🦋 Capítulo 14

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Un par de manos se cerraron en puño alrededor de su playera y tiraron de él hacia arriba. Otro par se unió a las primeras y de pronto Valentín estaba siendo extraído del interior de la tierra en la que se había hundido. No se había dado cuenta de la falta de oxígeno hasta que inhaló profundo y sintió que sus pulmones colapsaban.

—¿Estás bien? —preguntaba Elías una y otra vez. Sonaba tan desesperado que Valentín tuvo que tomarlo de las manos y apretar para hacerle saber que, en efecto, estaba bien.

Pese a todo, Elías no se mostró convencido. Solo se relajó hasta que Valentín dejó de toser trozos de tierra que habían entrado a su boca, y por fin pudo respirar con calma.

—La tierra está hueca en esta parte —dijo Bustamante, enterrando el pico de la pala tratando de calcular la profundidad del hoyo.

—¡No! —gritó Valentín cuando notó que el hombre se preparaba para clavar la pala con más fuerza en el interior—. Está ahí. Rafaela, la vi. Vi el cráneo, más bien.

Sus tres acompañantes se quedaron inmóviles y en silencio solo un instante antes de que Ortiz se moviera para entrar en el hueco. Sus pesadas botas negras se hundieron y siguieron cayendo como si estuviera siendo devorado por arenas movedizas hasta que el barro le llegó a la mitad del muslo.

Ortiz empezó a cavar usando las manos, siendo más cuidadoso de lo que Valentín hubiera dado crédito. Elías se incorporó y empezó a trabajar también, removiendo la extensión de tierra suelta que Valentín había ablandado con su aparatosa caída.

Tardaron alrededor de veinte minutos en sacar todo y dejar al descubierto el primer indicio. Ortiz tomó entre sus manos lo que parecía ser un trozo de tela desgarrada y todo su semblante cambió. Empezó a rascar la tierra con más urgencia, apartando puños de barro con desesperación.

—¡Cam, con cuidado! —advirtió Bustamante.

Ortiz recobró apenas un poco la sensatez y siguió adelante hasta que sus dedos tocaron algo sólido y poroso: un hueso humano.

Valentín contuvo la respiración. Elías se llevó las manos a los labios como si quisiera sofocar un grito. Bustamante maldijo entre dientes antes de saltar al interior del pozo y colocar una mano sobre el hombro de Ortiz. Este último se había quedado extrañamente petrificado, con sus dedos alrededor de lo que parecía ser un fémur.

Por un largo y agonizante instante ninguno de los cuatro se atrevió a romper el silencio. El viento pasó zumbando entre las ramas de los árboles llevando consigo un pequeño grupo de mariposas azules que giraron y bailaron sobre la tumba perturbada. Valentín volvió a sentir ese golpe de tristeza y añoranza que le había sobrevenido cuando creyó ver el espíritu de Rafaela.

La había perdido. Había perdido a esa mujer que vio crecer a su madre y a sus tíos. Había perdido a una parte importante de su familia que ni siquiera había llegado a conocer. La aflicción no debería haber sido tan dura y cruel, no debería sentirse tan desconsolado por la muerte de una mujer que jamás había conocido. Y sin embargo lo estaba.

Se sintió incluso más desolado cuando Ortiz cavó de nuevo y lo siguiente que vieron fue el cráneo. La mandíbula estaba abierta y desencajada en un ángulo extraño, como si Rafaela hubiese estado gritando cuando la muerte la alcanzó. La cabeza estaba de costado así que fue fácil notar las enormes grietas que corrían como venas en el lado izquierdo del hueso. Había un hundimiento redondo allá donde las estrias nacían; la muestra inequívoca de un golpe directo. El golpe que muy seguramente había acabado con la vida de Rafaela.

—Fue un homicidio —Valentín mencionó lo obvio, incapaz de soportar más de ese silencio en el que habían caído. No podía creer que una sola frase pudiera doler tanto.

Besando Tumbas || #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora