antes lanzarle una última mirada. Milo suspiró aliviado al ver que las quejas habían cesado. Con una escoba en mano, regresó silenciosamente a su habitación.

LOVE FEITWhere stories live. Discover now