🦋 Capítulo 13

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Martina los recibió con abrazos, música y una alegría desbordante. Parecía que se hubieran ido por años y no solo un día y medio. Julia soportó la excesiva muestra de cariño solo un momento antes de decidir que era suficiente. La muchacha apagó la bocina que vibraba sobre una mesita y cuyas luces de colores lanzaban destellos sobre un atrapasol que colgaba cerca. La voz de José María Napoleón se cortó justo cuando cantaba: 'abre tus brazos fuertes a la vida'.

—¡Julia! Deja de ser tan amargada —se quejó Martina—. Nuestros muchachos acaban de ganar su primer enfrentamiento contra los opresores.

—Eso no tiene nada de admirable, mamá. Solo hicieron tratos con el diablo.

Martina, Elías y Elena jadearon horrorizados.

—Sabes que no me gusta que menciones a esa harpía en mi casa —la regañó Martina.

Valentín no quería ni saber porque Martina hablaba del diablo como si fuese un viejo conocido que le caía mal.

La mujer los hizo sentarse a la mesa donde procedió a alimentarlos mientras Valentín le relataba todo lo que había ocurrido en su viaje. Le contó su encuentro con Bustamante y Ortiz y lo que les había ofrecido a cambio de su ayuda.

—No dijeron nada de querer el dinero —comentó confundido.

—Debiste convencerlos cuando mencionaste a Rafaela —dijo Martina—, ella era tía de Camilo.

—¿Camilo?

—Camilo Ortiz.

—Ah.

Recordó que Bustamante le había llamado Cam cuando el hombre estaba a punto de asfixiarlo.

—Su familia nunca supo qué fue de Rafaela. La mayoría asumió que se había hartado de Aguadulce y había decidido dejar el pueblo atrás sin decirle a nadie. Camilo era muy cercano a ella.

Valentín comprendió entonces la reacción tan agresiva que había tenido Ortiz. Claro que él habría actuado de la misma manera si de pronto alguien le decía que había encontrado el cadáver de su familiar.

—¿Nunca trataron de encontrarla?

—Por supuesto que sí. Una de las razones por las que Camilo se convirtió en policía fue porque quería buscarla. Sin embargo con el tiempo todos la olvidaron. Se convirtió en una más de esas personas que huyen de Aguadulce tratando de encontrar un futuro en la ciudad.

Apenas había pasado una hora desde que llegaron cuando una patrulla estacionó frente a la casa haciendo más escándalo del necesario. Elías se asomó por la ventana y arrugó la nariz en un gesto de desagrado. Valentín esperó hasta que llamaron a la puerta y entonces se acercó a abrir.

Bustamante lo miró solo un momento antes de señalar el vehículo y dijo:

—Vamos.

—¿Adónde?

Valentín no obtuvo respuesta. Bustamante dio la vuelta esperando que los siguiera y aprovechó para escupir cerca de las plantas de manzanilla. Desde algún lugar en el interior de la casa, Julia maldijo en voz baja al hombre.

Antes de que Valentín se decidiera a seguirlo, Elías salió de la casa y se encaminó hacia la patrulla.

—¿Tú otra vez, Eli? —comentó Bustamante sin darle mucha importancia a la presencia del muchacho.

—No confío en ustedes. Quien sabe qué le quieran hacer a Valentín.

—Uy, nos saliste muy sobreprotector, Elíancito —tronó la voz de Ortiz desde su lugar en el asiento del conductor.

Besando Tumbas || #ONC2024Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz