Capitulo 1

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Brittany pulsó el botón del ascensor y se frotó los ojos, mientras esperaba a que la pantalla digital cobrara vida; no lo hizo, como la mayoría de las mañanas. Gruñendo, se volvió hacia las escaleras y bajó los tres pisos a pie.

En circunstancias normales, habría pospuesto comprobar el correo si el ascensor no funcionaba, pero la situación era grave, y la noche anterior se había acostado pronto pensando que la noche pasaría más rápido y podría recoger su correo antes.

Brittany se obligó a sonreír cuando Marcel, el guapo mexicano que vivía dos pisos más abajo, le sonrió y, sin ningún tipo de reparo, la miró de arriba a abajo. Sabía que ofrecía una insólita imagen para el genio de las matemáticas que había estado intentado ligar con ella durante los últimos seis meses; llevaba unos pantalones muy cortos y una camiseta sin mangas. No había previsto encontrarse con nadie, y aquella mañana no le importaba lo más mínimo.

Últimamente, siempre estaba obsesionada con el correo.

-Hola, Marcel- masculló con una sonrisa, esperando resultar cortés; pero, al estar aún soñolienta, sonó como un graznido.

Por suerte, Marcel no consideró apropiado seguirla. Finalmente, llegó a su buzón, suspirando, y murmurando una rápida plegaria, lo abrió. Y allí estaba.

El sobre que había estado esperando, junto con otro que en aquel momento no le importó demasiado. Sería perfecto si en él no decía: "Brittany Pierce, vete a la mierda".

Rápidamente rasgó el lateral, con la garganta seca, y sacó unas hojas de papel. El corazón le golpeaba el pecho y le dolía la cabeza, y sus manos temblaban mientras leía las primeras líneas con la adrenalina recorriendo a toda velocidad su torrente sanguíneo.

...Nos complace informarle... ha sido aceptada en el programa...

-¡Oh Dios mío!- chilló, dando saltos y apretando la carta contra su pecho, sonriendo como una idiota y sintiendo que el corazón le iba a estallar de un momento a otro.

-¿Todo bien, señorita Pierce?

Brittany se giró hacia el portero, el Sr. Jackson, extasiada de tener a alguien -a cualquiera - con quien compartir la noticia.

-¡Me han aceptado en uno de los programas de historia más prestigiosos de Harvard!-

Rodeó con los brazos el cuello del anciano, abrazándolo con fuerza y haciendo que se le cayera la fregona al suelo. Tras apartarse, un poco avergonzada, se secó una lágrima y comenzó a subir los tres tramos de escaleras.

Tan pronto como cerró la puerta de su pequeño estudio, la emoción se apoderó de ella. Sollozó, rió y leyó y releyó la carta de aceptación.

Diez años atrás, nunca se habría imaginado que pudiese acabar allí, sosteniendo aquel papel en la mano, en aquel apartamento de Boston, con un porvenir brillante y prometedor. Entonces, era una de siete hermanos que vivían en una casa minúscula que se estaba viniendo abajo, y hacían dos comidas diarias a base de alimentos rancios. Ahora, era ayudante de investigación en la Universidad de Harvard.

Brittany tenía una insaciable sed de conocimiento, de logros, de éxitos, de todo.

Cuando era pequeña, nunca había llegado a creer que fuera capaz de conseguir todo aquello. De ella se esperaba que acabara la escuela secundaria - o no - y que se casara y tuviera un montón de niños, como su madre y sus primas por ambas partes de la familia. Pero, por algún motivo, Brittany había pensado que toda aquella expectación era bastante mundana.

Cuando se topó con un grupo de universitarios que hablaban sobre complicados temas de gestión, supo lo que quería. Aquella había sido su primera interacción con el saber, y lo quería para ella. Quería ser como ellos, saber cosas complicadas y tener un trabajo y su propia casa, y ser algo más que una ama de casa y madre de cinco hijos.

La Gestante de la millonaria LopezWhere stories live. Discover now