Capítulo 31

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Charles Soltero = peligro

Fin de semana en Singapur, otro día en el que siento que es un sueño que siga conociendo países sin costo alguno

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Fin de semana en Singapur, otro día en el que siento que es un sueño que siga conociendo países sin costo alguno.

Esta vez Layla si me acompañó este fin de semana, tenía emoción de ver a Carlos, lo que me recuerda a Lando y el por qué ni se le acerca al pobre chico.

Llegamos al circuito a tiempo el viernes, no con el equipo ya que nuestro vuelo salía unas cuantas horas después, por lo que ya había movimiento en el paddock, aunque faltara aún 1 hora para la primera practica.

-Sabías que singapur es uno de los primeros lugares donde mas se sale a fiestas?- dijo Layla mirando todo- es nuestra oportunidad.

-No lo creo- dije divertida- es un país desconocido, no sabemos como sean los ebrios o cualquier loco en esas fiestas.

-Eres muy aburrida desde que rechazaste al pobre Charles- dijo con una mueca ganándose una mala mirada de mi parte.

-No te niego que me he imaginado en las noches que hubiera ocurrido si esa noche en vez de rechazarlo le decía que si- dije con un suspiro.

-Te arrepientes- dijo con un pequeño canto.

-No me molestes- la callé- mejor háblame de Lando ah.

-No me molestes- repitió mis palabras sacando una carcajada.

-No se que haya pasado con él pero de alguna manera lo sabré- le dije y bufó.

-Iré a saludar a Carlos mejor, tu busca a Mary, seguro ya tiene alguna tarea para ti- dijo divertida sacándome la lengua como una niña.

Se fue a boxes mientras yo subí a las oficinas en busca de mi no tan querida jefa.

-Menos mal te encuentro- dijo al verme entrar a su oficina.

-En realidad yo la encontré a usted- respondí e hizo una mueca obviandolo.

-Eso no interesa, ve por Charles y vayan a comer algo a la cafetería- me indicó- me dijeron que hay mucha prensa en esa zona, además no los han fotografiado desde la semana pasada en aquel jet ski en Mónaco.

Si, los fotógrafos no se como pero nos sacaron fotos en el yate con la familia de Leclerc, al menos eso daba credibilidad a la relación.

-Como diga señora- asentí y volví por donde llegué caminando hasta el cuarto de descanso de Charles donde me avisaron que estaba desde hace más de media hora, conociéndolo se debió quedar dormido.

Llegué a la puerta y toqué dos veces antes de entrar, quería evitar más problemas con el castaño.

-No molesten- gritó desde el otro lado y giré los ojos ignorando sus palabras y abriendo la puerta.

Me arrepiento de hacerlo, de nuevo.

-Charles dijo Mar...- callé en seco al ver a Charles sin camisa y una pelinegra en su regazo muy cómodos besándose.

Fingiendo no amarte • Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora