CAPITULO 12

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Aquella noche ni uno de los dos pudo conciliar el sueño, aunque las razones eran muy diferentes. Milo por una parte se sentía ansioso, no sabía si realmente había tomado la decisión correcta o solo su sentencia de muerte; ahora si le esperaba una segura golpiza y humillación publica por parte de su madre. En cambio, Bianca no paraba de sentirse agitada, sostenía a Milo entre sus brazos como si fuera a desaparecer, acurrucándolo contra su pecho.

Estaba atenta a las cortinas, a los movimientos en la calle y las luces que se filtraban por debajo de estas. Unos destellos rojos y azules parpadearon afuera, llamando su atención.

"No te alejaran de mí, jamás" pensó Bianca, los ojos le brillaban en la oscuridad como si fuera una bestia salvaje.

Para su suerte no llamaron a la puerta, solo paso la patrulla de largo; aunque Bianca no se confió del todo. La policía era lo único que les impedía marcharse, Bianca iba a hacerlo de todos modos antes, pero Milo la había hecho pensar mejor las cosas.

Tiana es una madre muy protectora, por lo que el simple hecho que Milo no haya vuelto a casa después de la pelea, seguro ya habría avisado a la policía. Si los pillaban a los dos en el acto de huida, seguramente Milo terminaría cediendo ante Tiana a pesar de ser mayor de edad.

****

Muy temprano, apenas con los primeros rayos de alba, Bianca empaco lo poco que tenía en una mochila. Milo no tenía nada, apenas unas monedas y la misma ropa del día anterior.

—¿Que va pasar con todas estas cosas? —pregunto Milo, observando la cama y otros artículos.

—La mayoría es del señor Tito, lo recuerdas ¿verdad? —repuso Bianca, acomodándose todo el equipaje en la espalda y manos.

—Claro, era un señor muy amable, se portó genial contigo. ¿Vas a despedirte de el? —

—Por supuesto, es lo menos que puedo hacer —

Al terminar de alistar todo, salieron de la habitación para tocar la puerta aledaña. El viejo Tito salió con una expresión somnolienta, sorprendido al ver a su arrendataria cargando tantas cosas.

Bianca explico brevemente que iban a mudarse, que se retiraba y le agradeció por todo el apoyo. El viejo le dedico una sonrisa comprensiva, sin mucho que decir mientras recibía la llave.

Bianca camino hacia la entrada de la calle, Milo la siguió detrás. El sol se colaba por los espacios entre las casas, se miraron a los ojos por un momento antes de partir a un rumbo desconocido.

Se alejaron lo más posible de donde vivían, tomando un autobús hacia el norte de la ciudad. El trayecto fue en silencio, apenas se intercambiaban palabras de vez en cuando, pero Milo era muy callado.

Cuando el bus se detuvo, Bianca lo tomo del brazo y comenzaron a caminar. El alrededor parecía una combinación entre un paisaje descampado con algo de vegetación, la brisa golpeaba con fuerza y el sonido del rio al lado de la carretera resonaba.

Un pequeño muro azul se alzaba a unos metros, tenía escrito "Asentamiento humano Chocas"

—¿Dónde estamos?, este lugar no parece muy poblado —cuestiono Milo, mirando las pequeñas casas precarias que tenían en frente.

—Al menos podremos pasar desapercibidos aquí, ¿No crees? —comento Bianca, sonriendo algo nerviosa. Un asentamiento humano era el lugar más bajo a donde podían estar, una zona donde vivía la gente más humilde en parcelas ilegales; no obstante, después de unos años si se legalizan, se convierten en terrenos rentables.

—Lo vi en un folleto de los que tenía el señor Tito, todo es barato, incluso hay escuelas y negocios, no todo es malo —añadió

Milo asintió, no estaba seguro de si era buena idea. Pero mientras estuviera con Bianca, podría soportarlo.

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