Capitulo 14

16 1 0
                                    


Santana la observó desde su posición ventajosa junto a la ventana. La cortina estaba corrida y era tarde. Brittany se había dormido ante su insistencia.

Cuando regresó para ver cómo estaba, la encontró profundamente dormida, y ya no había podido marcharse. Llevaba veinte minutos allí sentada, contemplándola, incapaz de despegar sus ojos de ella.

Le había dado un susto de muerte.

Hizo venir a su médico, que le había vendado el tobillo y recetado analgésicos antes de irse. Les dijo que no era grave, que no había fractura, sólo un esguince, y que no debía apoyarse en ese pie durante un período indefinido.

Brittany tenía la pierna sobre una almohada mientras dormía de lado. La mirada de Santana recorrió sus curvilíneas formas y se detuvo en sus pechos, amontonados uno sobre el otro dentro de su sujetador deportivo. Una familiar sensación de anhelo avivó sus entrañas, extendiéndose por todo su cuerpo como lava. Se sentía como una pervertida por desear a una mujer que era simplemente su vientre de alquiler, alguien a quien había contratado, alguien que confiaba en ella lo bastante como para vivir en su casa. Había probado su piel, su cuerpo, y no podía librarse de aquel recuerdo.

Todas las noches se despertaba empapada en sudor, deseándola. Le daba vergüenza admitir que era la vez que más tiempo había pasado sin sexo durante la última década - más de cuatro meses. Pero no podía hacer nada para satisfacer su desbordante lujuria. No podía desahogarse en otra parte. Porque lo cierto era que quería únicamente a Brittany, y le asqueaba imaginarse saciando su lujuria reprimida con otra persona.

Cuando ella cambió de postura, Santana se irguió en el asiento, y sus ojos azules se abrieron de repente.

-¿Cuánto tiempo he dormido?

-Un poco más de una hora, creo. Dependiendo de lo que hayas tardado en dormirte cuando me fui.

-Nada.

Santana sonrió.

-En ese caso, casi hora y media.

Ella hizo un gesto de dolor y movió la pierna.

-Estoy bien fastidiada.

-No, no lo estás. Pronto te pondrás bien. Un fisioterapeuta vendrá todos los días durante una hora.

Brittany sacudió la cabeza.

-Es un desastre; tengo que trabajar una semana más.

-Podrías pedir la baja.

Brittany la miró boquiabierta.

-No puedo, Santana. Tengo que trabajar. Cogeré el permiso de maternidad después de las vacaciones de verano.

Santana asintió con la cabeza.

-Ya pensaremos en algo. Por ahora...- se acercó y le apartó el delicado cabello rizado del rostro. -... descansa y preocúpate sólo por tu salud.

Brittany se recostó sobre las almohadas. El momento duró más de lo que debiera, cuando Santana no apartó la mirada y ella no quiso ser la que interrumpiera el contacto visual.

Santana tragó saliva y finalmente miró hacia otro lado, con el corazón a cien de deseo y de todas las cosas que quería decirle pero no podía.

- Supongo que esta noche cenamos en casa.

***

El lunes, Brittany comprobó que le era imposible caminar, así que llamó a su supervisor y obtuvo permiso para trabajar desde casa. Se encerró en su habitación con su nuevo Mac porque no podía subir las escaleras hasta la oficina. Extrañaba los días en los que estaba obsesionada con el trabajo y nada más, y se sentía culpable por pensar que el bebé era una distracción. El bebé era muy especial para ella, y estaba enamorada de aquel mocoso que se movía todo el día y toda la noche.

Santana estaba distraída en la mesa de conferencias, queriendo estar junto a Brittany, pero sabía que estaba trabajando y no quería molestarla. Vigilaba continuamente su teléfono, para comprobar si había llamado, pero no lo hizo, y sus peores temores se confirmaron.

Tenía la impresión de que Brittany estaba más ausente desde que se torció el tobillo. Sonreía menos, le miraba a los ojos con menos frecuencia, y sólo hablaba de cosas sin importancia y que no fueran demasiado íntimas. Quizás fuera porque aún le dolía el tobillo, pero a pesar de ello, estaba más que preocupada.

Pasó el día distraída y triste, regañando a su asistente por errores sin importancia, y canceló dos reuniones simplemente porque no se sentía con ánimos para ocuparse de ellas en aquellos momentos. Tenía algo más importante en la mente; en concreto, una mujer que estaba en su casa, con su hijo en su vientre. Deseaba tanto a la mujer como al bebé, y extrañaba ver a Brittany acariciando su barriga de forma protectora.

Se dirigió a la ventana de la oficina y miró fijamente el horizonte, pero su traicionera mente conjuró una imagen más seductora - Brittany desnuda debajo de ella, y encima de ella. Sus dedos dentro de su cuerpo, envueltos en su empapada abertura. Cómo había atrapado su pezón con la boca, y la forma en que ella se había aferrado a sus hombros para empujar su seno contra sus labios. Sus gemidos aún resonaban en sus oídos. Era muy receptiva y apasionada, y Santana quería tener aquel momento de vuelta, el momento en que estaba tumbada con las piernas abiertas y las caderas elevadas mientras Santana se tocaba y la acercaba a su deseoso cuerpo.

Cerró los ojos con fuerza, sintiéndose excitada y palpitante de deseo dentro. Maldijo al chófer que llegó con un mensaje. Por una parte, se arrepentía de haber dejado que las cosas hubiese ido tan lejos, porque había hecho que Brittany se sintiera incómoda. Santana se estaba comportando como si no hubiera sucedido nada, pero no era así. Y perversamente esperaba tener la oportunidad de sentir sus entrañas tensándose, antes de que el chófer interrumpiera sus fantasías.

Eres patética.

No podía decir nada de ella. Era divina, única, y sabía que no iba a encontrar a nadie como ella en toda su vida. También sabía, sin ninguna duda, que se iba a pasar el resto de su vida buscando a Brittany en otras mujeres.

Si la hubiese conocido en otras circunstancias, estaría saliendo con ella, acostándose con ella y pidiéndole que se mudara con ella. Era ese tipo de persona, fácil de tratar y muy accesible, compasiva, fuerte y decidida. Se parecía mucho a ella en la forma en que perseguía sus objetivos; y las mujeres con las que había salido no eran como ella.

Esas mujeres habían nacido siendo privilegiadas, no habían tenido que luchar por nada; no valoraban los logros como Santana, o como Brittany, porque ambas habían tenido que luchar para llegar a donde estaban.

Por eso era su alma gemela; por eso era tan atractiva. ¿En qué otro lugar iba a encontrar a una mujer tan apasionada por su trabajo y por su vida?

Poco a poco, se le aclaró la mente. Echaba de menos oír su voz y ver su rostro. Permaneció en el trabajo más tiempo de lo normal porque necesitaba tiempo para pensar, y, para cuando llegó a casa, había decidido no ocultar más sus sentimientos por ella. Le prestaría toda la atención que estaba deseando prestarle, pero no se abandonaría a sus lujuriosos anhelos. Se lo debía.

La Gestante de la millonaria LopezWhere stories live. Discover now