CAPITULO 20 FINAL

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De a poco Milo volvió a recobrar el conocimiento. El frio en su piel junto a la oscuridad circundante, le provocaban un temblor involuntario. Trato moverse, pero sus manos y piernas atadas a la silla, le impedían moverse. Luego intento llamar a su madre; sin embargo, una tela en su boca no le permitía articular palabra alguna.

Reconoció de inmediato el espacio en donde se encontraba, era la cocina de su casa. En el estrecho lugar, con la mirada posada en el único pasillo, divisaba una tenue luz proveniente de su habitación.

Su mente comenzó a examinar el cómo llego ahí; los recuerdos volvieron, aunque no quería creerlo, la única persona capaz de atentar contra él, era ella.

Bianca estaba aquí.

La desesperación creció en su interior al no lograr desatarse, la tensión del cuerpo solo lo hacía sentirse más cansado. Milo diviso una leve sombra caminar hacia él. Era ella...

Llevaba la ropa que Milo usaba para eventos formales, una camisa blanca que iba a estallarle, un pantalón negro que por su altura le quedaba corto, y unos zapatos negros que se notaba el sobrado de tamaño.

—Oh, amor, por fin despertaste —dijo, acercándose.

La imagen que daba Bianca era lamentable, las ojeras junto a la piel sucia, denotaban su falta de cuidados. La mujer había cambiado mucho, parecía una indigente; pero seguía manteniendo su figura voluptuosa.

Milo trato de hablar, demostrar su descontento, pero fue inútil.

—Tus ojos lucen tristes, ¿Estas asustado, cariño? — Bianca se acercó, tomándole tiernamente el rostro entre sus manos—Pobre Milo. No tengas miedo, yo estoy aquí —

Bianca se dirigió hacía de uno de los cajones donde se guardan los cubiertos, tomando un cuchillo de los que se usaban para filetear carne. Milo no pudo evitar un nudo en su garganta, su cuerpo involuntariamente se retorció y un leve gimoteo trato de salir de su boca.

La mujer se acercó a Milo, arrodillándose a su lado. Se aparto los mechones que cubrían su rostro, luego deposito un beso en su mejilla.

—Tranquilo, tranquilo... no te asustes —La voz de Bianca se escuchaba afectada, como si luchara por contener un llanto.

Lentamente, Bianca tomo el antebrazo derecho de Milo, girándolo hasta que la parte interna quedara expuesta. Milo movía frenéticamente su cabeza, mientras el cuchillo se acercaba delicadamente a sus venas.

Bianca respiro profundamente, a la vez que apoyaba la hoja en el brazo, cortando. Milo cerro los ojos tratando de soltar un grito, pero no lo logro.

—Shh, tranquilo mi amor. Está bien —Bianca observaba como la sangre comenzaba a manar —Ambos somos culpables, ¿No lo crees? Tú por abandonarme...y yo, por no darte suficiente amor —

Milo lloraba, el terror se apoderaba de su ser, no quería morir.

—No llores, Milo. Yo también seré castigada. Perdóname, por no ser suficiente para ti —Unas pequeñas lágrimas resbalaron por las mejillas de Bianca, a la vez que colocaba el mango del cuchillo en la mano derecha de Milo.

Sin temor, la mujer comenzó a presionar el cuchillo contra su propio brazo.

—Lo siento mucho, perdóname por no haber podido darte a tu hijo, mi amor, no me odies — Bianca no podía parar de lagrimear.

Milo miraba el horror de ver a Bianca lastimarse a sí misma. La sangre broto, mientras una sonrisa se hacía presente en la mujer. La peliblanca repetía el proceso mutuo, formando en sus antebrazos un camino de sangre, donde el cuchillo era el artista que trazaba una imagen.

LOVE FEITWhere stories live. Discover now