28. 𝙃𝙖𝙜𝙖𝙣 𝙡𝙖𝙨 𝙥𝙖𝙘𝙚𝙨

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JeongIn ya estaba harto, harto de MinHo y de su jodida aura de chico perfecto a la hora de cuidar de su pequeño, harto de que se intente adueñar de SU casa como si quisiera quitarle el crédito. Era como si ambos mayores tuvieran una lucha campal a cada día para robarse la atención del pequeño, desde limpiar la casa hasta cocinar, ambos peleaban por todo.

Para entonces, había despertado más temprano que Felix y se había dirigido a la habitación de invitados que ahora ocupaba él, desde que se había quedado durante días conocía bastante bien la rutina del mayor y apostaría a que estaba despierto también.

Golpeó la puerta, intentando que Felix no lo oiga dormido y se despierte para saber qué pasaba.

MinHo abrió la puerta, luciendo el abdomen tonificado al descubierto, ese detalle hizo que JeongIn se sintiera fuera de sí por un momento y casi se ruborizara, pero odiaba tanto a MinHo que sus atractivos músculos definidos no causaban efecto en él más que su sorpresa inicial.

JeongIn era gay, no era ciego y sabía que el chico frente a él era demasiado caliente, pero lo odiaba y en ese momento solo pensaba en hacerlo pedacitos y freírlo a 180° grados durante 20 minutos en la freidora de aire.

—¿Qué quieres? —Soltó el pelinegro, colocándose una toalla encima del hombro, gesto que sin duda era caliente, pero en ese momento le resultaba odioso cómo se comportaba como si fuera la última Coca-Cola del desierto.

—Vengo a pedirte que por favor te largues. —El mayor levantó una ceja, JeongIn no midió el tono de su voz, sonando bastante rabioso.

—Vaya, creí que al menos era algo importante. —MinHo intentó cerrar la puerta de la habitación, pero fue detenido, JeongIn lo miraba muy molesto, luciendo como si fuera a explotar en cualquier momento.

—Escúchame bien. —Su voz se había vuelto amenazante, caminando unos cuantos pasos pesados dentro del dormitorio, el mayor retrocedió con prudencia. —Felix y yo éramos tan felices solos antes de que llegaras.

—Tú no sabes nada acerca de cómo hacer feliz a Felix.

—Oh, ¿ahora vas a decir algo como "no sabes nada sobre cómo cuidarlo"? ¡Por supuesto que sé cómo! —Su voz se había elevado, pero justo en ese momento ni siquiera se había percatado.

—Ni siquiera tienes un maldito botiquín de emergencia, ¿has pensado en qué pasaría si se resfría? ¿si se lastima? ¡No! Porque no sabes nada acerca de cuidar a alguien.

—¡Hay medicinas en la alacena!

—¡Están vencidas!

A ninguno de los dos chicos les importaba ya acerca del todo de voz que estaban usando, lo único que hacían era luchar por su superioridad sobre el otro. JeongIn resopló, no pudiendo objetar nada ante lo que el mayor había dicho, así que suspiró y dijo:

—Lárgate de mi casa.

—Esta no es tu casa. —Ninguno de los dos cedía, ni siquiera el mayor de los dos quién había estado actuando más tranquilo todo el tiempo.

—¡Claro que es mi casa! Porque yo...

—No peleen... —La suave voz rota hizo que ambos chicos voltéen horrorizados, Felix los miraba a ambos desde el marco de la puerta, con el pijama de estrellas aún puesto y los ojos acuosos, amenazando con romperse en cualquier momento.

—Lix... —JeongIn fue el primero en intentar acercarse a él, instintivamente queriendo abrazarlo, pero antes de poder hacerlo, el menor lo rechazó, negando. —Lix... —Repitió, casi suplicando que el chico acepte sus brazos.

Confiado en sí mismo, MinHo intentó hacer lo mismo ante la mirada asesina de JeongIn, pero logrando el mismo resultado, Felix se apartó de él, negando mientras miraba a los dos con horror.

De la A(mor) a la Z(ombies)Where stories live. Discover now