🦋 Capítulo 5

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Fuera de la casa, Aguadulce estaba empezando a cobrar vida. Tal parecía que todos esperaban a que los últimos rayos del sol desaparecieran para llenar las calles de ruido y movimiento.

Había mujeres sentadas en mecedoras frente a las casas. Música que salía de todas partes, llevando consigo la energía que Valentín no había notado esa tarde. Los niños corrían descalzos y sorientes, jugando fútbol a mitad de la calle con balones destrozados y perros hiperactivos siguiendo sus pasos.

Parecía un mundo totalmente diferente.

—Es por aquí —señaló Elías.

—¿Crees que tu mamá sepa que vamos en camino?

—¿No te da miedo desenterrar un cadáver pero sí entrar a la casa de una bruja?

—No tengo miedo.

—Ahora dilo sin temblar.

Llegaron a una casa con fachada de ladrillo rojo y un pequeño jardín lleno de plantas.

Aún no terminaban de entrar y su presencia ya había sido notada. La primera en reaccionar fue una mujer de cabello largo sujeto en una trenza desaliñada, cuyos ojos se iluminaron al reconocer a Valentín. Detrás de ella se asomó una niña que saltaba sobre la punta de sus pies, haciendo que las suelas de sus chanclas encendieran con luces multicolor. Una mujer más joven se incorporó de un salto desde su lugar en la mesa del comedor, lanzando una mirada fría en dirección al desconocido.

—No tenía dónde quedarse —explicó Elías—. Se llama Valentín.

—Esto no lo vi en mi predicción —sonrió la primera mujer—. Yo soy Martina. Ella es mi hija mayor, Julia y mi nieta, Elena.

—¡Mamá! Podría ser un criminal —dijo Julia—. Tiene que irse.

—Tonterías. Cualquier persona que aparezca en mis visiones es bienvenida a quedarse. Prepararé otro plato con comida.

Julia soltó una queja llena de incredulidad y fue tras los pasos de su madre.

—¿Te sorprende que no haya cabezas en formol y animales disecados? —preguntó Elías cuando estuvieron solos.

—Lo que me sorprende es que tu hermana no me haya atravesado con un cuchillo todavía.

—Dale tiempo, ya encontrará el momento.

No parecía que Elías estuviera bromeando.

La familia cenó reunida en la pequeña mesa del comedor en la que tuvieron que abrir espacio para el forastero. Elías comió como si estuviera al borde de la inanición mientras Martina se encargaba de dirigir el interrogatorio.

—¿Estás soltero, Valentín, o dejaste una novia en la ciudad? ¿o un novio?

Elías empezó a ahogarse con el agua de jamaica que estaba bebiendo.

—Vaya, mamá, eso fue sutil —dijo Julia con ironía.

—No tengo novia. Ni novio —Valentín sonrió nervioso.

—Creo que ya es hora de dormir —anunció Elías, quien estaba tan rojo como las manzanas estampadas en el mantel de plástico de la mesa—. No tenemos habitación para huéspedes, así que dormirás conmigo... en el piso —agregó esto último dirigiéndose a su invitado.

—Hablando de sutilezas —Julia chasqueó la lengua.

—Deja la puerta entreabierta, Eli —advirtió Martina.

—¡Lo acabo de conocer hoy!

Elías estaba tan abochornado que ni siquiera pudo quedarse a ver las sonrisas burlonas que intercambiaron su madre y hermana a su espalda.

Besando Tumbas || #ONC2024Where stories live. Discover now