38. 𝙀𝙡 𝙣𝙪𝙚𝙫𝙤 𝙁𝙚𝙡𝙞𝙭

53 9 3
                                    

Después de haber sido arrojado en un rincón y dejado a su suerte, entendió gracias a las reglas, que era sobrevivir o morir.

Se sacudió el polvo a penas se habían quitado la cinta de sus muñecas, no recordaba nada claro, a excepción del chico rubio que había visto antes, porque después de eso fue vendado, movilizado y dejado en el lugar donde estaba justo en ese momento.

Nada, no había nada. Ni personas ni ruido, la camioneta se había ido y mientras volteaba a sus alrededores tratando de captar la mayor cantidad de información que podía, sus ojos llegaron hasta sus pies, y se dio cuenta que no estaba "solo". En el piso estaba su lanzallamas, el que había hecho especialmente para JeongIn, conectado a una lata de spray de cabello.

¿Por qué estaba allí? ¿Cómo sabían que eso existía? En realidad, él no tenía dudas, sabía quién era el único que conocía la existencia del lanzallamas y ahora se sentía liberado de haber sacado de su casa a alguien tan peligroso.

Lo odiaba por ahora, porque sabía que lo que él era y nunca debió haber confiado en alguien así.

Sin pensarlo mucho, lo tomó y corrió. Repasando mentalmente las reglas de supervivencia básica en caso de apocalipsis zombie.

Número 1: encuentra refugio.

Y número 2: vístete apropiadamente.

En realidad, las reglas eran suyas. De allí la importancia de encontrar buena ropa que esté adaptada para sobrevivir, porque en el momento que Lee Felix se vió por los cristales de una tienda, se horrorizó por la imagen de su pijama azul de estrellas completamente sucio y roído.

Y no quería ser malentendido como alguien que odiara su pijama de estrellitas, sino que no se podía imaginar a sí mismo dentro de un juego donde las reglas eran "matar o morir" vistiendo aquello. Así que llegó a una simple conclusión: necesitaba ropa nueva.

No fue difícil, pero ¿qué usaría ahora? esa era una cuestión importante, tal vez más importante que huir de zombies, en realidad, ya no les tenía tanto miedo, JeongIn había sido de ayuda, le había enseñado de primera mano sobre cómo matarlos y se aseguró de recopilar toda la información para usarla después, justo como ese momento.

Pero volviendo al tema del vestuario, había algo en él que se sentía... fuera de su lugar.

Era como si hubiera estado sumergido en un interminable sueño y de un momento a otro hubiera despertado, toda su vida pasada y sus recuerdos se sentían como algo en lo cual no había tenido control alguno de él mismo y de sus acciones. Se sentía vivo, despierto, confiado, renovado, ni siquiera había las palabras suficientes para describirlo, simplemente, ahora podía respirar tranquilo, incluso los sonidos de la calle y la suave brisa del viento se sentían diferentes.

En aquella tienda, había ropa muy bonita, no conocía su talla porque usualmente sus padres compraban toda su ropa, la cual siempre consistía en shorts cortos y suéteres anchos, no había variado mucho su guardarropa desde que estaba en la escuela elemental.

Pero para ese momento, arriesgadamente tomó una chaqueta de mezclilla, una camisa blanca y unos pantalones pegados negros. Sus zapatos también eran un desastre, se mantenía con unas sandalias de andar por casa que no sabía cómo tenía puestas aún, pero claramente si sabía que si corría con esas puestas, tropezaría y sería pan comido, literalmente.

Entonces, mandando a la mierda a sus padres después de tantos años, tomó unas botas y se apresuró a cambiarse. Anteriormente, sus padres le habían prohibido usar zapatos como botas o tenis Converse, a pesar de quererlos tanto, según ellos, eran poco cómodos para los pies y tan planos que podías desarrollar alguna desviación en los huesos. Así que ahora no le importó, ¡se sentía tan bien! se sentía dueño de sus elecciones, aunque sea en algo tan mínimo como la elección de ropa.

De la A(mor) a la Z(ombies)Where stories live. Discover now