CAPITULO 4

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—Hijo vas a ir a estudiar, ¿verdad? —preguntó su madre.

—Si, mamá —respondió Milo, tomando lento su café.

La señora al termino de alistarse, tomo su bolso, sentándose en el sofá

—Voy a acompañarte. Tengo que visitar a una amiga por esa zona—

—Todavía tengo unas cosas que arreglar, porque mejor no te adelantas. —Mintió Milo, no pensaba ir a la universidad ese día.

—Entonces date prisa, yo espero. Además, cuando acabes tus clases me das una llamada y volvemos juntos a casa —

—Mama no es necesario que me acompañes al volver. Planeaba quedarme un poco más en la facultad—

La mujer de casi 40 años lo miraba seriamente, Milo podía sentir la tensión creciendo en el ambiente, quería ir a ver como esta Bianca. Pero con estas trabas no podrá ni acercarse en todo el día.

—Te acompaño y eso es todo, fin de la discusión—

El chico suspiro y acepto a regañadientes. Después de desayunar tomo sus cosas y fueron ambos hacia la universidad, el tramo fue algo silencioso no porque hayan discutido, sino porque a Milo no se le ocurría nada para conversar.

Llegaron a la entrada de la universidad, la mujer lo abrazó y se despidió de él. Milo vio a su madre perderse en la multitud, suspiro aliviado de verla alejarse. Cuando empezaron las clases, no pudo estar más distraído. Su mente iba a su nueva ¿novia?, aun no se atrevía a llamarla así, pero la forma en la que ella hablo la última vez lo había cautivado. Se sentía un idiota por no haber hecho nada más que hablar y acariciar su mejilla, cualquier hombre haría un intento en el primer encuentro y mas sabiendo que Bianca es producto de un deseo, por lo que podía usarla a su antojo.

Las horas pasaron tan lento que para Milo se sintieron eternas, la impaciencia lo carcomía por dentro. Cuando finalmente terminaron las clases, Milo tomo su celular para llamar a su madre, pero antes que pudiera marcar, sintió un golpecito en su espalda.

—¿Porque no viniste ayer a clases?, ¿paso algo? —pregunto Vanesa, una de las pocas amigas que tiene.

Ella es chica de cabellera negra, que cae hasta sus hombros, sus ojos eran saltones y marrones como los de él, y tenía una pequeña nariz. Su figura era un poco regordeta y su tez morena, además de tener una sonrisa de 1000 voltios.

—Enferme, ya sabes—contesto Milo, esperando que esa excusa bastara.

—Me has preocupado. Ayer el profesor te jalo del curso por muchas inasistencias, ya superaste las 3...—Ella hizo una pausa, miro alrededor para asegurarse que no hubiera nadie cerca —Intente decir que te enfermaste, pero no funciono—

Milo se quedó helado, no se percató que había faltado tantas clases. Ahora jalo un curso, un maldito curso que significaba grandes problemas con su madre.

—Oh maldita sea, estoy perdido. ¿Qué hare ahora? — Milo se llevó la mano a la cara, no podía creer lo que había echo.

Vanesa lo miro preocupada, no podía evitar sentirse mal por su amigo. Era el primer idiota que jalaba un curso tan fácil de comunicación, no entendía porque lo había echo.

—Puedes repetirlo, ay hijo para que faltas— dijo Vanesa dándole palmaditas en el hombro.

—No importa es...solo un curso, ya vere que puedo hacer —expreso Milo tratando de sonar animado.

La chica solo sonrió tristemente, a pesar que no lo demostraba, ella podía sentir su angustia.

—Oye este sábado es Halloween, ¿No te gustaría acompañarnos?, iremos varios del salón—pregunto Vanesa, con un atisbo de ilusión —Sera en una discoteca nueva. También estarán algunas chicas de otros cursos... —

LOVE FEITOnde histórias criam vida. Descubra agora