Capitulo 13

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Era sábado, y a Brittany le aterrorizaba encontrarse con Santana, pero sabía que no había forma de evitarlo. Era su puñetera casa y su  puñetero todo. Incluso ella era mitad suya gracias al bebé.

Por fin había aceptado que había sobrestimado sus fuerzas. En lo relacionado con asuntos del corazón, era una irresponsable y no se podía fiar de sí misma. Una yonqui inepta que estaba tan enganchada a aquella morena, y tan aterrorizada de lo que hacía al mismo tiempo, que era incapaz de funcionar como un ser humano normal. Brittany se la encontró en la mesa del desayuno, y fingió que no se estaba muriendo por dentro.

Santana notó su sonrisa, que no se extendía a sus ojos. Estaba incómoda, y ella sabía por qué. Estaba cruzando la línea. Ella la quería lejos.

Tras la debacle en la sala de cine de la semana anterior, Santana sabía lo que quería. A ella. Sabía que era imposible, y se repetía una y otra vez que no podía ocurrir.

Pero lo cierto era que no estaba acostumbrada a frenar sus deseos. Nunca había tenido que abstenerse de lo que quería. Hasta donde alcanzaba su memoria, siempre había sido independiente, dueña de sus propios deseos. Hacía lo que le apetecía, y nadie podía detenerle. Pero esta vez, Brittany estaba implicada en lo que ella quería. Era lo que ella quería. Y ella era una niñata malcriada que no sabía cómo hacer frente al hecho de que simplemente no podía tenerla.

-¿Qué tal está el bebé?

La sonrisa de Brittany era ahora genuina. Se dio cuenta. Durante las últimas semanas, se había responsabilizado de su propia salud; hacía más ejercicio, comía mejor, y siempre se acordaba de tomar sus vitaminas. Aquello únicamente hacía que la deseara más.

-Está bien. Sano y creciendo. Moviéndose un montón. Es muy activo.

Santana tomó una respiración profunda y rechinó los dientes con anhelo - por ella, por el bebé que deseaba con tanta desesperación.

-¿Cuándo empiezas las vacaciones de verano?

-Mmmm... en un par de semanas. Puede que tenga que hacer trabajo extra, ¿sabes?... por todo el tiempo que perdí durante el período de náuseas matutinas/ náuseas vespertinas/náuseas nocturnas.

Santana rió.

-No podían llegar en mejor momento. Podrás relajarte y concentrarte en el bebé.

-Sí...- reconoció ella, respirando despacio y recreándose en la imagen que tenía delante. Sus ojos, esas chispeantes órbitas chocolantes, le provocaban un cosquilleo en el ombligo. Recordó aquellos ojos cerca de su rostro, mientras le hundía la lengua en su boca. Habían reflejado pasión y ardor por ella. Aquella morena, con su potente aura y sensual cuerpo, la deseaba. Había deseado su cuerpo. Su cuerpo se había delatado excitado y había estado a punto de estar con ella. Brittany inhaló con fuerza y luchó por mantener un agarre firme sobre el tenedor. El deseo, que había sido una sensación extraña tras años de abstinencia autoimpuesta, era ahora no sólo una ocurrencia habitual, lo llevaba en la sangre.

-Por cierto, el Mac es una maravilla. Gracias otra vez.

-No hay de qué. ¿Trabajas mejor?

Ella rió.

-Sí, mucho mejor. De verdad.

Santana tenía una reunión aquel sábado, algo que sólo sucedía en contadas ocasiones, pero ella se alegró. No podía estar en un constante estado de excitación. Pero, tan pronto como se fue, extrañó su aura y su fuerza. Se estaba enganchando a la seguridad que le proporcionaba.

Una hora más tarde, estaba en la cinta de correr viendo Juego de Tronos en el televisor del gimnasio, cuando la vio llegar. Su rostro se iluminó.

-Hola. Que pronto vuelves.

Santana cogió una toalla de la mesa que había a la entrada de su equipado gimnasio, y se dirigió a la cinta de al lado.

-¿Has pasado un buen día?

-Sí- mintió ella.

Por cierto, te he echado muchísimo de menos.

-¿Quieres salir a cenar esta noche?

Brittany se mordió el labio. La última vez que le había propuesto que se quedaran en casa, habían acabado teniendo sexo - casi - en la sala de cine.

Prefería morir antes que volver a sugerirlo y que Santana pensara que quería la segunda parte de aquella noche.

-Me encantaría- respondió rápidamente.

Santana ojeó su cuerpo enfundado en un equipo deportivo ajustado, una de las cosas que la había obligado a adquirir cuando salieron de compras. El culote se amoldaba perfectamente a su redondeada figura; sus caderas eran una delicia. El top dejaba al descubierto un centímetro de su vientre, lo que le llamó la atención porque pudo advertir su incipiente barriga, que cada día era más pronunciada.

-Deja de mirarme la tripa- le recriminó Brittany en broma.

-Es muy mona.

Brittany rió, pero se detuvo abruptamente cuando Santana se quitó la camiseta, revelando una ajustada prenda de entrenamiento que llevaba debajo. Asió las empuñaduras de la cinta, comiéndosela con los ojos, contemplando con deleite cómo contraía el bíceps al pulsar los botones de la máquina. Y mientras la admiraba, perdió el ritmo. Lanzó un grito al torcerse el tobillo y trastabilló, intentando recuperar el paso sobre la cinta que continuaba moviéndose por debajo de ella.

Santana se bajó de su cinta al instante y golpeó el botón de emergencia, tomando después a Brittany en brazos y apartándola de la máquina.

-¿Qué ha pasado?

-Ay.- Ella hizo un gesto de dolor cuando la depositó sobre un banco. –Me he torcido el tobillo.

El corazón de Santana dio un vuelco. Trató de luchar contra la adrenalina y la espiral de miedo que se apoderaba de ella.

-Te podías haber caído.- Dijo en un murmullo, enojada, no con Brittany, sino con ella misma, y con la cinta, y con todo lo que les rodeaba.

-Maldita sea.- Le quitó la zapatilla y el calcetín, sosteniendo su tobillo. -Voy a llamar al médico.

Brittany hubiera protestado, pero estaba resoplando. Le dolía, y era incapaz de pensar. Todavía no se había recuperado del pánico que había sentido sobre la cinta mientras trataba de mantenerse en pie. La expresión de pavor de su rostro hizo que Santana olvidara sus propias preocupaciones. La cogió en brazos y salió del gimnasio, caminando
por el pasillo que conducía a sus habitaciones. La puerta de Brittany estaba cerrada, por lo que entró directamente en la suya y la depositó sobre su cama. Brittany miró a su alrededor, eufórica por estar dentro del cuarto de Santana, en su cama, mientras su tobillo palpitaba con un dolor agonizante.

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La Gestante de la millonaria LopezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora