🦋 Capítulo 3

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Javier, el chiquillo que lo guiaba, hablaba hasta por los codos. Se tomó su trabajo muy en serio. Durante todo el recorrido se la pasó señalando lugares y soltando datos curiosos como si estuviera llevando un grupo de turistas ingenuos por las calles de Viena y no por las de un pueblo olvidado.

Valentín no había estado los años suficientes en Aguadulce para reconocer lo que estaba viendo, además la casa de sus abuelos estaba a las afueras. El centro del pueblo era callado, tan solitario que incluso daba escalofríos. Las calles de tierra desigual eran bordeadas por extensiones de césped crecido. De hecho, había mucha vegetación por todos lados; plantas y árboles poco cuidados que crecían alimentados por el agua del río.

Las casas eran pequeñas, con puertas de madera roída o de metal oxidado. De vez en cuando Valentín notaba que lo observaban, y cuando volteaba alcanzaba a distinguir siluetas en las ventanas o una cortina que se agitaba. La única gente que vio fue un grupo de niños remojados que pasaron corriendo a toda velocidad.

―Por allá fue donde Viviano Montero le declaró su amor a Socorro Valles, antes de que el papá de ella lo amenazara con una escopeta para que la dejara en paz. Ya la tenía comprometida con un fulano que le ofrecía muchas tierras a cambio de la mano de su hija —explicaba Javier—. Viviano y Socorro iban a escaparse, pero los descubrieron. El papá de Socorro mató a Viviano y ella quedó con el corazón tan apachurrado que se fue ahogar al río. Las brujas de aquel entonces enfurecieron contra el viejo que acabó con tan bella historia de amor. Por su egoísmo y por querer casar a la fuerza a su hija, lo castigaron.

Valentín miró a Javier con verdadero desconcierto mientras escuchaba la historia. Tuvo miedo de preguntar cuál había sido el castigo que las brujas le dieron a aquel hombre.

Entre más avanzaban, más miradas sentía Valentín. La sensación de estar siendo observado ya empezaba a ponerle los pelos de punta. Apretó la correa de su mochila con fuerza y pidió en silencio llegar pronto a su destino.

―¡Eh, Javi! Mocoso estafador ―bramó una voz rencorosa que resonó en medio del silencio reinante.

El chiquillo se quedó clavado en su lugar, de pronto parecía que toda la energía lo había abandonado de un plumazo. Valentín entró en alerta de inmediato cuando notó al joven chico que se acercaba a ellos con mirada asesina y un palo de madera que equilibraba sobre su hombro izquierdo.

Javier se ocultó detrás de Valentín.

―Es el hijo de una bruja ―explicó en voz baja.

Valentín recorrió al muchacho que seguía avanzando en dirección a ellos y retrocedió un paso. El desconocido se detuvo a escasos centímetros, invadiendo todo el espacio personal de Valentín, pero no era a él a quien miraba. El chico se inclinó para quedar a la altura de Javier.

―Las macetas que me vendiste eran robadas. Doña Lola fue a la casa a reclamar que las quería de regreso.

―¡Yo las conseguí de forma honesta! No sé de qué me hablas ―se defendió Javier.

El desconocido entrecerró los ojos, el chiquillo se encogió y ocultó la mitad de la cara detrás de la espalda de Valentín.

―Quiero el dinero que pagué por ellas.

―¡Ya no tengo ese dinero!

―Te lo acabo de dar ayer, ¿cómo te lo acabaste tan pronto?

―Uno tiene necesidades, Elíancito.

―No me llames así.

Javier resopló y entonces recordó  que Valentín estaba presente. Su rostro se iluminó.

Besando Tumbas || #ONC2024Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ